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Vacunas contra el COVID-19: gobierno cierra acuerdo para las dosis de Pfizer y Sinovac

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Vacuna contra el COVID-19. Foto: AFP
A medical assistant shows a syringe with the Pfizer-BioNTech Covid-19 vaccine for residents and staff at the nursing home for seniors 'Schmallenbach Haus' in Froendenberg, western Germany, on January 22, 2021. (Photo by Ina FASSBENDER / AFP)
INA FASSBENDER/AFP

LA LUCHA CONTRA LA PANDEMIA

Habrá una conferencia de prensa hoy para ampliar la información, aunque en el círculo de Lacalle se sigue manejando “fines de febrero” como las fechas de llegadas de las dosis.

Uruguay acordó con la farmacéutica estadounidense Pfizer y la china Sinovac la compra de vacunas contra el nuevo coronavirus. Así lo hizo saber el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, en un mensaje que publicó poco después de las 20 horas de ayer a través de la red social Twitter.

Paraguay y Uruguay eran los únicos dos países del continente que no habían acordado con los laboratorios para la adquisición de vacunas ante la pandemia que está en curso. Pero ayer ambos se pusieron a tiro. Primero lo hizo el ministro de sanidad paraguayo, Julio Mazzoleni, quien anunció la adquisición de tres millones de dosis. Y en la noche llegó el mensaje del mandatario uruguayo.

Los detalles sobre la compra y el plan de vacunación se darán a conocer hoy, en una conferencia de prensa que se realizará a las 13:00 horas en la Torre Ejecutiva. Según publicó El País días atrás, el plan del gobierno de Lacalle Pou es empezar a vacunar a fines del mes que viene. En cuanto a la cantidad de dosis, en una primera etapa la idea era superar las 500.000 inmunizaciones.

El presidente también tuiteó ayer que se está negociando “la compra de vacunas con otros proveedores”. Como ya se había anunciado, el gobierno ha mantenido conversaciones con el laboratorio ruso que desarrolló la vacuna denominada Sputnik V, la que ya se empezó a administrar en Argentina.

En tanto, según supo El País, también la autoridades han mantenido diálogo con Johnson & Johnson, y están a la espera de la constatación de su eficacia para negociar la compra de dosis.

La vacuna de Pfizer.

La vacuna de los laboratorios Pfizer y BioNTech es la única que, hasta el momento, consiguió la aprobación de la Organización Mundial de la Salud para su uso de emergencia contra el COVID-19. Por eso, y porque en diciembre ya había sido validada por las agencias de medicamentos de Estados Unidos y Europa, es la más extendida en el mundo: al menos 50 países ya han acordado su suministro.

En la carrera por las vacunas contra el nuevo coronavirus, la de Pfizer/BioNTech ha sido de las más comentadas. ¿Por qué? Las dos dosis, que se aplican con una diferencia de tres semanas entre sí, están compuestas por parte del código genético del virus (ARN mensajero), para que el propio cuerpo produzca la proteína “espiga” del virus y se genere la respuesta inmunitaria. En ese sentido, es un método que lleva muchos años de laboratorio pero que se aplica por primera vez para el combate de una epidemia.

Vacuna de Pfizer. Foto: AFP
Vacuna de Pfizer. Foto: AFP

El principal desafío que tiene esta inmunización es la cadena de frío. El transporte de la vacuna tiene que conservarse por debajo de los 70°C. Eso supone potentes refrigeradores desde el aeropuerto hasta el lugar de almacenamiento de las dosis.

En los ensayos clínicos de tercera fase, esos que le permitieron la validación de emergencia, la vacuna de Pfizer/BioNTech reportó una eficacia del 95%. Israel es el país que lidera en velocidad de vacunación. Según el monitor Our World in Data, 39 de cada 100 israelíes han sido vacunados y lo hicieron con la vacuna de Pfizer (hay un pequeño remanente con Moderna, que usa la misma tecnología). Esa amplitud de inmunización permitió extraer nuevas conclusiones, como que la vacuna impide la mitad de las infecciones a tan solo 14 días después de la primera dosis.

La seguridad de la vacuna -que es de los aspectos que se miden en las primeras fases- ha sido calificada como “muy buena”. En ese sentido, se han reportado pocos efectos adversos y dentro de lo “esperable” para cualquier vacuna que es aprobada. Pero en comparación a otras vacunas que están en carrera, en especial a las del virus inactivo, la de Pfizer/BioNTech tiene una mayor frecuencia de efectos adversos.

La vacuna de Sinovac.

La vacuna de la farmacéutica china, y que ha tenido parte de su investigación en Brasil, es de las que han completado la última fase la que ha reportado una eficacia más baja: 50,38%. Luego hubo anuncios, con resultados parciales, que indicaban una eficacia mayor, pero eso no ha sido difundido por revistas científicas auditadas.

Vacuna china de Sinovac. Foto: AFP
Vacuna china de Sinovac. Foto: AFP

Pese a esa eficacia (que igual está dentro de los parámetros mínimos que exige la Organización Mundial de la Salud), es mejor en seguridad y podría ser útil para la población más propensa a desarrollar efectos adversos. Esa seguridad se la da, en parte, su técnica de virus debilitado (se inyecta una versión inactivada o debilitada del virus para que el organismo genere los anticuerpos).

Es una vacuna de dos dosis que se aplican con una diferencia de dos semanas entre cada una (menos tiempo ventana que la de Pfizer). Ya la usan Turquía, China, Brasil e Indonesia.

Ya se negocia con Johnson & Johnson
Una enfermera prepara una jeringa con la vacuna COVID-19. Foto: Reuters

En el gobierno hay intenciones de cerrar un acuerdo con un cuarto laboratorio que permita acceder a otra vacuna contra el coronavirus. Fuentes al tanto de estas negociaciones transmitieron a El País que la vacuna candidata es la que produce la farmacéutica multinacional Johnson & Johnson.

Si bien en el Poder Ejecutivo hay coincidencia en que esta podría ser una buena opción, por estas horas en la comisión ad hoc que viene relevando las ofertas de las vacunas prefieren esperar a que estén publicados los “resultados de eficacia”, algo que se espera suceda a fines de este mes.

Por otro lado, fuentes que integran este grupo señalaron a El País que esta vacuna es “muy buena” porque permite adherir más personas a la vacunación dado que está comprobado que “siempre baja la cobertura con las segundas o sucesivas dosis”. Es que a diferencia de las tres anteriores, la vacuna desarrollada por la farmacéutica Johnson & Johnson es de solo una dosis.

Esta vacuna había sido la gran apuesta del gobierno estadounidense, por la que desembolsó en agosto más de US$ 1.000 millones para su financiación. Los resultados del ensayo clínico habían sido prometidos para mediados de enero, pero aún no han sido publicados. De ahí que todavía no haya sido aprobada por ninguna agencia de medicamentos.

Johnson & Johnson usa la tecnología de vector viral. Inyecta un virus diferente y menos dañino que contiene los genes de la proteína espiga del coronavirus, y eso desata la respuesta inmune. En ese sentido funciona similar a la vacuna rusa, Sputnik, pero en una sola dosis. Los rusos habían previsto dos dosis porque en la segunda administración se suministra otro virus para evitar que el cuerpo genere una reacción de respuesta descontrolada.

La vacuna de Johnson & Johnson se conserva por tres meses a una temperatura de entre -2° y -8°C. Y dura hasta dos años en un congelador por debajo de los 20° bajo cero.

GACH: se deberían hacer 20.000 test por día
Test de coronavirus. Foto: Pixabay.

El Grupo Modelos y Ciencia de Datos del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) divulgó un nuevo informe en el que da cuenta del avance de la pandemia de COVID-19 en el país. Allí establece que entre noviembre y mediados de diciembre Uruguay atravesó una etapa de crecimiento exponencial de los contagios de coronavirus. Entre el 15 de diciembre y el día de ayer, en cambio, se habla de un “crecimiento sostenido”. En esta etapa, advierte, hubo “condiciones inéditas”, como las medidas anunciadas por el gobierno y la reducción de la actividad (producto de la época del año).

En el último periodo se observó una “importante variación diaria”, indica el trabajo, que agrega: “No se encuentran aún signos consistentes de haber llegado al punto máximo en esta primera ola de la epidemia” en el país. De cara al futuro, plantea el informe, “la pregunta principal es cuándo llegará el máximo de esta ola, en particular si será posible recuperar el control de la pandemia, en qué plazos y con cuáles medidas”.

Además, se añade que ahora -a diferencia de lo que sucedió en diciembre- es “más difícil” identificar una tendencia y realizar proyecciones debido a varias razones, entre las que mencionan que “los niveles de testeos recientes no aseguran un nivel de medición de la misma confiabilidad para las incidencias actuales”. En esta línea, se plantea que “para tener la recomendada tasa del 4% de positividad en un escenario actual de 800 casos nuevos diarios, habría que realizar 20.000 tests diarios”.

Este déficit se podría “subsanar” a través de la incorporación de nuevas tecnologías (como los tests de antígenos o los LAMP, que dan el resultado en menos de una hora). El informe también realiza una serie de valoraciones acerca de la evolución de la pandemia, y dice que las “tendencias de corto plazo indican un crecimiento moderado de los casos, probablemente no alcanzando a fin de enero el promedio semanal de 1.000 diarios”.

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