El Partido Laborista, liderado por el primer ministro Anthony Albanese, logró ayer sábado una rotunda victoria en las elecciones de Australia que le asegura mantenerse en el poder los próximos tres años, mientras la oposición conservadora, que ha estado una década en el poder, ha sufrido un fuerte varapalo en medio del denominado “efecto Trump”.
“Los australianos han elegido enfrentarse a los retos mundiales a la manera australiana, cuidándose unos a otros y construyendo el futuro”, dijo eufórico Albanese en su discurso de victoria desde Marrickville, al oeste de Sídney, uno de los feudos de su partido.
Con más del 70% del voto escrutado, el Partido Laborista se ha asegurado 83 escaños mientras que la coalición conservadora Liberal-Nacional obtiene 35 de una Cámara de Representantes de 150.
Según la proyección de la cadena ABC, los laboristas de Albanese obtendrían 86 escaños, muy por encima de la mayoría absoluta de 76 y de los 77 con los que contaba ahora, mientras que la coalición Liberal-Nacional se quedaría en 41, muy lejos de sus expectativas y de los actuales 58.
El propio líder de la coalición conservadora, el veterano Peter Dutton, ha perdido su escaño en la circunscripción de Dickson, el estado de Queensland, que ocupaba desde 2001.
Los resultados alejan la idea de que los australianos iban a castigar al bipartidismo, por lo que los partidos pequeños podrían ser claves en la formación del Gobierno. En tal sentido, los Verdes habrían perdido los cuatro escaños que lograron en anteriores comicios.
En una noche histórica para los laboristas, Albanese se ha dirigido a sus bases y a la nación para celebrar la victoria y hacer hincapié en las políticas sociales en las que ha basado su campaña, muy marcada por el alto coste de la vida en el país oceánico.
El primer ministro, de 62 años, aseguró que ha ganado el partido de todos los australianos “que quieren un trabajo justo, una remuneración justa por su trabajo y el derecho a desconectar cuando termine de trabajar” y el de todos aquellos que merecen “la seguridad de un techo sobre su cabeza o sueñen con tener su propia casa”.
Albanese, que ha hecho historia al convertirse en el primer líder laborista en ser reelegido en 21 años, ofreció descuentos en facturas de electricidad, reducción de impuestos y medidas más sólidas que las de la oposición sobre uno de los mayores problemas del país que inquieta a los votantes jóvenes, el precio desorbitado de la vivienda.
Otro de los factores que dominó la campaña y los últimos meses de su Gobierno es la guerra comercial.
Impacto Trump
Albanese, con un reconocido talante negociador, se comprometió a viajar a Estados Unidos como primer destino extranjero si lograba retener el poder, con el objetivo de negociar los aranceles impuestos por el presidente estadounidense, Donald Trump.
Además del 10 % base a las importaciones de cualquier país en vigor desde el 5 de abril, Australia también se ha visto impactada por los gravámenes del 25 % al acero y aluminio, a pesar de que la nación norteamericana tiene un superávit en su comercio bilateral con el país austral.
La alargada sombra de Trump ha estado siempre presente en la campaña electoral de Dutton.
Aunque Albanese calificó de inamistosa la medida de los aranceles, ha asegurado que no tomará represalias, como ha hecho China, pues cree que un aumento bilateral de impuestos terminará afectando aun más el costo de vida para los australianos. Sin embargo, ha dicho que esta situación afectará la competencia que existe en la región por la creciente influencia de China sobre el Indopacífico.
En el ámbito internacional Albanese muestra un apoyo irreductible a Ucrania frente a la invasión de Rusia.
La guerra en Gaza entre Israel y el grupo terrorista Hamás ha abierto fisuras en la sociedad australiana debido al aumento, según datos del Gobierno, de los delitos de odio contra la comunidad judía y musulmana, un tema por el que el dirigente tomó la decisión salomónica de nombrar a dos representantes especiales para buscar soluciones, que aún no llegan.
Agencia EFE, AFP