Redacción El País
En el estrado elevado de Sharm el-Sheikh, Egipto, donde los líderes mundiales flanquearon al presidente Donald Trump para conmemorar el acuerdo de alto el fuego en la Franja de Gaza, se destacaba un hombre que no era ni jefe de gobierno ni miembro de la realeza árabe.
Gianni Infantino, presidente de la FIFA, el organismo rector del fútbol mundial, fue el único funcionario deportivo presente en la cumbre del lunes y el único dignatario sin un rol político. Posó para fotos con Trump y con el presidente egipcio, Abdel Fattah el-Sissi. Prometió ayudar a reconstruir los campos deportivos destruidos en Gaza y afirmó haber viajado a Egipto por invitación de Trump.
"Es realmente importante que la FIFA esté aquí", dijo Infantino en Instagram en un pulido video destacado que muestra sus interacciones con los líderes mundiales.
Infantino se ha dedicado a estar presente donde Trump está, sin importar la agenda del día. En 2020, Infantino pronunció un discurso en una cena para ejecutivos de empresas organizada por Trump en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza. Durante la pandemia de COVID-19 de ese año, viajó a Washington para la firma de los Acuerdos de Abraham, que establecieron relaciones diplomáticas entre Israel y varios países árabes. También se aseguró un lugar destacado este año en la segunda investidura de Trump y ha aparecido en el Despacho Oval en numerosas ocasiones desde entonces.
Infantino ha sido uno de los mayores impulsores de Trump desde su primer mandato, cuando Estados Unidos obtuvo la coorganización del Mundial de 2026. La FIFA abrió una oficina en la Torre Trump este año. Ha elogiado a Trump con elogios —la semana pasada, pidió que se le concediera el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos en Gaza— y, a cambio, ha recibido la misma atención y acceso que Trump reserva para sus principales asesores y aliados.
La cercanía de su relación ha suscitado críticas, incluso de otros dirigentes del fútbol, sobre si Infantino debería establecer un vínculo público tan estrecho con un líder mundial. La FIFA tiene normas estrictas sobre la interferencia política en el fútbol, y ejecutivos de la FIFA y otros dirigentes del fútbol han expresado en privado su preocupación por el comportamiento de Infantino con Trump, según algunos de ellos. Trump ha llamado a Infantino "el rey del fútbol".
Un portavoz de la FIFA señaló que muchos líderes mundiales estuvieron presentes y que, como presidente de la FIFA, Infantino tenía derecho a estar allí como una especie de igual.
La FIFA se encuentra bajo presión para resolver una queja de hace dos años presentada por uno de sus miembros, la Federación Palestina de Fútbol, contra Israel. La queja alega que Israel ha infringido las normas de la FIFA, incluidas las normas sobre territorialidad, al permitir que equipos de asentamientos israelíes en Cisjordania jueguen en la liga israelí. Israel ha rechazado las acusaciones.
“Infantino ha abandonado toda pretensión de neutralidad política que la FIFA defiende y se compromete a mantener por ley, y la ha puesto firmemente del lado de Donald Trump y Benjamin Netanyahu”, declaró Nick McGeehan, director del grupo de defensa de los derechos humanos FairSquare, que ha publicado informes críticos con la FIFA. Describió la aparición de Infantino en Egipto como “profundamente preocupante”.
Un portavoz de la FIFA no respondió a las preguntas sobre la declaración de McGeehan. Infantino, quien viajó a la cumbre en un jet privado catarí que usa con frecuencia, ha restado importancia a las críticas. Ha insistido en que necesita una relación estrecha con el líder del país anfitrión para organizar con éxito la Copa Mundial. Ha pasado mucho menos tiempo con los líderes de Canadá y México, coanfitriones del torneo.
Hay pocos precedentes de líderes deportivos que se alineen tan estrechamente con líderes mundiales como lo ha hecho Infantino. La presidenta del Comité Olímpico Internacional, Kirsty Coventry, quien también gestiona las relaciones con los jefes de gobierno, no asistió a la cumbre en Egipto. El predecesor de Infantino, Sepp Blatter, destituido tras un escándalo de corrupción en 2015, nunca estuvo presente en los eventos políticos. Tampoco Thomas Bach, a quien Coventry sucedió este año.
Infantino ha estrechado lazos con líderes de otros países que difuminan las fronteras entre el sector empresarial y el gobierno. Entre ellos se encuentran el presidente Paul Kagame de Ruanda, a quien grupos de derechos humanos acusan de celebrar elecciones fraudulentas; el príncipe heredero Mohammed bin Salman de Arabia Saudita, que obtuvo la sede del Mundial de 2034 sin concurso público; y el jeque Tamim bin Hamad Al Thani de Qatar, que albergó el Mundial de 2022. Qatar proporcionó a Infantino una villa en Doha antes del Mundial de 2022.
Infantino también ha recibido con los brazos abiertos a la familia Trump. Rompió con lo establecido al permitir que Ivanka, la hija de Trump, participara en el sorteo del Mundial de Clubes, un nuevo torneo que se celebró en Estados Unidos este año. Normalmente, los nombres de los jugadores retirados son los que se eligen para los torneos.
Donald Trump ha convencido a Infantino para que le deje dos trofeos de la FIFA, incluyendo una réplica de la Copa Mundial que se exhibe en el Despacho Oval. A principios de este mes, el espacio reservado para ella en el museo de la FIFA en Zúrich estaba vacío. Tariq Panja / The New York Times
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