ENTREVISTA
El jerarca repasó los dos años y medio al frente del Ministerio de Educación y Cultura donde, según dijo, ya se está dando la “transformación educativa”.
Pablo Da Silveira repasó los dos años y medio al frente del Ministerio de Educación y Cultura donde, según dijo, ya se está dando la “transformación educativa”. Tan así que para el jerarca implicó más cambios que los hechos por el Frente Amplio en tres gobiernos. Remarcó que aún resta modificar la currícula de ANEP y la carrera de formación docente. Y aunque sabe del rechazo de Fenapes aseguró que “la oposición sindical no es tan monolítica”.
-¿Qué le ha dejado este tiempo al frente del Ministerio de Educación y Cultura?
-Enseñanzas, diría que casi todas positivas. Me encontré con un funcionariado alejado de la imagen caricaturesca del empleado público con pocas ganas de trabajar. Nos encontramos un ministerio con muchos problemas, pero uno de sus puntos fuertes son sus trabajadores. Está también el aprendizaje de que en el sector público todo es más lento que en el sector privado; pero es algo que se usa como excusa. Si se está encima de los temas se puede lograr una mayor eficiencia. Lo otro a lo que hay que acostumbrase acá es a un ministerio enormemente heterogéneo. Con sus 15 unidades ejecutoras, uno tiene que acostumbrarse a pasar de atender un problema con los bailarines del Sodre a ocuparse de los escribanos de la Dirección General de Registros.
-¿Cree que deberían reducirse las unidades?
-Este ministerio es la suma de lo que en otros países son cuatro diferentes: un Ministerio de Educación, uno de Cultura, otro de Ciencia y Tecnología y el de Justicia. Es posible pensar que en un futuro estaría bien hacer alguna clase de división de tareas, pero hoy en día este tema no está sobre la mesa y el desafío es hacer que esto funcione.
-Por tratarse de un gobierno de coalición, ¿hay distintas visiones de hacia dónde debe ir el MEC?
-No, estamos jugando todos de forma ordenada adentro. Tenemos gente de distintas agrupaciones del Partido Nacional y gente de otro partidos que integran la coalición. Ni nos acordamos de qué partido viene cada uno.
-Según informó Búsqueda en Alianza Nacional hay preocupación por su relación con Ana Ribeiro ¿cómo es el trato?
-Esos son rumores, yo no comento sobre esto. ¿Se conoce algún problema o alguna disfuncionalidad del ministerio?
-¿No se notificó al presidente Lacalle Pou sobre esta situación?
-No voy a hablar más del tema.
-¿Cree que este “juego ordenado” se mantendrá en las próximas elecciones?
-Soy un viejo liberal, confío en que las convicciones políticas son muy importantes, pero no tienen por qué separar a la gente.
-¿El vínculo con la ANEP no se afectará por esto, donde la figura de Robert Silva es considerado en la interna colorada?
-No, con Robert tenemos una relación buena y un proyecto que construimos juntos. Tenemos centenares de horas de conversación acumuladas sobre lo que hay que hacer en educación. Históricamente las relaciones entre el ministro de Educación y el presidente del Codicen no han sido fáciles. Esto es un resultado del propio diseño institucional, que en general es para lío, en cualquier contexto. Pero estamos cambiando la modalidad de algunos años atrás, donde el respeto a la autonomía obligaba a no hablarse. Nosotros la respetamos, pero coordinamos las tareas.
-En esas largas horas ¿concluyen que se está cambiando el ADN de la educación?
-A mí no me gustan las declaraciones rimbombantes. Y tampoco los enfoques que sugieren de una vez cambiarlo todo. No es realista, ni maduro y encierra una visión bastante pobre en un campo complicado como es la educación. Nosotros no hablamos de reforma, hablamos de transformación educativa, como un proceso permanente que no tiene fecha límite y que debe revisarse constantemente. Evitamos esos enfoques refundacionales. Hay que ver a la educación como un terreno en permanente transformación.
-¿Qué transformaciones se deben implementar en este período de gobierno?
-Hay tres cosas bien grandes. Una es la transformación curricular que ANEP está impulsando, con un enfoque centrado en competencias y una actitud innovadora. En Uruguay durante demasiado tiempo se le llamó cambio de planes a actualizaciones y creo que estamos tratando de romper con eso. Lo segundo es un cambio en el funcionamiento de los centros educativos. Aquí la punta de lanza son los centros María Espínola, que encarnan un funcionamiento distinto de las instituciones educativas. Una visión más de equipo, con un liderazgo institucional fuerte, con planteles estables. El Frente Amplio (FA) pasó 15 años hablando sobre el cambio del régimen de elección anual de horas y no lo cambió. En los María Espínola y en todo el departamento de Flores, donde tenemos un plan piloto, los docentes ya están eligiendo por tres años. El tercer gran eje es la transformación de la formación docente, de la cual es parte este proceso de reconocimiento de carácter universitario.
-¿No es simplista la propuesta de una prueba final para obtener título universitario?
-Teníamos que encontrar soluciones justas para quienes ya estaban en el proceso de formación o ya estaban titulados. Son situaciones típicas de un proceso de transformación. Sería una injusticia que un muchacho que entre en el año 2023 a formación docente pueda obtener el reconocimiento del carácter universitario de su título y uno que entró en 2020 o ya se recibió, no. Son soluciones remediales, que buscan evitar injusticias.
-¿Que cambios prevé para quienes comiencen a formarse a partir de 2023?
-Van a recibir formación en habilidades digitales. Después de 15 años de existencia de Ceibal y un gasto de casi US$ 800 millones, los docentes pueden recibirse sin conocer las herramientas del Ceibal. Esto va a cambiar. Después se impulsarán las habilidades inclusivas. No contar con ellas genera frustraciones en el aula, por esto queremos que un docente tenga capacidad de diálogo para manejarse dentro del aula. También vamos a hacer más énfasis en formaciones básicas como en letra y matemática y tenemos que asegurar ciertos niveles de habilidad en los conocimientos específicos. Además, habrá una prueba de egreso. Esto tiene aplicaciones más duras -de no aprobarse no se puede dar clases- y otra, a la que apostamos, más suave. Si no se aprueba y hasta tanto no se haga, no vamos a reconocer el carácter universitario del título de docente. Sí se tendrá el título de grado y se podrá ejercer. Otra cosa que va a cambiar es que van a tener que hacer ajustes para que efectivamente un tanto por ciento de las horas de clase que reciba cada alumno hayan sido impartidas por alguien con un título de maestría, otro porcentaje por alguien con un doctorado y otro tanto por ciento por alguien que tenga experiencia de investigación.
-Se habla de una transformación educativa, pero en concreto, ¿cómo va a funcionar un liceo luego de que se dé el cambio?
-Mirá un María Espínola. Tiempo Completo, plantel docente estable, liderazgo pedagógico ubicado dentro de la institución. Mirá todo lo que estamos haciendo en Ceibal, para convertirlo en lo que nos gusta llamar: la agencia de innovación educativa con tecnología digital en Uruguay. Hoy Ceibal está trabajando en conjunto con ANEP como nunca, alimentando redes de escuelas y de directores que se apoyan mutuamente.
--¿Se mantendrán las repeticiones?
-Es un intento de solución antiguo, bastante tosco, que, igualmente, de ser eliminado no soluciona el problema. Hay que sustituir la repetición, no eliminarla. Por ejemplo, postergar la repetición al segundo año de Primaria, es una buena idea. Es una etapa donde los procesos de maduración varían mucho entre las personas. Diferencias que son grandes al término de primero de Primaria, pueden desaparecer en el segundo año.
-¿Habrá más modificaciones en la currícula?
-Este es un tema de ANEP, prefiero no cruzar de más ese límite.
-¿Se va a lograr la transformación?
-Hay una frase que a veces se dice que los uruguayos somos conservadores y no nos gusta cambiar. No es así. En todas las áreas se dieron cambios profundos en las últimas décadas. Menos en la educación. Hoy el cambio es posible porque no tenemos compromisos con los sindicatos de la enseñanza como tenía el FA. Quiero creer que hoy tenemos un gobierno que está haciendo bien las cosas, a la uruguaya y de forma conversada, pero vamos avanzando. En los últimos dos años y medios, pese a la pandemia, hubo más cambios que en los 15 años anteriores.
Se apuesta a “recuperar el prestigio” de ser docente
-Se plantea un sistema de becas para mejorar la titulación docente ¿Esto no generará vacantes en materias deficitarias?
-Tenemos que ir administrando esto. Apuntar a no concentrar los apoyos económicos en determinadas materias y lograr alcanzar un equilibrio razonable. Pero más allá de esto, estamos trabajando en mejorar la percepción de la profesión. Uno de los caminos en los que estamos trabajando en esta línea es una campaña de comunicación que promueva la docencia como elección profesional. Precisamos más gente que entre a estudiar en formación docente. Es algo que tiene que ver con acciones para recuperar el prestigio social de la profesión. Mostrar que se fortalece como una opción interesante de la formación universitaria. Tenemos que conseguir que las nuevas generaciones de uruguayos revaloricen a la formación docente como opción profesional.
-¿Por qué perdió prestigio la docencia?
-Hubo una época en que teníamos un sistema educativo chico que nos permitía hacer una elección muy personalizada de la gente que ejercía la docencia. Hasta los años 60, más o menos, todos los estudiantes de bachillerato público entraban en el IAVA. Entonces podías tener a Carlos Real de Azúa como profesor. La elección se hacía de manera muy personalizada como beneficio de las condiciones de pequeña escala en las que se funcionaba. Con la expansión de la matrícula en la educación media se hizo necesario un cambio de escala. Aquí nos faltó como sociedad prestar más atención a crear nuevas condiciones, que prestigien la formación docente en este nuevo contexto.

-Los sindicatos docentes se oponen a la reforma.
-La oposición sindical no es tan monolítica como se la muestra. Hace un mes y medio el Codicen tomó la decisión de presentar sus carreras de formación docente para el mecanismo de reconocimiento universitario. En la votación se pronunció a favor la representante de los maestros, Daysi Iglesias. El único voto en contra fue del consejero Julián Mazzoni de Fenapes. Me parece que un árbol que cae, hace más ruido que un bosque que crece.
-¿Qué le parece la postura de Fenapes?
-Es de todos los sindicatos de la educación el más radical, el más intolerante y adicto a la descalificación de todo aquel que piensa distinto a ellos. Y además es una organización que está en una situación difícil con este asunto de las licencias sindicales. Creo que hay que diferenciar tres cosas: los sindicatos, que están protegidos por derechos constitucionales y son diferentes entre sí. En segundo nivel están las dirigencias que tienen los sindicatos, que son cosas que cambian.
-¿Esta es una dirigencia más dura que otras?
-No me voy a pronunciar. Y en tercer lugar están los docentes. Algunos de ellos sindicalizados, otros no; pero todos con su visión sobre las cosas. Es una simplificación hacer un paquete único con todo esto.
-Udelar planteó que no hubo incremento presupuestal.
-No es cierto. La Udelar, que fue muy bien atendida, por ejemplo, se beneficia de la ANII. Hay una decisión política de fortalecer a la ANII, con un incremento anual de $ 180 millones y un fondo especial de US$ 10 millones para investigación. Por eso esa afirmación de que hay cero recursos es una muy mala descripción de lo que está pasando.