"Es prácticamente un ritual hablar con mi viejo después de cada partido, es mi apoyo incondicional y número uno, siempre intento escucharlo y saber qué opina para seguir mejorando”, dijo en dialogo con Ovación Lucas Capalbo, portador de un apellido icónico del básquetbol uruguayo y de la playa Malvín, el barrio del club de su vida y la de su padre, Marcelo Capalbo.

El talentoso base de 24 años también admitió que, consciente de la relevancia que tiene su nombre en el mundo del deporte, su padre intenta desmarcarse para dejarlo hacer su propio camino, que viene viento en popa: hoy es pilar del equipo sensación de esta Liga Uruguaya de Básquetbol, porque entre los de menor presupuesto es el único que se codea con Aguada, Peñarol y Nacional en la cima de la tabla, y que ya piensa en los playoffs.

El presente del Playero se refleja en la propia selección, que además de Capalbo cuenta con Nicolás Martínez y Nicola Pomoli (formado en Malvín, hoy en Instituto de Argentina), y Mauricio Arregui y Kiril Wachsmann (ausentes en la última citación). En esa línea, el jugador asegura que su quinta temporada en Primera está siendo la mejor tanto a nivel colectivo como individual, y mucho de ambos aspectos tiene que ver con la conducción de Pablo López.

“Es un gran entrenador, tiene mucha presencia, los jugadores lo respetan mucho. Y en lo personal me trasmite mucha confianza y me puso bastante la pelota en las manos”, afirmó. Ya sin Daniel Hamilton ni otros “jugadores de creación” en el equipo, explicó que el DT confió en él para tener un rol más protagónico en la creación del juego, además del capitanato, una enorme responsabilidad que que lo motiva y desafía día a día.

Como también el plus de defender al club que considera su segunda casa: “Estoy muy identificado con el club, todos me conocen, desde que soy niño pico la pelota ahí adentro. La verdad que se siente muy cómodo, Malvín es una familia, me trasmite mucho respaldo jugar para mi gente. Los que en el día a día, en el barrio y después en la cancha apoyándome a mí y al equipo. Jugar en Malvín es un privilegio para mí y un orgullo para mi familia. Yo me formé ahí, mi viejo también y se siente reflejado, es algo impagable”.

Foto: LUB

Respecto a la selección uruguaya, debutó en en Preolímpico de La Banda (2023) y luego fue citado para las tres ventanas de este Clasificatorio a la AmeriCup 2025, torneo al que Uruguay ya está clasificado (ver recuadro) y al que le hace mucha ilusión estar, aunque sabe de sobra que la competencia en su puesto es dura: “Representar a Uruguay es el sueño que todos tenemos de niño. Es un lindo objetivo individual que tengo a futuro, trabajaré para estar y, si me dan la chance, intentaré aportar desde donde toque”.

“Crecí viendo imágenes de mi viejo en el Cilindro, cortando las redes con toda la gente (Sudamericano 1995), y obviamente son cosas que a uno le generan ilusiones, sueños. Pero tengo los pies en la tierra, recién me estoy insertando en la selección y quiero seguir trabajando para encontrar mi mejor nivel”, expresó.

Sobre la doble fecha y más allá de la clasificación: “Hay expectativa por los dos partidos: por jugar en el interior, para seguir puliendo detalles y porque es otra chance de mostrarse con la selección”.