LA PANDEMIA DEL COVID-19
En Brasil, a las diferencias entre Bolsonaro y su ministro de Salud se agregan las dudas sobre las cifras de infectados y fallecidos.
Brasil sumó 105 muertes por COVID-19 ayer lunes, llegando a los 1.328 fallecidos, mientras que el número de casos son 23.430, un 6% más que los del domingo, según los datos divulgados por el Gobierno.
Pero estas cifras podrían no estar reflejando la situación real en el país. Un estudio publicado ayer lunes indica que Brasil probablemente tiene 12 veces más casos del nuevo coronavirus de los que el Gobierno informa, debido a que se están realizando muy pocas pruebas y pasa mucho tiempo para confirmar los resultados.
El informe fue realizado por investigadores de un consorcio de universidades e institutos que examinaron la proporción de casos que terminaron en muertes hasta el 10 de abril, y los compararon con las tasas de mortalidad esperadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La tasa de mortalidad mucho más alta de lo esperado en Brasil indica que hay muchos más casos del virus de los que se cuentan, y el estudio estima que solo se informa el 8% de los infectados.
El gobierno se ha centrado en probar casos graves en lugar de todos los casos sospechosos, dijo el Centro de Operaciones de Salud e Inteligencia, responsable del estudio. “El alto grado de notificación insuficiente podría dar una falsa impresión sobre el control de la enfermedad y, en consecuencia, podría conducir a una disminución de las medidas de contención”, dijo el centro.
Según las cifras oficiales, el estado de San Pablo, el más poblado de Brasil con cerca de 46 millones de habitantes, continúa siendo el epicentro de la pandemia en el país, con 608 muertes y 8.895 casos confirmados hasta el momento.
Los datos oficiales fueron presentados ayer lunes por los técnicos del Ministerio de Salud en una rueda de prensa en la que, a diferencia de días anteriores, no estuvo presente el titular de la cartera, Luiz Henrique Mandetta, a pesar de que su asistencia había sido confirmada inicialmente. De acuerdo con los técnicos, Mandetta se ausentó para cumplir otros compromisos.
Desde que estalló la crisis del coronavirus en Brasil, Mandetta ha expresado sus divergencias respecto al presidente Jair Bolsonaro.
Mientras Bolsonaro critica las restricciones impuestas por algunos estados y defiende la vuelta al trabajo para mantener a flote la economía, Mandetta ha insistido en que la única forma de combatir la pandemia es mediante el aislamiento social.
La tensión entre ambos aumentó en las últimas horas, después de que Mandetta afirmó en una entrevista al programa Fantástico, de la cadena Globo, que los ciudadanos necesitan recibir un mensaje cohesionado por parte del Gobierno. “Espero que esta validación de los diferentes modelos para hacer frente a esta situación pueda ser común y que podamos tener un discurso único y unificado”, afirmó Mandetta, cuya permanencia en el cargo llegó a ser puesta en duda por el círculo más próximo del presidente Bolsonaro.

Además del informe del consorcio de universidades sobre la cantidad de casos de COVID-19 en Brasil, otro dato preocupante surgió ayer.
Según una encuesta de Globo basada en datos del Ministerio de Salud, en Brasil una cuarta parte de los fallecidos por COVID-19 desde el primer registro de la enfermedad en el país no forman parte de los llamados grupos de riesgo, es decir, el 25% de las víctimas fatales son personas menores de 60 años y sin comorbilidades que agravan los síntomas. Ese número se ha disparado en los últimos 15 días, según Globo.
Hasta el 27 de marzo, solo el 11% de las muertes se observaron entre personas menores de 60 años, y solo el 15% de las víctimas fatales no tenían comorbilidades. Ahora, sin embargo, estas tasas han aumentado: el 25% de las muertes ocurren entre personas menores de 60 años, y el 26% de las muertes fueron en pacientes sin antecedentes de enfermedades preexistentes, como diabetes, enfermedades cardíacas y pulmonares.
En Brasil, la proporción de personas menores de 60 años que murieron a causa de COVID-19 es más de cinco veces mayor que la de España (4,6%).
Según los expertos, una de las explicaciones del cambio en el perfil de los muertos en Brasil radica en el factor socioeconómico. Eliseu Alves Waldman, profesor del Departamento de Epidemiología de la USP, dice que el coronavirus está llegando a la periferia de las grandes ciudades, donde la población es “socialmente más vulnerable”. Por lo tanto, el número de muertos fuera del grupo de riesgo podría seguir creciendo, lo que no significa que las personas mayores y las personas con comorbilidades tengan un riesgo menor.
Polémica entre Chile y Argentina
El gobierno de Chile informó ayer lunes que los casos de COVID-19 ascienden a 7.525 y defendió su estrategia para luchar contra la pandemia, que pasa por declarar cuarentenas “específicas” en distintos barrios o ciudades, en vez del confinamiento riguroso de todo el país.
“La estrategia tomada por el presidente (Sebastián) Piñera es la más adecuada para nuestro país y creo que, en parte explica esta estrategia, que ciertos pronósticos muy catastróficas que vimos al inicio de este brote epidémico no se están cumpliendo”, señaló el ministro chileno de Salud, Jaime Mañalich.
El gobierno chileno se ha visto obligado en los últimos días a explicar su estrategia, sobre todo luego de que el presidente argentino, Alberto Fernández, comparara el pasado 10 de abril las cifras de contagiados y fallecidos respecto a la población total en ambos países y alabara el desempeño de Argentina, donde hasta ayer lunes se habían registrado 2.277 casos y 68 fallecidos.
“Somos el país de América Latina que más testeo hace por millón de habitantes, es 10 veces el número que hace Argentina (...) Yo no quiero comparar un país con el otro porque al final tenemos que esperar a que la pandemia pase para ver cuál es el resultado de estas estrategias”, replicó Mañalich.
Piñera también se refirió el domingo en el canal local Tele13 al comentario de su par argentino y aseguró que un confinamiento total “no es sostenible” en Chile porque “nadie podría asegurar que las familias cuarentenadas tengan los medicamentos, los alimentos y los servicios básicos”.
Chile, donde los expertos esperan que el pico de la pandemia se dé entre finales de abril y principios de mayo, registró en las últimas 24 horas 312 nuevos casos y dos nuevas muertes, que es la cifra más baja en once días y eleva el dato total de fallecidos a 82.
La estrategia que ha seguido Chile desde el inicio del brote del nuevo coronavirus se basa en decidir si se confinan o liberan distintas ciudades o barrios en función de la evolución del número de contagios por kilómetro cuadrado.
Ayer lunes, por ejemplo, se levantó el confinamiento en tres barrios del este de Santiago que llevaban en cuarentena dos semanas -Providencia, Lo Barnechea y Vitacura-, una medida que no convence a sus alcaldes y que ha despertado críticas en distintos sectores.
La consultora Plaza Pública Cadem reveló este lunes en una encuesta que el 79% de los chilenos desaprueba el levantamiento de cuarentenas en esos barrios. (EFE)
Bolsonaro
El jueves pasado, Bolsonaro, de 65 años, visitó una panadería en Brasilia y se fotografió con los vendedores del establecimiento y algunos seguidores. Un día después, el mandatario se dirigió con un nutrida comitiva al acomodado barrio de Sudoeste, en Brasilia, donde escuchó tantos aplausos como cacerolazos de vecinos recluidos en casa por la cuarentena. Diversas encuestas indican que cerca del 75% de los brasileños aprueba la forma en que el ministro de Salud Mandetta gestiona la crisis sanitaria, en desacuerdo con Bolsonaro.