AFP, Agencia EFE
La Casa Blanca y el Vaticano se cruzaron este martes por las deportaciones de migrantes que está llevando a cabo el presidente Donald Trump.
En una carta a los arzobispos estadounidenses, el papa Francisco pidió “no ceder ante las narrativas que discriminan y hacen sufrir innecesariamente a nuestros hermanos migrantes y refugiados”. Porque, según él, las expulsiones de migrantes en situación irregular constituyen una “importante crisis” que “lastima la dignidad” de las personas.
La misiva del papa suena también como respuesta a la declaración del vicepresidente James David Vance quien, en una entrevista con la CBS, acusó a los obispos de “recibir 100 millones de dólares para ayudar a los migrantes” y se preguntó si sus críticas al Gobierno tenían como objetivo proteger “sus negocios” y no reflejaban una preocupación sincera por las deportaciones.
“El amor cristiano no es una expansión concéntrica de intereses que poco a poco se amplían a otras personas y grupos. Dicho de otro modo: ¡El ser humano no es un mero individuo, relativamente expansivo, con algunos sentimientos filantrópicos! El ser humano es un sujeto con dignidad que, a través de la relación constitutiva con todos, en especial con los más pobres, puede gradualmente madurar en su identidad y vocación”, escribe el papa en su carta.
Las palabras de Vance fueron incluso tachadas de “escandalosas” por el arzobispo de Nueva York, el cardenal Timothy Dolan, uno de los más cercanos a Trump, y que ofreció oraciones en sus dos tomas de posesión.
El papa ya había definido la hipótesis de deportaciones masivas como “una vergüenza”, pero esta vez va más allá y, sin mencionar nunca explícitamente a Trump, considera que “lastiman la dignidad de muchos hombres”.
Añade que “una conciencia rectamente formada no puede dejar de realizar un juicio crítico y expresar su desacuerdo con cualquier medida que identifique, de manera tácita o explícita, la condición ilegal de algunos migrantes con la criminalidad”.
Y advierte de que “lo que se construye a base de fuerza, y no a partir de la verdad sobre la igual dignidad de todo ser humano, mal comienza y mal terminará”, sobre la política migratoria implementada por Trump.
Tom Homan, nombrado zar fronterizo por Trump, reaccionó rápidamente. “Quiero que se centre en la iglesia católica y arregle eso y nos deje a nosotros la vigilancia fronteriza”, dijo a periodistas en la Casa Blanca.
“¿Quiere atacarnos porque garantizamos la seguridad de nuestras fronteras? Hay un muro alrededor del Vaticano ¿verdad? No podemos tener un muro alrededor de Estados Unidos”, soltó Homan, molesto.
Trump, que cree que “Dios le salvó” la vida cuando un hombre disparó contra él durante un mitin en Pensilvania en plena campaña electoral, ordenó por decreto la apertura de una Oficina de la fe en la Casa Blanca, dirigida por la televangelista Paula White, su asesora espiritual.
“Cambió algo en mí”, confesó Trump durante un desayuno de oración en el Capitolio la semana pasada. “Creía en Dios, pero ahora lo siento con mucha más fuerza”, declaró.
El presidente se ha propuesto erradicar lo que él llamó la “persecución” de los cristianos en Estados Unidos y su gabinete tiene un perfil religioso, incluido su vicepresidente JD Vance, convertido al catolicismo hace unos años.
Al contrario de su predecesor Joe Biden, un devoto católico que iba a misa todas las semanas, Trump acude a la iglesia muy de vez en cuando pero se ha ganado el voto de los cristianos evangélicos.
Eso no le impide atacar a los mensajeros bíblicos cuando lo contradicen. Una obispa de Washington, Mariann Budde, lo vivió en carne propia.
En su plataforma Truth Social, el republicano la llamó “pseudoobispa” y pidió que ella y su iglesia se disculpen después de que Budde le suplicara “piedad” con los migrantes y los miembros de la comunidad LGTBQ.
Durante una misa solemne en la catedral nacional de Washington, la obispa habló del “miedo” que, según ella, se siente en todo el país y recalcó que “la gran mayoría de los migrantes no son delincuentes”.
En cuanto al papa, no es su primer encontronazo con Trump. Durante su primera presidencia, de 2017 a 2021, Francisco criticó el plan de Trump de construir un muro en la frontera con México para detener el flujo migratorio.
“Quien levanta un muro termina prisionero del muro que levantó, eso es ley universal, se da en el orden social y en el orden personal (...) Las alternativas son los puentes, levantar puentes”, afirmó Francisco en 2019.
Ayer Francisco nombró como nuevo obispo de Detroit a Edward Weisenburger, quien en el pasado planteó la posibilidad de sanciones canónicas para quienes separen a los niños de sus padres migrantes.
Y en las últimas semanas nombró como obispo en Washington al cardenal Robert McElroy, quien en reiteradas ocasiones ha alzado su voz en defensa de los migrantes, además de ser partidario de la sostenibilidad medioambiental y de la apertura a los católicos LGBTQ.
Francisco pide una plataforma pública IA
El papa Francisco ha pedido a los Estados la creación de una plataforma de interés público sobre inteligencia artificial (IA), en un mensaje enviado ayer martes a la cumbre sobre el tema que se ha organizado en París.
“Espero que la Cumbre de París trabaje hacia la creación de una plataforma de interés público sobre IA; y para que cada nación pueda encontrar en la IA una herramienta para el desarrollo y la lucha contra la pobreza por un lado, y para la protección de las culturas y lenguas locales por otro”, instó el papa.
Francisco consideró que “sólo de esta manera todos los pueblos de la tierra podrán contribuir a la creación de datos, que serán utilizados por la inteligencia artificial, representando la verdadera diversidad y riqueza que caracteriza a toda la humanidad”.
El papa recordó que en su participación en la sesión dedicada a la IA en la cumbre el G7 de Apulia (sur de Italia) el pasado julio ya subrayó “la urgencia de garantizar y proteger un espacio significativo de control del ser humano en el proceso de elección de programas de IA”.
Pues, “sin estos mecanismos”, añadió citando su discurso en el G7, la IA aunque sea una nueva herramienta fascinante, podría mostrar su lado más “terrible, convirtiéndose en una amenaza para la dignidad humana”.
Y a todos aquellos que participan en la Cumbre de París, el papa pidió “que no olviden que sólo del corazón del hombre proviene el sentido de su existencia (en una cita de Blaise Pascal) y que “El amor vale más que la inteligencia” (Jacques Maritain)”.
“Vuestros esfuerzos, queridos participantes, son un ejemplo luminoso de una política sana que quiere incluir las innovaciones tecnológicas en un proyecto orientado al bien común para abrir camino a oportunidades diferentes, que no implican detener la creatividad humana y su sueño de progreso, sino más bien canalizar esa energía de un modo nuevo”, aseguró.
Francisco se dijo convencido “de que la IA puede convertirse en una herramienta poderosa para los científicos y expertos que juntos buscan soluciones innovadoras y creativas para la ecosostenibilidad de nuestro planeta”.
“Espero que los trabajos de las próximas cumbres, que deberían dar continuidad a la actual, examinen con más detalle los efectos sociales de la inteligencia artificial en las relaciones humanas, la información y la educación”, añadió de cara al futuro.