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Los robots están más cerca

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Durante una visita a Silicon Valley, tuve un encuentro muy interesante con un vendedor del futuro: era un robot, y me dio una idea de cómo podría ser una buena parte del mundo del trabajo en menos tiempo del que muchos piensan.

Durante una visita a Silicon Valley, tuve un encuentro muy interesante con un vendedor del futuro: era un robot, y me dio una idea de cómo podría ser una buena parte del mundo del trabajo en menos tiempo del que muchos piensan.

El robot era una torre blanca de alrededor de 1,70 metros de alto, con una tableta electrónica en el pecho y otra en la espalda, cámaras en sus costados y un sensor con forma de cúpula en la cabeza, que deambulaba por el pasillo de entrada de una tienda de la cadena Lowe’s de artículos para mejoras en el hogar.

Cuando me acerqué a él, me dijo (en tono muy gentil): “Hola, ¿hay algo que te pueda ayudar a encontrar hoy?”. Le respondí que estaba buscando una lamparita eléctrica, e inmediatamente me mostró en la tableta que llevaba en el pecho una docena de diferentes tipos de lamparitas, cada una con su respectiva foto y precio.

Seleccioné una, y el robot me dijo: “Ese artículo parece estar en el pasillo 12. ¿Quieres que te lleve allí?”. Le respondí afirmativamente, y la máquina replicó: “Por supuesto, sígueme”. Y se fue delante de mí hasta el lugar donde estaba la lamparita.

Un nuevo estudio del McKinsey Global Institute dice que robots como éste y otras formas de automatización tendrán un impacto directo en al menos la mitad de nuestros trabajos tan pronto como en 2035.

En América Latina y Asia el impacto de la automatización podría ser aún mayor, porque hay mucha más gente que hace labores repetitivas en industrias manufactureras o trabajos agrícolas que pueden ser reemplazados por robots, dice el estudio. La automatización puede afectar a más del 51 por ciento de los empleos en México, Colombia y Perú; cerca de un 50 por ciento en China, la India y Brasil; un 48 por ciento en la Argentina, y un 46 por ciento en los Estados Unidos, afirma.

El estudio de McKinsey pinta una imagen bastante optimista, diciendo que la mayoría de los empleos serán sólo parcialmente reemplazados por máquinas. La mayoría de la gente trabajará junto a los robots, y estos últimos se harán cargo de las labores más tediosas, afirma.

Marco Mascorro, presidente de FellowRobots, la compañía que creó el robot que vi en Lowe’s, me dijo que su máquina no ha eliminado ningún trabajo. El robot, que además de ayudar a los clientes revisa el inventario de la tienda para detectar los productos que faltan en los estantes, ha liberado a los vendedores de la tienda de hacer el trabajo más aburrido, me explicó.

“Antes, los empleados tenían que pasarse horas recorriendo los pasillos para ver qué artículos necesitaban ser reabastecidos”, apuntó Mascorro. “Ahora, el robot hace eso, y los vendedores pueden dedicarle más tiempo a lo que más les gusta, que es asesorar a los clientes sobre cosas como la mejor manera de arreglar el grifo de su cocina”.

Pero la mayoría de los economistas y futuristas que entrevisté en Silicon Valley admite que la robotización afectará la fuerza de trabajo. Mientras que la tecnología hasta ahora producía más empleos de los que eliminaba, ahora está avanzando a un ritmo tan acelerado que puede crear mucho mayor desempleo, señalan.

Con los robots que están comenzando a trabajar en las tiendas, las supercomputadoras que están empezando a hacer tareas de banqueros, abogados y contadores, y los automóviles que se manejan solos, que pronto podrían desplazar a camioneros, taxistas y otros servicios de transporte, “el problema es que todo está sucediendo al mismo tiempo”, me dijo Vivek Wadhwa, un futurólogo de la Universidad Carnegie Mellon.

“Sí, se crearán nuevos trabajos, pero esos trabajos serán una pequeña fracción de los que desaparecerán”, me explicó Wadhwa.

Mi opinión: mientras los economistas se ponen de acuerdo acerca de si la nueva revolución tecnológica tendrá un balance neto positivo o negativo sobre el empleo, los países deberían comenzar a pensar seriamente qué hacer con los trabajadores que serán desplazados por la automatización.

En los Estados Unidos, el debate ya ha comenzado. Pero, sorprendentemente, en América Latina y partes de Asia -donde según el estudio de McKinsey el impacto de la automatización será mayor-, no hay preocupación ni previsión sobre su llegada, porque el tema ni siquiera está en la agenda. Parece que es hora de que empiece a estarlo.

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Andrés Oppenheimer

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