Consultor Tributario: impuestos en tiempos de vientos fuertes, ¿levantamos inútilmente muros o construimos molinos?

Al despedir este 2025, resulta inevitable mirar hacia atrás y reconocer que el mundo de los impuestos se ha convertido en un verdadero tablero de ajedrez global.

Declaración de impuestos en Estados Unidos.
Declaración de impuestos.
Foto: Freepik.

Abogado experto tributario y corporativo, PhD en Political Science y director del Postgrado de Tributación Internacional de la Universivad de Montevideo
Al despedir este 2025, resulta inevitable mirar hacia atrás y reconocer que el mundo de los impuestos se ha convertido en un verdadero tablero de ajedrez global. Las reglas cambian rápido, los jugadores son cada vez más poderosos y los países pequeños, como Uruguay, debemos decidir con cuidado si nos sentamos a la mesa… o terminamos siendo parte del menú.

Este año, el Impuesto Mínimo Global (GloBE) fue el gran protagonista. Lo vimos aparecer en titulares, debates académicos y hasta en conversaciones de pasillo entre empresarios. La idea es sencilla de explicar: que las multinacionales paguen al menos un 15% de impuestos, sin importar dónde operen. Pero como suele pasar en fiscalidad, lo que parece simple en teoría se convierte en un rompecabezas en la práctica, y más cuando existen grandes activos que pueden verse amenazados por un mal movimiento, como sucede en Uruguay con el régimen de zonas francas.

Estados Unidos: del “no” rotundo al arte del acuerdo

En marzo de 2025, mi colega Leopoldo Parada, profesor de Derecho Tributario en King’s College London, relató cómo la administración de Donald Trump sorprendió al mundo al retirarse oficialmente de las negociaciones del Impuesto Mínimo Global. No era un secreto su desconfianza hacia compromisos internacionales, pero el anuncio encendió alarmas: ¿cómo se sostiene un acuerdo global sin la participación de la primera potencia económica?

La respuesta llegó meses después, en julio de 2025, cuando analicé en estas páginas el acuerdo en el G7 que permitió convalidar el régimen estadounidense GILTI como equivalente al GloBE. En otras palabras, Washington logró que sus reglas domésticas sean aceptadas como parte del juego internacional, evitando sanciones y ganando margen de maniobra. Una jugada digna del mismísimo “art of the deal” de Donald Trump.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, levanta el pulgar al salir del escenario durante la ceremonia de firma de un acuerdo de paz con el presidente de Ruanda, Paul Kagame, y el presidente de la República Democrática del Congo.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Foto: AFP

Para Europa, en cambio, el panorama fue más complejo. Destaqué entonces que la Confederación Fiscal Europea pidió una pausa en la aplicación del GloBE, argumentando que la falta de consenso global y la lentitud burocrática ponían en riesgo la competitividad de sus empresas. Una vez más, la jugada de Estados Unidos dejó al resto del Mundo perplejo.

Esto también es un aspecto a considerar por nuestro país, que como repasamos luego, ha decidido introducir un impuesto doméstico como reacción al GloBE, mientras que otros países de la región que sí son miembros de la OCDE, como Costa Rica o Chile, aún no han decidido.

Brasil: una reforma histórica que sacude la región

En mayo de 2025, Marcelo Casciotti, doctor en Derecho y Máster en Técnica Tributaria por la Universidad de Montevideo, analizó la aprobación de una reforma tributaria largamente esperada en Brasil por la que se reemplazan cinco tributos al consumo por dos impuestos del estilo del IVA. El objetivo de la reforma fue es simplificar un sistema considerado uno de los más complejos del mundo, donde las empresas gastaban más de 1.500 horas al año solo en cumplir obligaciones fiscales.

La transición será larga y desafiante, pero abre un nuevo capítulo en la región. Según el columnista invitado, para Uruguay la reforma brasileña es una oportunidad, para que algunas empresas trasladen funciones corporativas a nuestro país, buscando estabilidad normativa y regímenes promocionales como las zonas francas. Porque en tiempos de incertidumbre, la previsibilidad se convierte en un activo valioso.

Uruguay: entre la mesa y el menú

En agosto de 2025, Fabián Tiscornia, editor de Economía y del canal Negocios de este periódico, entrevistó a Zayda Manatta, jefa de la Secretaría del Foro Global de Transparencia, quien vino a Uruguay en ocasión de un evento internacional de primer nivel que organizamos en la Universidad de Montevideo. Allí, al introducir la entrevista a Manatta, expresé con claridad mi opinión sobre el tema, que ahora reitero sucintamente: países como Uruguay debemos cooperar inteligentemente con los estándares internacionales, evitando los negative spillovers que pueden surgir si se nos percibe como jurisdicciones no cooperantes. La metáfora es potente: mejor estar sentados en la mesa de negociación que terminar siendo parte del menú.

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El presidente Yamandú Orsi y el ministro de Economía y Finanzas Gabriel Oddone. Foto: Darwin Borrelli.

Pero lo anterior no significa renunciar a nuestra soberanía. El desafío está en encontrar fórmulas que preserven nuestra identidad institucional —como el secreto bancario con debido proceso judicial— y al mismo tiempo cumplir con los estándares globales. Chile, miembro de la OCDE que mantiene una intervención judicial muy ágil, ofrece un ejemplo interesante de cómo compatibilizar ambos mundos, aspectos que siguen hoy en discusión en nuestro Parlamento y que confiamos tenga un desenlace a la altura de nuestra mejor tradicion jurídica.

La “Gran y Hermosa Reforma Fiscal” de Trump

El año cerró con otra noticia de impacto: en setiembre de 2025, Francisco Tochetti, experto tributario en Wealth Planning, analizó la aprobación en Estados Unidos de la One Big Beautiful Bill Act, una reforma fiscal ambiciosa que extiende los recortes de 2017, introduce un impuesto del 1% a las remesas y crea nuevos créditos fiscales. Más allá de su nombre llamativo, la ley refleja la estrategia de Trump de combinar estímulo económico con medidas de confrontación internacional.

Para América Latina, esta reforma tiene implicancias directas. El impuesto a las remesas, por ejemplo, puede afectar a miles de familias que dependen de esos envíos. Y la tensión con organismos internacionales confirma que la política fiscal ya no se decide solo en los ministerios de economía, sino también en los salones donde se negocia la geopolítica.

Vuelta al GloBE

Casi terminando el año, en noviembre de 2025, recibimos la contribución de Eliana Sartori, directora de Servicios Tributarios Legales y Contables de PwC en Uruguay, de las más leídas del año, quien introdujo un punto decisivo en la discusión tributaria nacional: el proyecto de ley de Presupuesto 2025–2029 y la creación del Impuesto Mínimo Complementario Doméstico (IMCD). En su análisis destacaba que Uruguay decidió alinearse con las exigencias del Pilar 2 de la OCDE, imponiendo un gravamen mínimo del 15% a las entidades locales que integran grupos multinacionales de gran porte. La norma dispone excepciones relevantes, como la exclusión de usuarios de zona franca con contratos vigentes que no puedan descontar este impuesto en otras jurisdicciones, y faculta al Poder Ejecutivo a otorgar créditos fiscales a empresas que generen inversión, empleo o innovación tecnológica. La reglamentación, en tal sentido, será clave.

Como señalaba Eliana, la norma también introduce cambios sustantivos en el tratamiento de dividendos remitidos al exterior, condicionando la aplicación del IRNR a que las rentas estén gravadas en la jurisdicción del beneficiario y se reconozca el crédito fiscal por el impuesto retenido en Uruguay, así como una ampliación de las normas antiabuso sobre transferencias indirectas de activos situados en el país.

En el plano de las personas físicas, la ley mantiene el régimen de franquicia para nuevos residentes fiscales a partir de 2026, aunque con condiciones sensiblemente más exigentes, y amplía el alcance del IRPF a ciertos rendimientos e incrementos patrimoniales del exterior.

¿Qué reflexiones podemos entonces llevarnos de #ConsultorTributario al culminar este 2025?

• Pues que la fiscalidad internacional dejó de ser un tema técnico para convertirse en un asunto de poder y diplomacia.

• Que las reformas nacionales, como la de Brasil, pueden reconfigurar la competencia regional y abrir oportunidades para países más pequeños.

• Que el Impuesto Mínimo Global no debería ser el “fin del juego”, sino el inicio de una nueva partida con reglas distintas.

• Y que Uruguay debe seguir cultivando su reputación de estabilidad y cooperación, sin perder de vista la necesidad de atraer inversión y generar empleo, y que ello exige ingenio y negociar inteligentemente con los organismos y países que imponen las reglas fiscales internacionales, pero nunca dejándonos llevar por sus presiones o impulsos de manera irreflexiva.

Mirando hacia adelante

El 2026 nos encontrará en un mundo fiscal más fragmentado, donde las grandes potencias imponen sus propias reglas y los países periféricos debemos navegar con prudencia. Para Uruguay, el reto será doble: adaptarse al Impuesto Mínimo Global sin perder atractivo, y mantener nuestro lugar en la mesa de negociación internacional.

Como escribí tantas veces en este espacio, los impuestos no son solo números en una planilla: son incentivos, son señales, son piezas de un tablero que condiciona la convivencia y el progreso humano desde el origen de la historia. Y en un mundo donde los vientos son cada vez más fuertes, debemos decidir qué actitud tomamos. Si, como reza el antiguo proverbio chino, levantamos inútilmente muros, o en cambio construimos molinos, para aprovechar esa fuerza y convertirlos en energía en nuestro favor. Eso sí está en nuestras manos.

Muy feliz Navidad y hasta el próximo año, que lo mejor, como siempre, está por venir.

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