"La esperanza de cambio en Rusia sería una revolución", dice periodista perseguida por el Kremlin

Elena Kostioutchenko, experiodista de la clausurada Novaya Gazeta, debió irse de su país en 2022 y, desde entonces, denuncia incansablemente al régimen de Vladimir Putin. En entrevista con El País, relata su exilio.

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 Kostyuchenko: "El régimen de Putin es incapaz de evolucionar y cambiar"
Kostyuchenko: "El régimen de Putin es incapaz de evolucionar y cambiar"
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Por Juan Pablo Correa
Se apasiona y emociona cuando habla de Rusia. Sus ojos celestes se humedecen. La ex periodista de la clausurada Novaya Gazeta debió irse de su país en 2022 y, desde entonces, denuncia incansablemente en el exilio al régimen de Vladimir Putin. Kostioutchenko fue a Suiza para la presentación de la edición en francés de su libro Rusia, mon pays bién aimé, que contiene artículos sobre su experiencia cubriendo la primera etapa de la guerra de Ucrania.Activista LGTB, Kostioutchenko participó de manifestaciones en las que fue golpeada por la policía (en la tapa del libro está la foto de uno sus arrestos). En 2022 su editor, el premio Nobel de la Paz Dmitry Muratov, le aconsejó no volver a Rusia desde Ucrania, donde se encontraba. Le hizo caso. En octubre de 2022 y estando en Alemania, Kostioutchenko sufrió síntomas de envenenamiento. Actualmente colabora con Meduza, un medio en línea en lengua rusa que tiene 10 millones de lectores y cuya sede está en Riga, la capital de Letonia. La periodista de 36 años conversó con El País sobre sus esperanzas y su convicción de que solamente una revolución puede cambiar la situación su país.

-¿Cómo surgió la idea de escribir el libro?

-Me comenzó a parecer necesario cuando en 2015 el gobierno ruso calificaba los combates en el Donbass (en el este de Ucrania) como una guerra civil ucraniana. Pero yo sabía que había soldados rusos muertos allí. Encontré una testigo cuyo hermano menor, soldado, proveniente de un pequeño pueblo del sur, sin oportunidades de trabajo, había muerto en el Donbass, Se lo devolvieron en un ataúd y le dijeron que no tenía derecho a abrirlo. Quería su testimonio pero me dijo que “tenía dos amores, mi hermano y mi patria, perdí mi hermano y no quiero perder el otro amor”. Fue lo más terrible que oí. Me hizo reflexionar sobre qué es lo que el amor por el país nos hace hacer. En 2022 se hundió todo y no pude esperar más. Quería explicar cómo surgió el fascismo en mi país. Lo escribí pensando primero en mis conciudadanos pero el libro quiere ir más allá de ellos porque desgraciadamente los signos de aparición del fascismo están en otros lugares. Lo que ocurre no es más una cuestión vinculada a la situación interna de los derechos humanos en Rusia. Es una cuestión de seguridad mundial.

-¿Cómo recuerda a Novaya Gazeta?

-Era una familia. Compartíamos todo, objetivos, valores. Parte de la redacción se fue. Algunos trabajan con Meduza. Anna Politkovskaya denunció lo que ocurría en Chechenia y lo pagó con su vida (N de R: esta periodista fue asesinada en 2006). Si se la hubiera escuchado, quizás lo que está pasando se evitaba. Los mismos comandantes que cometieron torturas están ahora en Ucrania. Mi hermana menor sigue trabajando en Rusia. Estoy increíblemente orgullosa de ella. Ella planifica día a día y se contenta de volver viva cada jornada a su casa. En ese momento recién piensa en el día siguiente. Algunos periodistas que trabajan allá cambian cada semana el lugar en el que viven porque son espiados.

-¿Qué tanta aprobación tiene Putin entre la población?

-No hay que creer la propaganda de Putin que dice que tiene el 80% de aprobación. Por favor, entiendan que Rusia no es Putin. Es muy importante decir que amo a Rusia (hace una pausa prolongada). Putin dice que ama a Rusia. Rusia mata ucranianos pero el verdadero amor no es matar, es mirar las cosas de frente. Hace tres días hablé con mi madre y finalmente dijo que no entiende la guerra. Ella miraba mucho la televisión y la televisión dice que debemos seguir hasta la victoria. Hicieron falta dos años de discusión con ella. Lloramos. Pero atravesamos el muro de la mentira. La pregunta es qué se puede hacer una vez que se comprende. Ella no puede hablar con sus amigos de Yaroslav (ciudad natal de Kostioutchenko, donde aún vive su madre). Los sondeos no son confiables. Quizás un 15% apoye activamente la guerra y el 15% se opone. Hay 70% que si se le pregunta en público dice que apoya pero si se le pregunta a la persona si quiere ir a la guerra, dice que no, si quiere que alguien cercano vaya, dice que no, y si prefiere que el dinero vaya a hospitales, dice que prefiere que el dinero vaya a hospitales. A este grupo hay que prestarle atención. Si cambia, cambiará el país. Pero el gran problema es la impotencia heredada de la historia.

-¿Cuál es la situación de la comunidad LGBT?

-Se prohibió el movimiento LGBT por extremista, por ser el enemigo interior. El régimen siempre tiene que tener enemigos internos y externos para movilizar a la sociedad. El enemigo externo es Ucrania y Occidente y para enemigo interno eligieron al movimiento LGBT. Somos ideales porque somos una minoría, por lo que no podemos ser inquietantes para el régimen y porque somos “diferentes”. Es la esencia del fascismo negar derechos.

-¿Ve alguna posibilidad de cambio político en el corto y mediano plazo en Rusia?

-Hay elecciones entre comillas en abril. Pero no existen más las elecciones, son rituales. Hay algunos signos de cambio. Dos candidatos que están contra la guerra intentaron inscribirse. Las minorías étnicas protestan. La única esperanza sería una revolución. No sabemos qué resultados tendría pero es nuestra única esperanza. El régimen es incapaz de evolucionar y cambiar.

-¿Pueden llegar a incidir las protestas de las esposas de los movilizados?

-El movimiento de mujeres da mucha esperanza. Es una protesta que viene de abajo y se da en todas las regiones. Hay quienes dicen que no hay que ayudarla porque las parejas de esas mujeres están matando en Ucrania. Yo creo que sí hay que ayudarla. Puede ser un punto de inflexión.

-En lo personal, ¿se siente segura estando fuera de Rusia?

-No, no me siento segura.

-¿Se ha planteado que quizás nunca pueda volver a su país?

-No lo pienso jamás. Si lo pensara, no podría trabajar más. La posibilidad de volver es lo que me da fuerza. Rusia es toda mi vida. Es el país que amo más que nada. Es el país de mi familia, de mi madre, de mi hermana.

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