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¿Por qué hay niños que ya están asistiendo a las escuelas de Montevideo?

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Primaria no tiene sistematizada la información de cuántos son los estudiantes que por estos días están yendo a las escuelas. Foto: Reuters

LA NUEVA NORMALIDAD

Las maestras están aprovechando para avanzar con aquellos niños que están más rezagados. Primaria quiere “disminuir drásticamente” la cifra del 4,5% del alumnado que se desvinculó.

Juana iba camino a su trabajo cuando algo le llamó la atención: en la calle Caramurú y María Espínola vio unos escolares, cuadernos en mano, entrando a un centro educativo. Casi a la misma hora, Pedro observó a una madre que acompañaba a su hijo a una escuela en General Flores y Carreras Nacionales. Y Luciana notó cómo del ómnibus descendía otro chico con túnica blanca y moña azul a la altura del zoológico. Estos son tres relatos de lectores de El País y los tres se preguntaban lo mismo: ¿cómo es posible que niños asistan a las escuelas de Montevideo si están cerradas por la pandemia de COVID-19?

Las maestras, autorización mediante, están aprovechando para avanzar con aquellos niños que están más rezagados. Primaria quiere “disminuir drásticamente” aquella cifra del 4,5% del alumnado que se ha desvinculado y que, por tanto, no tiene siquiera contacto con sus docentes.

Como se trata de un proyecto individualizado, que lo lidera cada escuela, Primaria no tiene sistematizada la información de cuántos son los estudiantes que por estos días están yendo a las escuelas. Pero, a modo de ejemplo, en la región centro y este de Montevideo las distintas estrategias han bajado la desvinculación a la tercera parte.

Cuando la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) anunció el cronograma de retorno a la presencialidad, en tres etapas, los estudiantes de Montevideo eran los últimos en reengancharse. Pero, como reza el dicho popular, a veces los últimos serán los primeros. Y así está siendo.

La justificación para que los montevideanos fueran los últimos era meramente sanitaria: en la capital hay más densidad de población y estaba la mayor concentración de quienes cursaban la enfermedad de COVID-19. Aunque ayer, según el reporte del Sistema Nacional de Emergencia (Sinae), Montevideo y Rivera estaban a la par: 26 y 25 respectivamente.

Desde lo pedagógico, sin embargo, entre las autoridades de la educación, el gobierno y la oposición había un consenso: los alumnos más rezagados, aquellos que venía corriendo de atrás o estaban desvinculados, serían la prioridad. Por eso se habilitaron las escuelas de contexto crítico antes que las “urbanas comunes” y por eso las escuelas de todo el país, incluyendo las de la capital, están recibiendo a niños que, por sugerencia de su maestra, es conveniente que ya tengan un encuentro presencial.

Como toda esta vuelta a clases, mientras dure la emergencia sanitaria, la asistencia es voluntaria. Pero como los maestros ya se reincorporaron a cierta presencialidad, están aprovechando para cooperar con aquellos niños que necesitan un repaso, una preadaptación o una mano mayor.

Un ejemplo son algunos estudiantes con TEA (trastorno del espectro autista) que asisten a escuelas comunes y la maestra quiere trabajar directamente con ellos para que, al incorporarse el resto de su clase, la adaptación les sea más sencilla. O bien alumnos de primer año que han quedado rezagados en el aprendizaje de la escritura, o los de segundo que no saben leer, entre otros.

COVID-19, en este sentido, aceleró el seguimiento individualizado que la anterior administración había iniciado con la “protección de las trayectorias educativas”. Con una diferencia: ahora los centros educativos tienen una autonomía única para armar sus grupos y las estrategias lectivas.

El desafío, sin embargo, es doble: cumplir un estricto protocolo sanitario y, a la vez, no dejar a nadie afuera del barco cuando la asistencia es voluntaria. En las escuelas rurales, por ejemplo, la concurrencia jamás superó el 51% de quienes debían decir “presente”.

Asistencia.

ANEP es la institución que más personas moviliza por día. Entre estudiantes y docentes superan con creces a la suma de todo el sistema sanitario, la Policía y las Fuerzas Armadas. De ahí que la decisión de reabrir los centros educativos haya sido uno de los puntos más discutidos, y de ahí que los técnicos se quemen las pestañas para estimar cuántos alumnos retoman en cada etapa.

La Unidad de Métodos y Acceso a Datos de la Facultad de Ciencias Sociales de UdelaR, que comanda el exsubsecretario de Educación, Fernando Filgueira, calculó distintos escenarios de la vuelta a las clases.

Según estas estimaciones, que figuran en el Observatorio de CovidUy, a esta altura de junio serían 102.779 los estudiantes habilitados para concurrir a las clases presenciales en todo el país (suma la etapa de escuelas rurales y las aperturas del pasado 1° de junio).

El próximo lunes y martes, en la nueva etapa, se dará la mayor incorporación de alumnos: 488.165 nuevos.

El 29 de junio, con la suma del último mojón de 256.655 estudiantes, se llegaría al total del sistema; 847.599.

Eso sería si acudiesen todos los estudiantes. Si solo fuese la mitad, como viene ocurriendo en las escuelas rurales, la asistencia no llegaría siquiera al medio millón.

Varios cientos de escuelas rurales están dictando clases presenciales a lo largo de todo el país con excepción de Canelones. Foto: Leonardo Mainé
Foto: Leonardo Mainé

Como desafío metodológico, cuenta la socióloga Jimena Pandolfi, los investigadores tuvieron en cuenta que la concurrencia a las escuelas va cayendo a lo largo del año y no es comparable con la foto exacta del comienzo, en marzo. Por eso usaron las bases de la Encuesta Continua de Hogares y el Anuario Estadístico del MEC.

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