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Temen por efectos de suspender la presencialidad en la educación

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Salón de clases vacío. Foto: Archivo El País

LA MARCHA DE LA PANDEMIA

Encuesta de la Cátedra de Psiquiatría Infantil reveló que el 80% de los niños con trastorno del espectro autista se han visto afectados durante la suspensión de clases presenciales en 2020.

El equipo de pediatras del grupo de científicos que asesora al gobierno (GACH) había pedido que las escuelas fueran lo último en cerrarse y lo primero en reabrirse. Parte de ello se justificaba -y justifica- en los efectos negativos que causa en los niños el cierre de las escuelas.

Una encuesta de la Cátedra de Psiquiatría Infantil de la Universidad de la República reveló que el 80% de los niños con trastorno del espectro autista se han visto afectados durante la suspensión de clases presenciales en 2020. La mitad de ellos se ha perjudicado “mucho”. Por eso la catedrática Gabriela Garrido, una de las autoras del informe pediátrico del GACH, expresó que “por un lado se entiende” la extensión de las clases virtuales, pero, por otro, “no se entiende que no haya otras medidas para otras actividades”.

El pediatra e infectólogo Álvaro Galiana, otro de los que había defendido la presencialidad escolar, entiende que, en el contexto actual, “hay que reducir la movilidad y parece lógico que los centros educativos permanezcan cerrados... para mayo es posible que comience a notarse el efecto de las vacunas a los docentes, que habían sido priorizados, y tal vez entonces será otro el escenario”.

Las escuelas rurales podrían ser las primeras en reabrir en mayo (siempre y cuando el escenario epidemiológico lo permita). Las autoridades educativas tenían la iniciativa de comenzar por los niños de nivel inicial, dado que son los menos susceptibles a contagiarse o contagiar el virus y los más perjudicados por el corte de la presencialidad. De hecho, así lo ha recomendado el grupo científico. Sin embargo, dada las facilidades del medio rural, la escasa población y menor movilidad, el Codicen discutió el miércoles la eventualidad de realizar una vuelta a las aulas gradual y siguiendo el esquema aplicado de abril a junio 2020.

Pese a que los niños más pequeños son de los más afectados, los liceales no están ajenos a los llamados efectos no-Covid. La psiquiatra Garrido y sus colegas están viendo “muchas consultas de adolescentes con repercusiones en el estado de ánimo, ansiedad, y pérdida de contacto con el liceo en la población de ASSE”. La pérdida del vínculo con el centro educativo, más allá del derecho a la enseñanza y de la pérdida de aprendizajes, explican los profesionales, “repercute en la socialización en una edad en que el grupo de pares es la referencia”.

Para los casos de afectaciones más puntuales, como estudiantes con alguna discapacidad, el año pasado los neuropediatras y los psiquiatras infantiles habían planteado la necesidad de que permanezcan abiertas las salas de estimulación, las aulas hospitalarias y otros centros que atienden a esa población en concreto. En su momento, los médicos habían dicho que, para esos chicos, “es más el riesgo del corte de la presencialidad que el propio virus”.

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