El dirigente colorado volvió al ruedo y está decidido a no pasar inadvertido. En entrevista con El País, cuenta cuáles son los proyectos por los que está decidido a juntar firmas, cuestiona crear una Coalición Republicana nacional, alerta por el “robo” de dirigentes en el interior, blanquea su relación con Jorge Díaz, expone su plan para Fiscalía y cuenta cuáles son sus expectativas para 2030.
-Ha estado de gira por el interior con los aspirantes a alcaldes e intendentes de Vamos Uruguay. ¿Cómo ve el movimiento de la campaña?
-Es parecido a lo que pasó con la elección nacional. Los asesores dicen que los que deciden eligen en los últimos diez días. Mi campaña rumbo a octubre no llegó a ser ni de dos meses. Arranqué en setiembre, sentí que venía atrasado, pero me fue bien. Las últimas dos semanas son cruciales, y si largás mucho antes te podés olvidar que lo importante está al final.
-¿Es una dificultad para el Partido Colorado (PC) las fronteras partidarias, que hacen que hoy en Montevideo y Canelones una mayoría se incline por el Frente Amplio (FA) y que lo mismo suceda en el interior con el Partido Nacional (PN)?
-Más que el problema de la frontera partidaria o de coalición vs. Frente Amplio, lo que muchas veces pasa es que algunos generan eso de que hay que votar al que puede ganar. Así tratan de convencer a la gente, y a veces a los mismos candidatos, de que no pueden. Enseguida aparecen también las encuestas, y tratan de llevarse dirigentes. Esto último se puso de moda.

-Pasó en 2019 en la campaña de Lacalle Pou con exfrentistas, y fue también un poco la clave de la marcha hacia el balotaje de Orsi…
-Sí, y en algunos departamentos están llamando a votar, ya no para ganarle al FA, sino para dirimir internas del PN. En Paysandú hay colorados con un candidato del PN y otros con el otro. En Rocha se da el caso de que hay un candidato del PC dentro de la interna del PN. Por eso yo creo que lo más sano, y es algo que tenemos que hablar apenas termine este proceso electoral, es definir si vamos a tener Coalición Republicana en los 19 departamentos en 2030, o no. No es una amenaza, pero si no hay coalición en todo el país, el PC tiene que trabajar desde ya en sus candidaturas.
-¿Esto corre también a nivel nacional, de cara a 2029?
-Lo nacional es distinto, porque a nivel departamental no hay balotaje. No me niego, lo que digo es que hay que evaluar cuál es la mejor solución (...). Miremos 2020: a la coalición en octubre la respaldó una mayoría muy importante, pero después, en noviembre, Lacalle Pou ganó por un 1%. En octubre pasado la coalición tuvo más votos que el FA yendo con cinco candidatos, pero después cuando votó en noviembre con uno solo perdió y por una diferencia grande. Entonces, no hay un solo elemento a tener en cuenta, no podés mirar solo la asignación de bancas, tenés también el tema de la estrategia electoral. Lo que yo creo es que la multiplicidad de candidatos compensa la asignación de bancas y te permite tener una mejor performance electoral. Si hubiéramos ido con un solo candidato en octubre y hubiéramos tenido el mismo resultado que en noviembre, el FA no solo hubiera ganado, hubiéramos perdido una banca nosotros en diputados, otra el Partido Nacional y capaz que hasta nos ganaban en primera vuelta.
-¿Cómo ve el inicio del gobierno?
-Un gobierno son 60 meses; van apenas dos. Si fuera fútbol, van 4 minutos de 90. Lo que puedo decir es que no está bueno que a los dos minutos le saquen roja a un jugador (por Cecilia Cairo); pero bueno, en el caso de los ministros, puede entrar otro. Puedo sí evaluar al equipo que entró. Y hay jugadores muy buenos y otros que me generan dudas.
-¿Quiénes son los buenos?
-Gabriel Oddone es un buen jugador. Fue al Parlamento e hizo una exposición muy sólida sobre la macroeconomía y el cuidado de las cuentas públicas. La única diferencia que hubo fue si el déficit fue 4,3 o 4,9, pero no si un déficit excesivo es malo. Yo no me quedo con el 4,3 que le entregó Vázquez a Lacalle Pou, ni con el 4,9% que dicen que le entregó Lacalle a Orsi, me quedo con el 1,7% que Batlle le entregó en 2005 a Vázquez.
-¿Hay otro buen jugador?
-El canciller estuvo en el Parlamento, presentó los lineamientos y me pareció muy serio. Pero, obviamente, no me gusta el puntero izquierdo…
-¿Juan Castillo?
-Sí, claro. Es un tipo con experiencia, entonces hay que ver, pero viene con algunas cosas… Hizo bien Oddone de poner sobre la mesa la desindexación salarial para cuidar la inflación y proteger el salario, pero Castillo ya dijo que no. Y viene con el tema de que las ocupaciones se puedan hacer aunque haya otros que estén trabajando. Mirá si alguien va a ocupar y el de al lado, que es su compañero, va a trabajar con ese mirándolo con mala cara. Castillo sabe, fue dirigente sindical, que eso es una convivencia imposible. Al mismo tiempo veo que está (Richard) Read en el gobierno y a mí me gusta lo que dice. Habla de los derechos de los trabajadores, pero también de las obligaciones.

-¿Y Jorge Díaz? Algunos hablan de un vínculo estrecho entre ustedes...
-Yo conozco a mucha gente en el gobierno y a mucha en el FA. Pero conozco a más en el PN, y a muchos más en el PC. En el gobierno, al primero que conozco es a Orsi; no de ahora, desde hace mucho tiempo. Pero mi vínculo normal y natural con esta administración es en el Parlamento, donde el coordinador es Daniel Caggiani, con quien hemos hablado de varios proyectos de ley. A Díaz sí, lo conozco, y me lo presentó el PN. Yo era senador y vinieron con el FA a proponer el nombre de Díaz para que fuera el fiscal de Corte. O sea, yendo al fondo del asunto, acá están tejiendo un “uy, Bordaberry conoce a Jorge Díaz”, pero la verdad es que todos lo conocían. Después a algunos no les gustó su actuación en Fiscalía, pero al principio lo propusieron. Era un hombre joven, era juez, era un buen juez, todo el mundo decía que lo era; lo entrevistamos, yo con otros senadores, y le dijimos que para nosotros lo fundamental era la imparcialidad. Cuando dejó la fiscalía fue socio en el estudio de alguien que es amigo mío, Leonardo “Neco” Costa, con quien fuimos compañeros en el gobierno de Batlle. O sea, ¿tengo un vínculo? Sí, lo tengo. Pero de antes conozco a Oddone, incluso creo que antes a Orsi. Y antes a Luis Alberto Heber, a Javier García y a muchos más. No sé desde cuándo en este país se ponen a investigar a quiénes conocen los senadores.
-¿Usted cree que Díaz cumplió con esa imparcialidad que se le pidió?
-Es que yo creo que el problema no es de la Fiscalía, ni de Díaz; el problema son los hechos que sucedieron últimamente. Nadie puede negar que la Fiscalía tiene que cambiar, y no por culpa de Mónica Ferrero, ni del anterior, sino porque hay filtraciones y porque hay casos como el de la exfiscal de Soriano, que hacía posteos con opiniones contra políticos de la coalición. Pero para solucionar las cosas hay que saber las causas. Acá pasaron dos cosas: la primera, cuando se aprobó el CPP se le dio a la Fiscalía un poder mucho más grande que el que tenía. La segunda, que en los 15 años del FA y en los cinco de la coalición, el partido de gobierno tuvo mayoría en el Parlamento. Por eso, cuando se interpelaba a un ministro, vos anunciabas en el diario que esto iba a suceder y también ya decías cuál iba a ser el resultado, porque los interpelantes no iban a tener mayoría. Esto llevó a que, muchas veces, los asuntos que antes se dirimían en el Parlamento, pasaran a la Justicia. A partir de ese momento fue que nos enteramos que (Gustavo) Zubía es colorado, que (Gabriela) Fossati es blanca y que Díaz es frenteamplista. Y si el fiscal hacía lo que vos pedías era un buen fiscal, y si no era de otro partido. Así terminamos judicializando la política y politizando a la Fiscalía. Lo que hay que hacer es parar, bajar la pelota y buscar una solución.
-Hoy el Parlamento está dividido: el FA quiere cambiar a Ferrero, el PN y los liderados por Andrés Ojeda en el PC quieren mantenerla en el cargo. Para muchos la llave la tiene usted...
-Es que para mí la solución no es ninguna de esas dos, sino quitarle tanto poder al fiscal de Corte, y eso puede lograrse si en lugar de uno fueran tres. Esa puede ser la solución.

-Viendo lo que ha pasado, uno podría imaginar que el problema seguirá siendo el mismo, con el FA queriendo imponer a dos de los tres miembros, y la coalición intentando lo mismo…
-Ese es un razonamiento que se puede hacer desde el análisis político, pero si uno mira toda la película se puede dar cuenta de que hay un organismo mucho más poderoso que la Fiscalía en Uruguay, que tiene cinco integrantes no politizados y funciona.
-La Suprema Corte de Justicia…
-Si la SCJ tuviera un solo miembro, ese sería más poderoso que el presidente de la República. Entonces, tiene cinco, y la presidencia es rotativa. No andamos sabiendo si son blancos, colorados o freteamplistas; son jueces.
-¿Ha logrado convencer a alguien?
-En Verona están los Montescos y los Capuletos. Unos son partidarios de Julieta y otros de Romeo. Yo no soy de Verona, soy de Florencia, y vengo a proponer una solución, porque aún si nos llegamos a poner de acuerdo de un lado o del otro con un nombre, la persona que se elija va a ser cuestionada por una de las partes.
-Dijo, al anunciar su regreso a la política, que quería tender puentes. ¿Es el puente entre coalición y FA?
-A ver, tengo que tener diálogo, obviamente, con el FA, pero primero debo tenerlo a la interna de mi partido y con los compañeros de la coalición. Lo que no puedo permitir es que me digan, “no, con el FA no hablás”.
-¿Siente que se armó una leyenda urbana en cuanto a su relación con el FA y a posibles acuerdos con Díaz?
-Sí, es algo que anda en el aire porque dije que tengo una buena relación con él. Pero tengo mejor relación con Carlos Camy, ni que hablar con Lacalle Pou. Pero vos decís en este país, “no, mirá, yo lo conozco bien y tengo una buena opinión de él”, y resulta que sos amigo de los Capuletos. ¿Sabés cómo terminó Romeo y Julieta? No sé quién anda atrás dando manija, pero que den la manija que quieran; me importa nada, no me quejo, yo voy a hacer lo que tengo que hacer.
-Recientemente presentó una gran cantidad de proyectos para la educación. ¿Qué receptividad encontró?
-En algunos casos muy buena. Ya mandé al Ministerio de Economía, en especial, todo lo que es desregulación. No me dijeron que sí, pero lo van a analizar. Con llegar a 200 días de clase habría acuerdo, aunque el gobierno quiere pasarlo a cantidad de horas. Pedí también en la Comisión de Constitución y Legislación tratar el tema de reducir el receso parlamentario.

-Lo planteó en la primera sesión parlamentaria, pero no hubo mucho eco de parte de los otros partidos…
-Con esto quiero ser bien claro: le voy a dar un año a la discusión, no más. No es una amenaza, pero si no sale voy a salir a juntar firmas. Lo mismo con los 200 días de clase.
-A veces parece haber una barrera entre los liderados por usted y los que se encolumnan tras Ojeda...
-En todos los partidos hay diferencias. Las hay dentro del PN, las hay dentro del FA... Los partidos somos organizaciones humanas y los humanos no están de acuerdo en todo. El tema es cómo se dirimen esas diferencias. Nosotros en el Senado, hasta ahora, hemos votado siempre juntos. Andrés negoció el tema de los cargos y cuando vino el asunto todos acatamos, nos gustara o no nos gustara.
-¿Y a usted le gustó?
-Y gustar no nos gustó. Pero no importa, porque yo puedo dirimir hacia la interna y después lo que se decide lo hago. Ese es el tema. Se hizo la convención, fueron los convencionales, y dijeron una cantidad de barbaridades, contra Andrés y alguno contra mí. Pero bueno, esa es la libertad.
-¿Cómo ve gobiernos como los de Trump o Milei? ¿Se siente identificado con estas expresiones políticas?
-Creo que de todos ellos podés sacar cosas positivas y cosas que a mí no me gustan. Si me preguntás si mi modelo político completo es Trump o Milei, yo diría que no. De los políticos actuales me gusta mucho Isabel Díaz Ayuso, la madrileña, o Giorgia Meloni. Milei tiene cosas buenas, el terminar con los acomodos, por ejemplo. Me gusta más Macri. En la economía Milei es muy parecido, pero Macri tiene un discurso con el que me adecúo mejor. En cuanto a Trump, hay cosas que me parece que está bien y otras, como esto de las barreras arancelarias, que no sé si son lo adecuado. Se nota que es un negociador durísimo, entonces no sabés si esto de las barreras es tan así o es una amenaza para negociar y sacar ventaja.
-¿En los últimos años hubo un corrimiento ideológico hacia un pensamiento más conservador?
-Bueno, lo que pasa es que, si vos mirás, se terminó el discurso izquierdista socialista tradicional; es decir, ya nadie habla de nacionalizar la banca, de la reforma agraria, de castigar a las grandes empresas; todo lo contrario, van, los traen y les dan exoneraciones tributarias. No es que vuelven los conservadores, es que los otros perdieron y lo aceptaron. El sueño de la patria grande latinoamericana ya fue.
-¿Pedro 2030?
-Pasan tantas cosas en 4 o 5 años. Cambian las circunstancias, las cosas, y uno no puede decir qué es lo que va a hacer. Si me hubieras dicho hace 4 o 5 años si iba a estar hoy acá hablando contigo de política te hubiera dicho que estabas loco. Yo tenía el mejor laburo del mundo, trabajaba en una empresa internacional de fútbol, me pagaban muy bien, viajaba e iba a ver la final de la Champions, a la reunión de todos los CEO de los principales equipos, era una maravilla…. Lo que yo sé es que volví porque quiero ayudar. Capaz, en cinco años, tenemos un ultra súper candidato espectacular en el partido que puede ganar. Y de repente no hay ninguno, se fueron todos para la casa, no tenemos a nadie, o de repente uno termina siendo el ultra súper y así podemos ganar y transformar el país. Qué sé yo lo que va a pasar.
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