Redacción El País
Los presidentes Donald Trump y Xi Jinping hicieron un alto ayer para hablar de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. La llamada sirvió al menos para abrir una instancia de negociación entre las dos potencias. Xi Jinping instó a Trump a “corregir el rumbo” de las relaciones bilaterales.
La llamada -la primera anunciada públicamente desde que Trump regresó a la Casa Blanca en enero- se produjo después de que China y Estados Unidos se acusaran mutuamente de poner en peligro un acuerdo de tregua sellado en Ginebra el mes pasado.
“Corregir el rumbo del gran barco de las relaciones chino-estadounidenses requiere que lo gobernemos bien y que establezcamos su dirección, sobre todo para eliminar todo tipo de interferencia e incluso destrucción”, declaró Xi según la agencia estatal de noticias Xinhua. Por otro lado, Xi pidió a Trump que trate la cuestión de Taiwán “con cautela” para evitar un “conflicto”, según la misma fuente. También llamó a “retirar las medidas negativas tomadas contra China”.
Trump, por su parte, aseguró que la conversación, que duró cerca de hora y media, acabó con una “conclusión muy positiva”. El presidente estadounidense anunció en su red social Truth Social que sus equipos comerciales y los de Xi Jinping se reunirán “pronto” para hablar sobre los aranceles, en un lugar aún por definir. Según él, “no deberían” quedar flecos sueltos sobre el acceso a las tierras raras chinas, un escollo importante en las relaciones entre ambos países.
El tono de Trump cambió radicalmente respecto a sus furibundos comentarios de la semana pasada, cuando acusó a China de no respetar el acuerdo de tregua comercial negociado en mayo.
Juego de poder
Los dos mandatarios hablaron “a petición” de Trump, indicó Xinhua. La cuestión de quién está en posición de fuerza, si Estados Unidos o China, es altamente sensible para Trump que, según señalan en tono burlón sus oponentes demócratas, tuvo que dar marcha atrás varias veces en la guerra arancelaria.
Pero las disputas entre Pekín y Washington van mucho más allá del comercio. Las dos superpotencias también están enfrentadas por el trato dado a los estudiantes chinos en universidades estadounidenses -hay unos 1.300 estudiantes chinos solo en Harvard-; el tráfico del fentanilo, las relaciones con Taiwán, la alta tecnología o las tensiones en el mar de China meridional.
El acuerdo alcanzado en Ginebra prevé una pausa de 90 días y permitió poner freno a una escalada arancelaria que llevó a Pekín a imponer tarifas aduaneras del 125% a los productos estadounidenses; y a Washington, tasas del 145% a los bienes chinos. Ambos países habían aceptado reducir provisionalmente sus recargos aduaneros al 30% y al 10% respectivamente.
El miércoles, Trump afirmó en Truth Social que le “agrada” Xi pero que es “extremadamente difícil hacer un trato con él”.
Según el diario Wall Street Journal, el enfado se debía a la lentitud de China para otorgar nuevas licencias de exportación de tierras raras y otros componentes necesarios para semiconductores y automóviles. (Con información de AFP)
Intercambian invitaciones para visitas oficiales
Donald Trump dijo ayer jueves que Xi Jinping lo invitó a visitar China y que él respondió convidando a viajar a EE.UU., tras la charla telefónica que el mandatario republicano calificó de “muy positiva”. “Durante la conversación, el presidente Xi tuvo la amabilidad de invitarnos a la primera dama (Melania Trump) y a mí a visitar China, y yo correspondí”, escribió Trump en su red Truth Social sobre la llamada, en la que dijo que ambos abordaron “algunos detalles” de las negociaciones comerciales.
“Como presidentes de dos grandes naciones, esto es algo que ambos esperamos con entusiasmo”, aseguró Trump.