Las personas privadas de libertad tienen más de un 70% de aprobación en exámenes y cursos de la Universidad de la República. Se considera un porcentaje muy alto si se tienen en cuenta las importantes restricciones pedagógicas y materiales por el contexto de encierro. Y si bien quienes cursan carreras universitarias representan una ínfima proporción de la población reclusa, las inscripciones han tenido un crecimiento explosivo en los últimos años. Los datos surgen de un informe académico que releva una década de datos y fue elaborado por el Área de Evaluación de Políticas de Enseñanza del Prorrectorado de Enseñanza (Errandonea, Yozzi, Clavijo).
La investigación analiza exclusivamente a quienes tuvieron actividad académica entre 2016 y 2024. Se identificaron 231 estudiantes privados de libertad que se inscribieron al menos una vez en una oferta de grado, de los cuales 164 registraron algún resultado académico en ese lapso. En total, estos estudiantes realizaron 720 inscripciones, 623 de ellas con actividad efectiva.
Matrículas y resultados
Uno de los fenómenos más salientes del informe es el notable crecimiento de la matrícula y de la actividad académica a lo largo de la última década.
En 2016 la Udelar registraba solo 7 estudiantes privados de libertad inscriptos, mientras que en 2024 la cifra aumentó a 116, lo que representa una expansión superior al 1000%.
Las inscripciones, que eran apenas 9 en 2016, ascendieron a 359 en 2024. Asimismo, los estudiantes que efectivamente lograron resultados pasaron de 8 en 2016 a 139 en 2024.
La actividad evaluativa presenta un salto aún más significativo: en 2016 se contabilizaron 45 resultados, al tiempo que en 2024 se alcanzaron 8.134, cifra que por sí sola constituye el 68,5% de todos los resultados registrados entre 2016 y 2024.
En el período completo se acumulan 11.877 resultados académicos, entre ellos 475 cursos (379 aprobados) y 9.438 exámenes, de los cuales 6.529 fueron aprobados.
El informe señala que el despegue más pronunciado ocurre a partir de 2021, con una consolidación en 2022 y un crecimiento exponencial en 2024, año en el que se registran más de 3.800 resultados en el primer semestre y más de 3.300 en el segundo.
Las tasas de aprobación son altas y meritorias dado que se obtienen por una población con carencias de todo tipo.
La Tasa de Aprobación por Estudiante en cursos se movió entre 68% y 79% entre 2019 y 2024, con fluctuaciones explicadas por la pandemia.
En exámenes, este indicador comenzó en 71% en 2016, cayó a un mínimo de 59% en 2018 y luego se recuperó sostenidamente hasta alcanzar 79% en 2023 y 75% en 2024.
La Tasa de Aprobación de Primer Intento también muestra un comportamiento destacado: en cursos aumenta desde 57% en 2021 hasta 79% en 2024; y en exámenes, luego de caer a 53% en 2020, crece hasta alcanzar 73% en 2024.
En cuanto al avance curricular, medido en créditos aprobados, el promedio ponderado por individuo muestra una estabilidad en niveles altos a partir de 2018. El promedio se estabilizó cerca de 8 créditos por semestre desde 2018, con picos de 8,3 en el primer semestre de 2020 y nuevamente en el segundo de 2024.
Género y edad
El perfil del estudiantado privado de libertad es marcadamente distinto al de la población universitaria general. El 88,3 % de las inscripciones corresponde a varones y solo el 11,7 % a mujeres, con variaciones anuales en las que la participación femenina llega a niveles mínimos y recién en 2024 alcanza el 13,5%. La edad también es un factor diferenciador: el grupo más numeroso se encuentra entre los 30 y 39 años (39,2%), seguido por personas mayores de 40 años (26,5%), mientras que solo el 12,2% tiene entre 18 y 24 años. El 94,2% de las inscripciones pertenece a personas nacidas en Uruguay, y una mayoría significativa realizó su educación previa en Montevideo (59,3%), con menor presencia del interior (21,1%).
Comparados con la matrícula general de la Udelar, los estudiantes privados de libertad representan proporciones marginales, raramente superiores al 0,2 %, y tienen características demográficas muy diferentes: más edad, predominio masculino y mayor concentración urbana.
Oferta reducida
El análisis muestra también que la oferta educativa disponible para esta población está fuertemente concentrada en pocos servicios universitarios. La mayor carga académica se registra en la Facultad de Ciencias Sociales, con más de 4.000 resultados, en su mayoría exámenes. Le siguen la Facultad de Ciencias Económicas y Administración, con más de 2.200 exámenes, y la Facultad de Información y Comunicación, que aporta cerca de 1.500 resultados. Humanidades y Ciencias de la Educación y Psicología integran un segundo grupo de servicios con entre 800 y 900 registros anuales en los picos del período. Derecho se ubica en un nivel intermedio, con menos de 400 resultados. El resto de las facultades presenta cifras significativamente menores, muchas veces inferiores a 100 resultados en el período. Para los autores, esta concentración indica que la accesibilidad académica para estudiantes privados de libertad está limitada a determinadas áreas disciplinares y que los servicios universitarios regionales y otras facultades tienen una participación marginal.
Trayectorias y desafíos
En cuanto a las trayectorias estudiantiles, la complejidad de estudiar en contextos de encierro se evidencia en los resultados. Solo el 36,3% de los estudiantes mantiene actividad continua durante todos los años que comprende el análisis. En contraste, el 44,4% presenta trayectorias discontinuas, con interrupciones y retornos posteriores a la actividad académica. La desvinculación definitiva, sin registro posterior de actividad, alcanza el 12,2%.
El informe interpreta que estas discontinuidades no necesariamente reflejan desinterés, sino que responden a condiciones externas al proceso educativo, como traslados entre centros, cambios en las modalidades de reclusión y obstáculos institucionales para sostener la continuidad.
A partir de los datos relevados, el informe concluye que la población privada de libertad que estudia en la Udelar no solo se ha multiplicado en número, sino que además muestra un rendimiento académico elevado, medido tanto en tasas de aprobación como en acumulación de créditos. No obstante, el estudio identifica desafíos importantes para el futuro inmediato: reducir los niveles de inactividad y desvinculación, diversificar la oferta educativa actualmente concentrada en pocas facultades y ajustar las modalidades de enseñanza y evaluación para hacerlas compatibles con las restricciones cotidianas de la vida en prisión.