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"Íbamos a los encuentros juntas por miedo", dice en Fiscalía víctima de Operación Océano

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Hombre usando el celular. Foto: Archivo El País

INVESTIGACIÓN

La joven hoy de 18 años relató a la Fiscalía en tres ocasiones los pormenores de los contactos con adultos imputados de explotación sexual de adolescentes.

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Las dos chicas tenían 16 años. Eran muy amigas. Primero eran contactadas por hombres adultos en portales de citas como Badoo, Tinder y Locanto, entre otros. Luego las conversaciones continuaban por Whatsapp. Ahí surgía el primer encuentro con el objetivo de conocerse. Generalmente concurrían a un restaurante o una pizzería para charlar. Rara vez ambas chicas daban detalles de su vida. “Contábamos lo básico”, dijo una de las jóvenes en la Fiscalía.

En tres ocasiones, la entonces adolescente fue indagada en la Fiscalía en calidad de víctima. En una de ellas, la fiscal adjunta de Delitos Sexuales, Giuliana Realini, integrante del equipo de la fiscal Darviña Viera, la interrogó junto con un funcionario sobre el relacionamiento con cada uno de los imputados.

Hasta el momento, la Justicia procesó a 32 personas en el marco de la “Operación Océano”. La mayoría de ellos se vinculó con la joven hoy mayor de edad y su amiga. Se los investiga por los delitos de promesa de retribución o retribución a menores a cambio de que ejecuten actos eróticos.

Según el testimonio de la víctima, generalmente iba con su amiga a los encuentros con los adultos, la mayoría de ellos empresarios, comerciantes y profesionales de distintos ramos. “Los hacíamos por seguridad, por miedo”.

En su relato en la Fiscalía, la joven dijo con voz aniñada que la mayoría de los adultos no le pidieron su documento de identidad.

De todas formas, sí reconoció que poseía dos cédulas que no eran suyas: uno de los documentos pertenecía a una amiga y el otro lo encontró en una grabación de un supuesto aviso publicitario. En una ocasión, sostuvo, una de las cédulas que no le pertenecía quedó en el auto de uno de los adultos, hoy investigado formalmente por la Fiscalía de Delitos Sexuales por explotación de menores.

La joven afirmó que integraba un grupo de cinco chicas, entre ellas estaba María (nombre ficticio) que apareció muerta en aguas del arroyo Solís Chico. El grupo realizaba “intercambios económicos” con adultos a cambio de actos eróticos o fotografías.

Según el testimonio de la joven, la gran mayoría de los hombres que el grupo frecuentaba, pagaban sumas de dinero que oscilaban entre US$ 100 y US$ 300 por dichos actos. Ahí se configuraría el delito, a juicio de la Fiscalía. Además, las chicas recibían regalos de los imputados como artículos de lencería o extensiones de cabellos, entre otros.

Una figura pública.

La fiscal Realini y un funcionario de la Fiscalía interrogaron a la víctima nombrando a cada uno de los imputados.

Con respecto a uno de los procesados, la joven sostuvo que éste le entregó US$ 100 “solo por conocernos a mi y a otra amiga” y luego “nos dio US$ 250” después que hubo un intercambio.

“La primera vez que salimos, él sí me pidió el documento de identidad. Pero yo no lo tenía. Él ya conocía a mi amiga (una del grupo). Fuimos a la rambla a charlar. Después fuimos dos veces a su casa. No lo volví a ver. No se dio. No estaba de ánimo”, explicó en la Fiscalía.

Consultada sobre el relacionamiento con un empresario, la víctima relató que, con su amiga, lo vio primero de día para conocerse. En otra oportunidad, expresó, fueron a un hotel en Carrasco.

No le pidieron documentos en el hotel.

La fiscal Darviña Viera logró la formalización de 32 hombres; se trata de una investigación récord sobre explotación sexual. Foto: Francisco Flores
La fiscal Darviña Viera logró la formalización de 32 hombres; se trata de una investigación récord sobre explotación sexual. Foto: Francisco Flores

El empresario, dijo la víctima, se vinculó con casi todas las chicas del grupo. A una de ellas, expresó, “le giraba dinero a la cuenta de la madre. Eso me lo dijo él. No sé quien retiraba el dinero”.

La fiscal, en otro tramo de la indagatoria, volvió a preguntar por otros eventuales giros de dinero a familiares, pero la joven señaló que no sabía nada más.

En otra ocasión, la víctima y su vieja amiga fueron invitadas a la casa de Punta del Este de uno los imputados, una reconocida figura pública.

El hombre les mostró su hogar. Pero éste no quería efectuar un pago. “Nosotras no pretendíamos hacer nada sin que existiera un intercambio” económico, explicó la víctima a la fiscal Realini.

En otra ocasión, el hoy imputado volvió a invitar a las dos chicas a su casa en Punta del Este. “No pidió para ver nuestras cédulas”, respondió la joven ante una pregunta de Realini en ese sentido.

Fiscalía: ¿Por qué iban juntas a todos lados?

Víctima: Vamos juntas para sentirnos más cómodas:

Fiscalía: ¿Es por seguridad?

Víctima: Sí.

El patrocinador.

En el interrogatorio, los funcionarios de la Fiscalía preguntaron a la joven datos encontrados en los chats que mantuvo con los hoy investigados.

Con una voz queda, la chica relató que, en una ocasión, ella y su amiga fueron a cenar con un adulto que conocieron a través de la página web de citas Locanto. El adulto pagó la cena, dijo la joven.

Durante la conversación, el individuo le ofreció a las chicas varias cosas: viajes y hospedarse en un hotel. Ambas estaban sorprendidas: el hombre no les pedía nada a cambio. Sí dijo que quería presentarlas a un amigo. “Era un patrocinador. Por ejemplo, pagaba las vacaciones, la ropa. Me representaba a cambio de nada”, explicó la joven.

El adulto les ofreció hospedaje en su casa de Punta del Este un fin de semana. También les propuso ir a Paraguay.

Antes de despedirse, el hombre pidió a las dos entonces adolescentes que le enviaran fotos.

Proxenetismo: ofreció a varias víctimas lugar para encuentros

Uno de los imputados vio el filón: conoció al grupo de menores y percibió que podía hacer un “lucrativo negocio”. Sin embargo, sus intenciones no dieron demasiado lucro y ahora enfrenta un proceso penal en su contra. Es sospechoso de incurrir en un delito de proxenetismo y, es posible que, además, se le tipifique promesa de retribución o retribución económica a menores de edad a cambio de que ejecuten actos eróticos.

Según el testimonio de la víctima en la Fiscalía, conoció al adulto en la página de citas Locanto. “Me ofreció trabajar con él. Me propuso a mí y a mi amiga un apartamento”, dijo la chica.

Los explotadores sexuales debían pagar $ 3.000 a cada una de las entonces adolescentes a cambio de mantener relaciones, explicó la víctima. “Le dije que no”, relató la joven en la Fiscalía.

La fiscal Giuliana Realini le preguntó a la víctima qué le ofreció el hombre exactamente. “Una habitación y te cambiaban las sábanas”, explicó la chica

El adulto le ofreció lo mismo a otras cuatro chicas que se conocían entre sí. “No se dio”, reiteró la entonces menor.

Otro adulto, de profesión comerciante, también conoció a las dos viejas amigas a través de Locanto. La víctima testificó: “Él no tenía mucha disponibilidad. El arreglo era económico. Una vez le pedí algo para mí, unas extensiones de pelo. Él sabía lo básico sobre mi. Que tenía 16 años e iba al liceo”.

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