Con más de 25 años de experiencia en el sector público, corporativo y financiero, el Dr. Hans-Dieter Holtzmann se desempeña como director de Proyectos de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay de la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad. En diálogo con El País, analizó los desafíos de una agenda internacional marcada por las tensiones comerciales y políticas.
Desde el nuevo escenario geopolítico y geoeconómico ante el proteccionismo de Donald Trump hasta la creciente presencia china a través de inversiones y atractivo comercial, Holtzmann repasó temas tales como el futuro del acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur —cuya ratificación en el corto plazo ve con optimismo—, las elecciones legislativas argentinas, el enredo que afectó a Javier Milei y su vínculo con EE.UU. además de la situación institucional brasileña y la encrucijada de Alemania ante el avance de la extrema derecha.
—Empecemos por la Unión Europea y el Mercosur. Este acuerdo lleva ya bastante tiempo sin ratificar. ¿Qué se debería hacer para destrabarlo en esta etapa? Teniendo en cuenta el creciente proteccionismo al que se ha volcado el mundo, especialmente desde Donald Trump en este último año. ¿Cuál es la situación hoy?
—Creo que estamos en un punto en el que ojalá veamos la ratificación del acuerdo en el fin de este año, en un mundo donde hay desafíos geopolíticos, y con ello geoeconómicos, con la estrategia de Donald Trump de America First. Europa, pero también los países del Mercosur, necesitan nuevos amigos en el mundo, y con las relaciones históricas muy estrechas entre ambas regiones, el acuerdo es la perfecta respuesta de los países de la UE y el Mercosur sobre los desafíos en el mundo, no solo con respecto a los de Estados Unidos, sino también con respecto a China. China es a veces considerado un inversor, un socio atractivo, pero también es un competidor para las democracias en el mundo. Por eso es necesario para países que comparten los valores democráticos trabajar más juntos, y por eso también el acuerdo es tan importante entre ambas regiones. Soy más optimista que hace unos meses en que vamos a ver la ratificación por el lado de la Unión Europea porque tenemos las señales de Francia de que entienden el nuevo ambiente con Estados Unidos, y que por eso es importante buscar nuevos mercados para productos franceses, y obviamente por razones de cooperación política también. Hay algunos instrumentos que la UE desarrolló y ofreció a Francia y otros países que tuvieron preocupaciones con respecto a su sector de agricultura y con eso vamos a al menos asegurar la mayoría calificada necesaria para comenzar con las partes (del acuerdo) sobre el comercio, que en mi opinión es la parte más importante. Por eso, en cuanto a los temas comerciales, no es necesario que todos los países en la UE ratifiquen el acuerdo, y por eso soy bastante optimista.
—¿Cómo ve el rol de Uruguay, concretamente, como actor en este contexto? Teniendo en cuenta nuestra historia de país chico entre dos pesos muy pesados como Brasil y Argentina.
—En mi opinión, Uruguay tiene un rol clave en el proceso de ratificación. Es lo mismo en la UE: a veces son los países más pequeños que tienen un rol como mediador entre los vecinos grandes cuando hay perspectivas e intereses diferentes entre los países grandes. Y eso es exactamente lo que vemos en Mercosur con el rol de Uruguay. También Paraguay, ambos apoyan el acuerdo. Y por eso es del interés de Uruguay tratar de convencer a Argentina y Brasil. El riesgo no es Brasil en ese proceso, porque el presidente (Luiz Inácio) Lula da Silva ya declaró su apoyo. También Brasil tiene la presidencia del Mercosur en este semestre del año. Por eso, es una oportunidad para Lula de presentarse como el presidente brasileño que asegura la ratificación y finalmente el fin de las negociaciones con la UE en la cumbre en diciembre. Y creo también que Argentina apoya el acuerdo. El presidente Javier Milei es contrario a Donald Trump en esto; cree en el principio de libre comercio. Y por eso es del interés de Argentina participar en un acuerdo que da muchas oportunidades para la agricultura pero también para el sector del servicio y el área de conocimiento, como la inteligencia artificial y otras áreas donde Argentina tiene mucho que ofrecer para hacer más comercio con la UE y para atraer, también, más inversiones de la UE en Argentina.
—Justo mencionó a Lula. Hablando sobre el acuerdo, los BRICS y el debate sobre su rumbo: ¿Qué impacto tendría para la región un eventual cambio en el signo político en Brasil?
—Con respecto al acuerdo entre la UE y Mercosur, no hay mucha diferencia entre la izquierda y la derecha en Brasil. Creo que eso es buena noticia. Por eso, con Lula, Brasil tiene un presidente que cree en la finalización de las negociaciones, de la ratificación del acuerdo. Con respecto a BRICS, Brasil es, en mi opinión, un ejemplo típico para un país que no es miembro del grupo de BRICS por la razón de participar en un grupo anti-Estados Unidos, sino para estar como miembro en otra plataforma para diversificar sus relaciones. Brasil tiene relaciones bastante positivas, productivas, con casi todo el mundo en esos tiempos, menos Estados Unidos, obviamente con la presión del presidente Trump sobre Brasil con aranceles debido al apoyo a Jair Bolsonaro. Pero Brasil es un miembro en el grupo de BRICS para hacer más comercio y diversificar sus relaciones económicas y políticas con otras partes en el mundo, así como para tratar de lograr un rol, una voz más prominente en la representación del Sur Global. Además, busca presentarse como un país que ayuda a fortalecer su rol como miembro del G20, con su impacto en el desarrollo de instituciones multilaterales, para dar al Sur Global —y a Brasil mismo, obviamente— la posibilidad de tener un rol más prominente. Pero no en un sentido anti-EE.UU, sino más en un sentido de diversificación, porque Brasil tiene relaciones productivas con China. China es un gran inversor cada vez más importante en Brasil. Pero Brasil está muy interesado en fortalecer la cooperación económica y política con la UE y normalizar, ojalá también, las relaciones con Estados Unidos. Creo que esa es la diferencia: la relación entre Brasil y China y Brasil y Estados Unidos. En esas áreas hay diferencias entre la izquierda y la derecha en Brasil. Pero no en la relación con la UE.
—En este escenario en el que Jair Bolsonaro está condenado, ¿qué factores cree que van a definir las elecciones de 2026? La economía, la seguridad o el liderazgo internacional —que quizá al ciudadano de a pie tanto no le afecta—...
—Las elecciones en el año próximo van a ser muy importantes para, primero, los brasileños. El problema en Brasil es que el potencial del país es grande, pero la situación económica, también la situación con respecto al nivel de seguridad, los problemas de corrupción, son desafíos para Brasil. También vemos en todo el mundo que para atraer más inversiones del exterior, pero también más confianza y desarrollo en el país, la calidad de las instituciones, la calidad de gobernabilidad, es muy importante. Si estudiamos índices internacionales que comparan la calidad de instituciones en el mundo, hay algunos países en Latinoamérica que tienen una calidad muy alta de sus instituciones, obviamente Uruguay, pero también Costa Rica y Chile. Y por otro lado, países como Nicaragua y Venezuela, Cuba, que tienen una calidad de instituciones muy baja. Por eso es muy importante para el atractivo de un país, para el desarrollo económico pero también social, que Brasil, que está en el centro entre esos grupos pero no en el grupo de liderazgo con respecto a sus instituciones y la calidad de sus instituciones, trabaje mucho en eso. Y por eso, las elecciones van a ser muy importantes para definir si hay una alternativa que se enfoque más sobre el gran potencial del país para hacer foco sobre los desafíos para reducir la corrupción, fortalecer la independencia de la Justicia, que es un gran desafío en Brasil, pero también para hacer una política presupuestaria que invierta más en áreas para el desarrollo del país y aumente la atractividad para inversiones dentro del país como del exterior.
—Hablemos de Argentina, que está atravesando claramente un proceso de reformas profundas. ¿Qué tan viable ve la consolidación de las transformaciones que está tratando de hacer presidente Javier Milei, teniendo en cuenta que se vienen unas elecciones importantes en las que, si no le va bien, le resultará más difícil implementarlas? Sumado a esto, si bien la inflación se redujo, la desconfianza de los mercados y de la población fue en aumento en las últimas semanas.
—Después de dos años, creo que la política de Milei para reducir la inflación y reducir el déficit presupuestario fue muy exitosa. También, después de una terapia de shock, es impresionante que la economía de Argentina muestre ya crecimiento, al menos en comparación con el año pasado cuando Argentina tuvo, después del shock, una recesión. El desafío ahora para el presidente Milei es que, para aumentar verdaderamente el crecimiento de la economía, Argentina necesita reformas estructurales con respecto a impuestos, el mercado laboral, pero también el federalismo, el sistema de pensiones... Esos son temas muy importantes, pero también muy complejos, muy difíciles. Son exactamente los mismos desafíos que vemos en Alemania, por ejemplo. Y hasta ahora, Milei tiene solamente un 10-15% de apoyo en el número de diputados en el Congreso. Por eso, las elecciones legislativas del 26 de octubre son tan importantes para Milei. Ese es un tema. Otro tema es que las elecciones en la Provincia de Buenos Aires a comienzo de septiembre no fueron tan exitosas como Milei esperaba. Y no creo, de verdad, que eso sea un indicador de desconfianza de los argentinos en el rumbo en la política económica en Argentina, sino que es más un indicador de que la gente está frustrada con respecto al manejo de las acusaciones en el área de corrupción. Porque Javier Milei fue elegido presidente por dos razones: una, reducir la inflación; otra, luchar contra la casa, contra el problema de corrupción bajo el partido peronista en el pasado en Argentina. Y ahora, esto no es un problema de Milei personalmente, pero sí de personas cerca de Milei que no pueden explicar con mucha transparencia lo que de verdad pasó o no pasó. Obviamente, al final, es un desafío para Milei. Y las encuestas hasta unas semanas antes de las elecciones en la Provincia de Buenos Aires eran bastante exitosas para él, a pesar de la terapia de shock. El 50%, la mitad de la población, estaba contenta con su rumbo. Y solamente después de los audios (N. del R., los audios adjudicados al exfuncionario Diego Spagnuolo en los que atribuye cobro de coimas a la secretaria de Presidencia y hermana de Milei, Karina Milei), había un desafío en las encuestas para Milei. Pero la buena noticia con eso es que él personalmente puede cambiar esa situación para algo toda transparencia sobre lo que pasó o no pasó en Argentina y, si es necesario, hacer los cambios en su gobierno, en el grupo de sus asesores.
Todo eso tuvo un impacto sobre la confianza de los mercados financieros porque hasta las elecciones en la provincia había confianza en que Milei y su partido, La Libertad Avanza, estarían en una posición para asegurar un resultado muy exitoso en las elecciones en octubre y ahora eso no es tan seguro. Es seguro que van a tener más diputados que ahora, claro, pero el desafío es al menos asegurar un número de diputados para defender vetos del presidente, que ahora no es el caso, como vimos esta semana en el Senado con los votos contra los vetos del presidente en el área de financiamiento de salud y de educación. Esto es un gran desafío para Milei porque se comprometió con el FMI para evitar un déficit presupuestario. Por eso, la oposición tiene ahora esos éxitos en el Congreso. Vamos a ver si Milei al menos asegura el número de diputados suficiente para defender sus votos. Pero idealmente, sería una mayoría con otros partidos y diputados que principalmente apoyan su rumbo de reformas, como el movimiento de PRO de Mauricio Macri.
El punto tres es actualmente el desafío que representa hoy para Milei la situación en Estados Unidos, porque su viaje a Nueva York fue muy exitoso; el premio de Atlantic Council; su encuentro con Donald Trump y el compromiso de Trump y del Tesoro, con Scott Bessent, de que van a apoyar a Argentina si es necesario. Pero ahora hay un shutdown en Estados Unidos. Entonces no pueden asegurar sus propias finanzas. Y por eso, en estas semanas cruciales antes de las elecciones, es muy importante que, si es necesario, los Estados Unidos sean capaces de ayudar a Argentina. Pero ahora tienen sus propios problemas.
—Ahora, en Alemania y Europa en general, la extrema derecha ha crecido y el liberalismo pierde terreno. Por un lado, ¿a qué atribuye este fenómeno? Y por otro, ¿qué pueden hacer los partidos liberales para volver a tener la relevancia que supieron tener?
—Hoy (viernes 3 de octubre) celebramos el Día Nacional de Alemania, el Día de Unidad de Alemania, 35 años después de la reunificación. Y por eso el tema de la democracia es muy importante en estos días para Alemania. Creo que hay algunos factores de por qué la ultraderecha, el partido Alternative für Deutschland —Alternativa para Alemania (AfD)—, es más fuerte en las encuestas que en el pasado. Uno es que hay una sensación de gran parte de la población que el gobierno actual, pero también el gobierno anterior, no han hecho suficiente en cuanto a los problemas y desafíos más relevantes para la gente en Alemania, que son falta de crecimiento —hace cinco años no hay crecimiento de la economía en Alemania—; tenemos problemas con la situación de empleo en Alemania; con la situación de vivienda, que obviamente es muy importante para los chicos, para los jóvenes; y también con el tema de integración de los inmigrantes exactamente 10 años después de la apertura temporal de las fronteras. Por eso es importante que cada gobierno, incluyendo el actual del chanciller Friedrich Merz en su coalición entre demócratas cristianos y socialdemócratas, enfocarse en los temas más relevantes para la gente en Alemania. Y con eso creo que es posible reducir el rol del partido de ultraderecha en las encuestas. Porque la mayoría de los votantes no necesariamente están contentos con todo el contenido de la AfD, sino que es un poco una carta amarilla para los otros partidos tradicionales, que en la opinión de una gran parte de la población, no hacen lo suficiente por lo que preocupa a la población.
Con respecto al Partido Liberal, lamentablemente no estamos representados en el Parlamento Federal por los próximos cuatro años después de las elecciones en febrero, donde el Partido Liberal (FDP) sólo aseguró 4,3%, que es más que los 5% necesarios para estar representado en el Parlamento Federal en Alemania. Ahora es importante que el partido trabaje en aquellos parlamentos donde son representados: en el Parlamento Europeo, sobre el tema del acuerdo entre la UE y Mercosur, por ejemplo, pero también en parlamentos y gobiernos en estados en Alemania. En el año próximo vamos a tener elecciones en dos estados en Alemania, donde los liberales tradicionalmente son bastante fuertes, en el estado de Baden-Württemberg y el estado de Rheinland-Pfalz. Ojalá sean un indicador positivo para los liberales en esas elecciones. Es importante para el partido, si el gobierno no lo hace, trabajar mucho con ideas y propuestas sobre los temas centrales en Alemania, fortalecer la economía, reducir la burocracia, fortalecer la digitalización, asegurar que empresas puedan comerciar, desarrollarse; el tema de relaciones internacionales. También el tema de una política de inmigración controlada, porque Alemania necesita inmigración debido al cambio demográfico, que es un gran desafío para el país. No podemos continuar financiando los sistemas sociales, pensiones, salud, apoyo para gente en la reducción de impuestos como en el pasado. Tenemos que renovar esos sistemas para introducir más incentivos, más responsabilidad de la gente, hacer el apoyo más eficaz para las personas que en verdad necesitan apoyo, introducir más elementos de financiamiento mercados capitales. Esos son los temas donde que vamos a trabajar, y si el gobierno no lo hace, presentar nuestras ideas para atraer los votos que son necesarios para regresar al parlamento en las próximas elecciones.