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Uruguay, otra vez en el centro de la corrupción en Brasil

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El cambista condenado era un protegido del expresidente de Paraguay Horacio Cartes. Foto: AFP

JUSTICIA

Desde Montevideo se manejaba una red de tráfico de piedras preciosas en el mercado clandestino para lavar dinero de coimas

La Justicia brasileña condenó a 13 años y cuatro meses de prisión a Dario Messer, considerado el “mayor cambista” del país y acusado de liderar una sofisticada red de lavado de dinero transnacional que habría movilizado millones de dólares en las últimas décadas y que operaba desde Uruguay.

La decisión fue publicada por el magistrado Alexandre Libonati de Abreu, de la Justicia Federal de Río de Janeiro, quien halló a Messer culpable de lavado de activos, en el marco de las investigaciones de la Lava Jato, la mayor operación anticorrupción de Brasil.

El juez absolvió a Messer del delito de evasión de divisas, pero consideró procedente la denuncia presentada en 2018 por la Fiscalía, que apuntó la actuación del cambista en una trama de tráfico internacional de piedras preciosas en el mercado clandestino, que era operada en Uruguay.

En su decisión, Libonati apuntó que Messer actuaba como “socio oculto e inversor del negocio operado en Uruguay” y “servía para la realización de operaciones de cambio al margen de la ley y, específicamente, al lavado de recursos”.

Esas operaciones se realizaban mediante “negocios clandestinos” y generaban “depósitos no identificados, oriundos de cuentas en el exterior”, destacó la sentencia.

Libonati negó además que el cambista, quien se encuentra en arresto domiciliario desde abril debido a la crisis del coronavirus, pueda recurrir en libertad y determinó su retorno inmediato a la cárcel una vez terminada la pandemia.

Ello porque, consideró el juez, Messer “dispone de condiciones financieras, posee ciudadanía paraguaya, estuvo prófugo por meses” y, cuando fue arrestado, “portaba documento falso para dificultar su identificación y prisión”.

La condena, la primera de las tres causas abiertas contra Messer, fue dictada cinco días después de que la Justicia brasileña homologara un acuerdo de colaboración con el cambista, quien se comprometió además a devolver a las arcas públicas cerca de 1.000 millones de reales (unos US$ 182 millones).

Otras causas.

Messer fue arrestado el 31 de julio del año pasado en San Pablo tras pasar más de un año prófugo y responde a por lo menos tres procesos en Brasil por blanqueo de capitales.

También afronta problemas legales en Paraguay, país en el que está imputado por lavado de dinero y ha sido declarado en rebeldía.

La Fiscalía brasileña sostiene que su actuación en esa red de lavado de activos transnacional fue esencial para la práctica de delitos como corrupción, evasión de impuestos y de divisas, en un caso que salpica también al expresidente paraguayo Horacio Cartes.

En enero, la Justicia de Brasil aceptó la denuncia presentada por la Fiscalía contra Cartes por presuntamente integrar la organización delictiva comandada por Messer, también en el marco de la operación Lava Jato.

"Doleiros".

Messer también está involucrado en una operación de lavado de dinero en Uruguay a través de una red de cambistas brasileños radicados en el país que realizaron operaciones ilegales entre 2010 y 2016 entre Brasil, Uruguay y bancos de otros países a través de las cuales se lavaron US$ 25 millones provenientes de coimas cobradas por el entonces gobernador de Río de Janeiro Sergio Cabral.

En 2017 fueron detenidos en Uruguay dos integrantes de la banda de Messer. Se trató de los cambistas Vinicius Claret Vieira Barreto (alias “Juca Bala”) y Claudio Fernando Barboza (alias “Tony”).

Ambos fueron extraditados desde Uruguay a Brasil a finales de 2017 y se transformaron en informantes de la justicia de ese país a cambio de ver reducidas su penas.

La Fiscalía de Brasil señaló que los cambistas detenidos en Uruguay manejaron el equivalente a US$ 300.000 por día en operaciones hechas entre 2010 y 2016. Para controlar esas transacciones, desarrollaron un sistema informatizado propio llamado Bank-drop, con el que relacionaban más de 3.000 “offshores”, con cuentas en 52 países y transacciones cuantiosas.

Otro sistema informático, denominado ST, registraba todas las operaciones de cada cambista como una especie de cuenta corriente y fue utilizado para controlar los movimientos de dinero. Los investigadores del Lava Jato señalaron que los cambistas acusados operaban como un banco y actuaron como cambistas de cambistas señalando a aquellos clientes que querían comprar dólares en Brasil. (En base a Efe)

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