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En un truculento plan se complotó con su ex, la hija de esta y su novio, para matar a su pareja

En el crimen ocurrido en Jardines del Hipódromo en 2022 se comprobó una planificación familiar.

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Plan.
PLAN. El femicidio fue premeditado y, además, cometido con alevosía por su expareja.
Francisco Flores/Archivo El País.

Redacción El País
Leticia Hasckowec aprovechó que en el trabajo la habían relegado un poco y preparó con toda su energía el primer cumpleaños de su hija menor. Tenía un gran talento con las manos -a lo largo de su vida había hecho trabajos de costura y tapicería- con el que armó una decoración especial con globos y aros, además de cocinar la torta. Al cumpleaños asistió su familia, a quien ella volcaba todo lo que tenía para dar y lo mismo sucedía al revés. Fueron ellos quienes estuvieron ahí para celebrar el primer año de la nena, porque al padre ya lo había denunciado una vez por violencia de género. Esto fue en setiembre de 2022.

Aunque durante su vida había hecho de todo: estudiar Administración, inglés y piano, trabajar en un restaurante de comida rápida, fundar junto a su expareja una tapicería, ayudar en el emprendimiento de corte de alfalfa de su padre y coser tapabocas, dedicaba sus días a cuidar a sus dos hijos, un niño de seis y la niña de uno y a trabajar.

En 2020, buscando trabajo, consiguió ingresar como administrativa de residuos. Ahí conoció al padre de su hija, quien además de trabajar ahí, era operador penitenciario.

Era la segunda vez que le daba la oportunidad a una pareja. Al padre del nene más grande lo conocía del barrio, hasta que él se empezó a drogar y a recibir agresiones por haber entrado en ese mundo. Cuando se estaban separando, llegaron a prenderle fuego la casa donde antes convivían. Él, después, terminó preso.

En esa casa estuvo su familia otra vez para tenderle la mano: su padre, Roberto Hasckowec, su madre, Margarita Rosas y sus hermanas Katherine y Natasha. Siempre la ayudaron con los niños e incluso con trabajo -cuando no tienen, es su padre el que las suma al negocio del corte de alfalfa-, lo que ella devolvía con dedicación a cada uno de los integrantes de la familia y ayuda en la parte contable.

La historia de Leticia se truncó dos meses después del cumpleaños de su hija, el 7 de diciembre de 2022, como parte de un truculento plan que planeó su pareja, con quien había retomado el vínculo tras la denuncia. “Ella un montón de veces me lo había dicho, para ella el primer matrimonio había sido un fracaso. Entonces, en realidad, le quería dar a los niños una familia y sé que aguantó cosas que no nos enteramos para no romper la familia”, contó su madre, en una parte de la entrevista que junto al padre y las hermanas de Leticia, mantuvieron con El País.

Cuando ellos retomaron la relación y Leticia iba a la casa de sus padres a visitarlos, su pareja se quedaba en la esquina esperándola, incluso por horas. “Yo pensaba que capaz él pensaba que yo le iba a decir algo por el problema que habían tenido… Ahora el psicólogo me explicó que él ejercía una presión sobre ella”, agregó su padre.

En el último tiempo, Leticia no mandaba fotos -él le había roto tres teléfonos y ahora tenía uno que no era smart- y casi no salía a reunirse con sus amigas. “Se fue deprimiendo”, contó su hermana Natasha. Prácticamente, tampoco trabajaba. Después de que denunció la violencia de género, como no se podía acercar a su pareja, la empresa mandó a trabajar desde la casa y la fueron relegando. “Nunca la respaldaron”, explicó su otra hermana, Katherine.

El 7 de diciembre era miércoles y como Roberto Hasckowec -un abuelo al que le gusta saber todo sobre sus nietos- tenía miedo que Leticia se quedara dormida. La llamó por teléfono y no atendió. Fue hasta ahí, no iba a permitir que su nieto se quedara sin ir a la escuela. Se encontró con una escena diferente a la que se imaginaba, pero le dijeron que el herido era su yerno y que fuera a Zona Operacional III que ahí le iban a informar todo. Allá fueron con su esposa Margarita.

Ahí es que todo el recuerdo empieza a ser más difuso, pero hubo una frase que a ella no se le borró más de la cabeza.

-¿Cómo? ¿No te dijeron? Tu hija está muerta -le dijo un oficial, cuando ella le había exigido ver a su hija. Le habían dado 24 puñaladas.

Fue una niña de diez años -hija de la expareja de Leticia y otra mujer- quien pudo echar luz sobre el femicidio. Contó que había visto cómo su padre y su madre hablaban sobre cómo terminar con ella.

El plan para matarla tuvo varias aristas y muchos involucrados. Testigos declararon que la exmujer del imputado le pidió a su hija mayor (que era de otro padre) y a al novio de ella que se encargaran de hacer “el trabajo sucio”.

A cambio, les ofrecieron una moto, un televisor y una suma de dinero. La pareja de Leticia le había pedido que sacara un préstamo para poder irse de vacaciones a Salto, cuando en realidad era para pagarle a sus sicarios. El plan era simular un robo que salió mal, en el que asesinaran a Leticia e hirieran a su pareja, para que fuera creíble.

Lo cometieron con un cuchillo que el imputado había recibido como herencia familiar, que lucía como adorno en la casa de su exmujer y que tenía una inscripción que decía “Rambo” en la hoja.

Así, los dos jóvenes encargados del crimen fueron hasta el apartamento que compartía Leticia y su expareja. La joven se quedó afuera, haciendo de “campana” y su novio ingresó al apartamento, donde sostuvo a la víctima mientras la pareja de ella la apuñalaba, según consta en las audiencias judiciales de la causa a las que accedió El País.

Los mencionados -salvo la expareja de Leticia que está imputado- están todos condenados con penas de entre siete (la joven que hizo de campana) y 20 años (los dos restantes). El hombre deberá ir a juicio oral por el crimen.

La vida después del femicidio de Leticia

El acusado por el crimen era policía y había tenido más denuncias. Incluso su exmujer, hoy condenada, contó que la obligó a prostituirse.

La familia de Leticia todavía tiene miedo. “Estuviste viviendo con una persona que te parecía amigable. Que te haya matado tu hija es algo muy cruel y con tantas personas involucradas… Hoy o mañana, no sabes si no hacen otro daño”, explicó su madre, que contó que se despierta por la noche.

A su nieto le pasa lo mismo. Y a eso, tiene que sumarle aprender a vivir sin su mamá. Sus tías cuentan que no se abre como con ella y que hace poco empezó a escribir lo que sentía en un diario.

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