Redacción El País
La gestión de la seguridad pública, en cualquier gobierno, está siempre en el centro de la polémica política. La delincuencia y la inseguridad es una preocupación que ocupa el podio entre las principales inquietudes de los uruguayos que miden las consultoras, y los ministros del Interior, salvo raras excepciones, enfrentan de forma casi sistemática cuestionamientos unos tras otros, y muchas veces el directo pedido de renuncia.
Carlos Negro, el exfiscal que se hizo cargo de la cartera con la asunción del presidente Yamandú Orsi este marzo, no se ha enfrentado a ese extremo en los más de seis meses que lleva de gestión —como sí ocurrió, y reiteradas veces, con su antecesor, el nacionalista Luis Alberto Heber, quien terminó finalmente dimitiendo en noviembre de 2023 luego de insistentes pedidos que hizo el Frente Amplio para que diera un paso al costado.
Sin embargo, en la oposición —particularmente en filas del Partido Nacional, pero también en las del Partido Colorado— han buscado en estas semanas centrar parte de sus esfuerzos en las críticas contra la gestión del exfiscal de homicidios, una figura que de acuerdo a la consultora Nómade —en un estudio publicado a fines de julio, y que tienen presente blancos y colorados— es uno de los peores evaluados del gabinete de Orsi. De hecho, ese informe lo sitúa en el penúltimo lugar —antes del titular de Turismo, Pablo Menoni— con 19,4% de aprobación y 37,1% de desaprobación.
"Lo estamos siguiendo de cerca, contando las cosas que van ocurriendo", dijo a El País un senador de la oposición.
Y es que, y por distintos casos, episodios policiales o declaraciones públicas, el ministro suele ser criticado con una frecuencia semanal.
El primer episodio de cuestionamiento tuvo lugar incluso antes de iniciar la gestión, cuando declaró en febrero de este año que la "lucha" contra el narcotráfico estaba "perdida", lo que le valió inmediatos reproches.
Lo mismo ocurrió cuando, en el Parlamento y a fines de abril, dijo que tenía un plan de seguridad pero que se desplegaría recién en 2026 —"hay falta de rumbo y falta de plan", cuestionó entonces el senador Javier García— o cuando, semanas atrás, luego del clásico entre Peñarol y Nacional en el que una persona resultó herida de gravedad tras el lanzamiento de una bengala, dijera que el operativo había sido "exitoso" —lo que fue matizado por el presidente, quien el 28 de abril afirmó que "hubo cosas que fallaron".
Ahora, esta semana, la crítica recayó sobre la no aplicación de la alerta Amber luego de que Andrés Morosini secuestrara y asesinara a sus dos hijos la semana pasada, y el protocolo ante ausencia y "sustracción" de menores de edad no fuera aplicado. "La Alerta Amber no es para esto; no era de aplicación en este caso. Aquí había que aplicar estrictamente un protocolo policial", fue lo que dijo Negro esta semana en el Parlamento, donde la oposición remarcó que la ley incluye un caso como este en las posibilidades de activación de la alerta.
"Es un ministro que vemos desbordado, sin presencia ni prestancia, mientras en las calles se mata de la peor forma", sintetizó en diálogo con El País el senador blanco Sebastián Da Silva.
Todo esto forma parte de una "estrategia" política sobre la cual en la cúpula de la cartera de seguridad son conscientes, y lo asumen como un fenómeno esperable por la naturaleza de esta Secretaría de Estado, señalaron a El País, por su parte, fuentes de Interior.
En el equipo de Negro, de hecho, entienden que el factor de la inseguridad y su gestión política tiene una particular incidencia en la suerte general del gobierno —"la seguridad te hace perder o ganar elecciones, sea quien sea el ministro"— pero al mismo tiempo visualizan que los esfuerzos por cuestionar la gestión que hacen blancos y colorados deja al descubierto "una disputa en la derecha" en la instalación de "temas" en seguridad pública.
En el Partido Nacional se visualizan al exministro del Interior Nicolás Martinelli y al ex subsecretario de este ministerio Pablo Abdala como las dos principales figuras que centralizan los temas de seguridad, mientras que entre los colorados las voces que más recurren al tema de la seguridad son los senadores Andrés Ojeda, Pedro Bordaberry y Gustavo Zubía.
La "debilidad" señalada ante un ministro "desbordado"
La interpetación que, mientras tanto, hacen en la oposición sobre la actuación del ministro, es que Negro ha cometido errores por "no tener experiencia alguna en cargos de gestión" antes de su ingreso a Interior —como resumió un legislador colorado— y que, además, no es un dirigente que cuente con el respaldo político de otros cuadros del Frente Amplio que integran el gabinete.
El senador Martinelli, por ejemplo, es uno de los dirigentes que más duro ha buscado golpear a Negro, a quien considera "un ministro que evidencia serias carencias en gestión y liderazgo". "En el seno de la institución policial —agregó—, nadie parece tener claridad sobre el rumbo, y la acumulación de errores ha minado la confianza en su capacidad de conducción".
"El Frente Amplio apostó a despolitizar al ministerio mediante un perfil técnico, pero estamos ante un ministerio esencialmente político: no se puede desconocer esa realidad, porque tarde o temprano lo político prevalece sobre lo técnico", dijo también Martinelli, que subrayó asimismo que "las críticas" que recibe Negro "no provienen únicamente de la oposición", en referencia a mensajes que han llegado también de filas del Frente Amplio y de la propia Torre Ejecutiva.
"Esta situación revela un ministro debilitado, sin respaldo político y aislado —señaló el nacionalista—, circunstancia que inevitablemente afecta la eficacia de la gestión". Y concluyó: "Todo esto muestra que estamos ante una conducción que no solo carece de dirección y respaldo, sino que, en última instancia, pone en riesgo la propia credibilidad de la institución: un ministerio que se debilita desde adentro no puede sostenerse por fuera, y la inseguridad que genera termina siendo la factura que paga la sociedad".
La opinión está extendida en la bancada de la oposición, donde afirman que Negro está "en la mira", que lo visualizan como "un ministro débil" y que por tanto harán una "marca personal" de su gestión de aquí en más.
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