Stephen Castle y Mark Landler / The New York Times
El primer ministro británico, Keir Starmer, prometió ayer lunes poner a su país “preparado para la guerra” al anunciar planes para construir hasta 12 nuevos submarinos de ataque e invertir miles de millones de libras en armamento nuclear y de otro tipo como parte de una nueva estrategia militar para un mundo más peligroso.
“La amenaza que enfrentamos ahora es más grave, más inmediata y más impredecible que en cualquier otro momento desde la Guerra Fría”, dijo Starmer, señalando “la guerra en Europa, los nuevos riesgos nucleares, los ciberataques diarios” y la “creciente agresión rusa” en aguas y cielos británicos.
“Creo que la mejor manera de disuadir un conflicto es prepararse para él”, agregó Starmer, hablando en una instalación industrial en Glasgow, Escocia, antes de la publicación de la revisión de defensa estratégica del gobierno, que delineará los planes para aumentar la producción de drones y aumentar las reservas de municiones y equipos.
El ambicioso plan de rearme británico se produce en medio de la creciente incertidumbre generada por los ataques rusos a Ucrania, la retirada estadounidense de Europa y el aumento de las tensiones globales. Starmer presentó sus planes horas después de uno de los bombardeos aéreos más intensos de los tres años de guerra, con drones ucranianos atacando bases aéreas en territorio ruso.
La revisión, dirigida por George Robertson, exsecretario general de la OTAN, se creó el año pasado poco después de que Starmer ganara las elecciones generales. Sin embargo, su tarea adquirió una nueva urgencia ante la creciente evidencia del debilitamiento del compromiso del presidente Donald Trump con la seguridad europea y su actitud ambivalente y, en ocasiones, insinuante hacia el presidente ruso, Vladimir Putin.
Entre las recomendaciones hechas públicas de antemano por el gobierno estaban la adquisición de hasta 7.000 armas de largo alcance construidas en Gran Bretaña y la creación de un nuevo cibercomando, junto con una inversión de 1.000 millones de libras, equivalente a 1.350 millones de dólares, en capacidad digital.
Se invertirá dinero en la protección de infraestructuras submarinas británicas cruciales, así como en drones, que han demostrado ser muy eficaces en la guerra en Ucrania.
Se destinarán más de 1.500 millones de libras de financiación adicional a la reparación y renovación de viviendas para los militares, ya que el gobierno pretende ayudar al reclutamiento y la retención en el ejército británico, donde los números han caído al nivel más bajo desde la era napoleónica.
El lunes, el gobierno destacó los beneficios para la economía doméstica de invertir en rearme, pero la pregunta que pesa sobre la nueva estrategia es cuánto, en tiempos de dificultades fiscales, puede permitirse gastar el gobierno británico.
Starmer ha prometido aumentar la inversión británica al 2,5% del producto nacional bruto, financiándola desviando recursos de la ayuda exterior para el desarrollo. En declaraciones a la BBC, afirmó que Gran Bretaña necesitaba “avanzar a partir de ahí”, pero añadió que no podía fijar una fecha precisa para el aumento de esa cifra al 3% hasta estar seguro de la procedencia exacta del dinero.
En un comunicado, el gobierno dijo que su flota de submarinos convencionales de propulsión nuclear se ampliará significativamente, con hasta 12 nuevos buques que se construirán como parte de una alianza de seguridad con Estados Unidos y Australia, conocida como AUKUS, que está diseñada para contrarrestar la creciente influencia de China.
El gobierno describió la nueva estrategia como un “cambio histórico en nuestra disuasión y defensa: pasar a estar preparados para la guerra con el fin de disuadir las amenazas y fortalecer la seguridad en el área euroatlántica”.
El lunes, Starmer se esforzó por reafirmar el compromiso de Gran Bretaña con la OTAN y la alianza transatlántica, una estrategia que ha seguido cultivando asiduamente a Trump en temas de seguridad y comercio.
Pero entre las recomendaciones llamativas que se esperan de la revisión está la de considerar la compra de aviones de combate capaces de disparar armas nucleares tácticas, un posible presagio de la disminución de la dependencia británica del paraguas nuclear estadounidense.
En las redes sociales, Mike Martin, legislador de los Demócratas Liberales y veterano militar, dijo que los detalles conocidos hasta ahora sobre la revisión eran una “señal de que el gobierno del Reino Unido ya no confía plenamente en que los estadounidenses participen en la seguridad europea”.
Escribió: “La prueba irrefutable son las armas nucleares lanzadas desde el aire”, y agregó que “esta es una capacidad clave que proporciona Estados Unidos y que permite una escalada nuclear sin llegar al punto de destruir Moscú con armas nucleares disparadas desde nuestros submarinos”.
Los gobiernos británicos han realizado revisiones de defensa al menos una vez cada década desde la Segunda Guerra Mundial: la última se realizó en 2021 y se actualizó en 2023.
Robertson, quien ahora es miembro de la Cámara de los Lores, contó con la asistencia de Fiona Hill, exasesora de la primera administración Trump, y Richard Barrons, exsubjefe del Estado Mayor de Defensa británico. Hill, experta en Rusia de origen británico, se convirtió en una crítica vehemente de las relaciones de Trump con Putin tras dejar el Consejo de Seguridad Nacional en julio de 2019.
Críticas de nacionalista escocés a Starmer
El anuncio del primer ministro británico, Keir Starmer, de su plan para reforzar el gasto militar, presentado ayer lunes en Glasgow, ha generado críticas del Partido Nacional Escocés (SNP) y de grupos pacifistas, que cuestionan el alza del presupuesto de defensa en un contexto de recortes sociales. El portavoz de Economía del SNP en el Parlamento británico, Dave Doogan, acusó a Starmer en un comunicado de “robar” a los pensionistas al mantener la eliminación del subsidio energético invernal, conocido como Winter Fuel Payment, que afecta a 900.000 personas en Escocia. “Demuestra lo desconectado que está su partido”, señaló. EFE