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Betito Acosta: la etapa entre el fútbol y el Mercado Modelo, su arribo a Peñarol y su vida como influencer

El exfutbolista de Cerrito habló sobre la vez que estuvo tres días en cuidados intensivos y la gran relación que entabló con Ronaldo en el Corinthians. "Vino a los cumpleaños de mis hijas", dijo.

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Alberto Acosta.
Alberto Acosta.
Foto: Gentileza de Alberto Acosta.

A los 17 años se enteró que su pareja había quedado embarazada y resolvió abandonar el fútbol para trabajar en el Mercado Modelo y vender golosinas en la calle: precisaba plata para mantener a las mellizas que venían en camino. A pesar de esta situación, Alberto “Betito” Acosta logró volver al mundo profesional con 24 años y, a alta velocidad, gestó una carrera que le permitió jugar en Peñarol, ser ídolo de un club brasileño y compartir equipo con figuras mundiales. Una de ellas: Ronaldo.

Acosta entraba a trabajar en el Mercado Modelo a las 2:00 y salía a las 14:00. Todos los días cargaba bolsas de 30 kilos de papas, cebollas y frutas. “Era durísimo porque estaba bastante flaco”, recordó.

Estaba enfocado en conseguir dinero para solventar a su novia, Daniela, y a sus hijas, por lo que se olvidó del fútbol. Pero el dueño de uno de los puestos en los que trabajaba le hizo una invitación: jugar en su equipo de Las Piedras.

Al principio lo dudó, pero luego de consultarlo con Daniela decidió ponerse “los cortos”. Le fue tan bien que lo convocaron a la selección de Canelones. Jugó en distintos puntos del país y un día se enfrentó ante una selección que tenía dos jugadores de Cerrito. Ambos quedaron fascinados con Acosta y, ni bien acabó el encuentro, se acercaron a él a hacerle una propuesta: “Que me probara en Cerrito, pero les respondí que me dejaran tranquilo porque me iba bien”.

Se volvió a repetir la misma secuencia, Acosta no estaba convencido debido a que tenía que seguir trabajando para sustentar a su familia. Pero, una noche en su casa, Daniela le dijo algo que le cambió su vida. “Que me probara porque ese era mi sueño”, rememoró.

Acosta, con 23 años, tomó la resolución de regresar al fútbol. Pero el Mercado Modelo no lo dejó ya que necesitaba ese ingreso y porque Cerrito no podía pagarle lo que él pretendía. “Ese fue el momento en el que me empezó a gustar tanto el pan con mortadela: todos los días salía del trabajo y me comía una flauta con mortadela para ir al entrenamiento”, dijo con una sonrisa.

Al trabajar 12 horas por día y no tener la mejor alimentación, Acosta daba mucha ventaja. “Jugaba el primer tiempo y a los 15’ del segundo pedía el cambio por el cansancio que tenía”, aseveró.

En su segundo año como jugador de Cerrito, se dio un hecho que marcó su carrera: la llegada de Walter Audifred. Éste gerenció al auriverde y al ver el juego de Acosta le pidió que dejara de trabajar en el Mercado Modelo.

Con 24 años, el Betito pasó a ser un futbolista profesional. “No trabajaba más en el Mercado Modelo, descansaba y cambié la alimentación”, dijo.

Su llegada a Peñarol

Alberto Acosta celebra una victoria ante Nacional.
Alberto Acosta celebra una victoria ante Nacional.
Foto: Archivo El País

Cerrito, de la mano de Acosta, ascendió en 2003 por primera vez a la máxima división del fútbol uruguayo.

En 2004 hizo un gran Uruguayo con Acosta como figura descollante. Es por ello que Nacional puso sus ojos en él para tenerlo de cara al 2005.

El acuerdo estaba cerrado. Acosta debía presentarse el lunes en Punta del Este a la pretemporada de Nacional. Aunque un día antes lo llamó Audifred para que fuera a su despacho. Con asombro acudió y el gerenciador de Cerrito le habló de un mensaje de Vito Atijas, directivo de Peñarol.

“Me dijo que el presidente (José Pedro Damiani) y el entrenador (Fernando Morena) no me querían, pero él sí ”, sostuvo sobre la charla con Atijas.

Acosta recalcó en más de una oportunidad su fanatismo por el Mirasol y eso fue clave en su decisión final.

“Nacional me pagaba más, pero mi sueño era jugar en Peñarol; mi abuelo me llevaba al Estadio Centenario a verlo y por eso decidí ir al club de mis amores. Fue un relajo bárbaro porque la gente de Nacional me esperaba. Pero, la verdad, fue algo muy lindo”, mencionó.

Acosta jugó desde 2005 a 2007 en el aurinegro. No pudo coronarse campeón, aunque quedó en el corazón de los hinchas por los dos goles clásicos. “En mi Instagram me llegan muchos mensajes de los hinchas agradeciéndome los goles a Nacional”, enfatizó.

El camino que inició en el fútbol brasileño

Alberto Acosta junto a Ronaldo en Cortinthians.
Alberto Acosta junto a Ronaldo en Cortinthians.
Foto: Gentileza de Alberto Acosta.

En 2007 y con 30 años, Acosta recibió la oferta de su vida: la del Náutico de Brasil. No fue fácil ya que José Pedro Damiani no quería que se fuera de Peñarol.

Todo se resolvió y pasó al conjunto brasileño. “Pensaba jugar un año en Náutico para luego volver a Uruguay, pero ya llevo 15 años viviendo acá”, aseveró con una carcajada.

El uruguayo tuvo tres ciclos en el Náutico (2007, 2009 y 2012). A raíz de ello, Acosta es muy querido en ese club y por esta razón es que actualmente vive hace 10 meses en Recife, lugar donde pertenece el alvirrubro. También, pasó por momentos difíciles como estar tres días en CTI.

En la madrugada del 14 de noviembre de 2007, Acosta fue a un asado con unos compañeros de equipo. Llamó a Daniela para decirle que iba a llevar a unos compañeros a sus casas y luego iría a su hogar.

Un auto lo pasó a gran velocidad y otro lo chocó. Ninguno de los acompañantes de Acosta sufrió heridas graves, aunque el uruguayo se despertó tres días más tarde en el CTI.

“Estaba lleno de cables y me explicaron la situación. Lo que recordaba era que estaba en el auto y luego me desperté en el hospital; cuando vi a mis hijas, las reconocí y ahí recuperé la memoria”, soslayó.

Dos meses después de este accidente, y en concordancia con lo meteórica que fue su carrera, Acosta pasó a uno de los clubes más grandes de Brasil, el Corinthians.

En 2008, el Timao volvió a la Primera División del Brasileirao con Acosta como figura. Pero el fútbol le regaló algo que, para él, era impensado: ser compañero de figuras mundiales. Por ejemplo: Roberto Carlos y Ronaldo, entre otros. Con el “Fenómeno”, como le dijo en varias oportunidades, entabló una relación. “Ronaldo vino a los cumpleaños de mis hijas y a comer asados a casa”, contó.

Ganaron el torneo paulista en 2009 y Ronaldo armó una fiesta que duró tres días. “Fui a una y me quedé un rato porque estaba casado”, afirmó. “En ese momento, me hubiese gustado estar soltero”, añadió entre risas.

Acosta se fue de Corinthians y perdió contacto con el delantero brasileño. “Es más fácil hablar con el presidente que con el Fenómeno”, contó con una carcajada.

En 2018 Acosta volvió a jugar a Cerrito con la idea de vivir en Uruguay. No se adaptó y volvió a Brasil. Intentó ser técnico, pero por la depresión que sufre su esposa desechó esa posibilidad y ahora vive de una nueva carrera: ser influencer en Recife. Ello surgió en la pandemia del coronavirus. “Estábamos encerrados y se hacían muchos vivos en Instagram. Me dijeron que me iban a pagar y me tiré con toda la fuerza”, dijo.

Acosta vive con su familia en Recife donde es ídolo y disfruta de su nueva e impensada carrera en las redes sociales.

Ahora trabaja hasta de embajador del Náutico

La gran cantidad de empleos

“Trabajo en una casa de apuesta como influencer, tengo un podcast donde entrevisto a jugadores, influencers y trabajo en un camarote del Náutico. En ese lugar soy un embajador, es decir, que estoy ahí para que los hinchas se saquen fotos conmigo”, especificó sobre sus empleos.

Por qué decidió no vivir en Uruguay

“Cuando regresé a Cerrito ( en 2018) lo hice con la idea de volver a vivir a Uruguay. Sin embargo, no nos adaptamos con mi familia y, además, está carísimo. No solo eso, sino que tampoco tuve tantas posibilidades de conseguir trabajo”, puntualizó el Betito Acosta.

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