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En plena era de la información, el capital intelectual, el conocimiento organizado utilizado para producir riqueza, es el principal activo de una empresa. Esa afirmación surge de Intellectual Capital: The new wealth of organizations, de Thomas Stewart, director ejecutivo del Centro Nacional para el Mercado Medio en el Fisher College of Business de la Universidad Estatal de Ohio. Su lectura es recomendada por Víctor Ganon, cofundador y socio de la tecnológica uruguaya Quanam.

El autor divide la publicación en tres ponentes importantes en las organizaciones: el capital humano, el estructural y el de los clientes. «El capital humano es el conjunto de las capacidades de los individuos requeridas para proveer soluciones a los clientes. Un aspecto fundamental para lograr el éxito es el compromiso de la gente, así como la posibilidad de poner en acción la acumulación de su experiencia. El capital estructural es el conjunto de capacidades organizacionales de la empresa que satisfacen los requerimientos del mercado. Abarca las estructuras y sistemas de la empresa, sus metodologías y procedimientos organizacionales, su estrategia y cultura. El capital de clientes es el valor de las relaciones de la empresa con la gente con quienes hace negocios. Refleja la profundidad (penetración), amplitud (cobertura) y apego (lealtad) de la organización», explicó Ganon.

Del libro, que descubrió en una librería del aeropuerto de Baltimore mientras esperaba un vuelo, rescató esta frase: «Cuando aparece uno de nuestros consultores, el cliente debe obtener lo mejor de la firma, no solo lo mejor de ese consultor».

Ganon dijo que esta lectura le permitió descubrir el enfoque teórico que daba soporte al desarrollo de su empresa como una compañía de conocimiento e innovación. «Desde que lo tengo, lo aplico en Quanam permanentemente y difundo sus conceptos a todos nuestros consultores», aseguró.

Ahora, mientras lee Paraíso, de Abdulrazak Gurnah, en la pila de la lectura le esperan Volver la vista atrás, de Juan Gabriel Vásquez, Klara y el Sol, de Kazuo Ishiguro, 1794, de Niklas Natt Och Dag, Venecia: El león, la ciudad y el agua, de Cees Nooteboom, El gambito turco, de Boris Akunin; y Acqua Alta, de Donna Leon.

Perfil lector

¿Escritor o género favorito?
Mario Vargas Llosa. Sus tres primeras novelas me deslumbraron. Desde entonces, compro y leo todos sus libros en cuanto salen.

¿Cuántos libros lee al año?
Alrededor de 60.

¿Mejor momento para leer?
La tarde.

¿Ficción o no ficción?
Ficción, por lejos.

¿Presta sus libros?
Los prestaba, ahora los regalo. Si lo preciso de nuevo, consigo el e-book.

¿Hace anotaciones o los subraya?
Subrayo todo lo que me interesa, y con los e-books los guardo y consulto en formato digital.

¿En qué ocasiones regala libros?
En los cumpleaños y en las fiestas. A la familia y a los amigos.

¿Formato e-book o impreso?
E-book. No pesa en los viajes, no ocupa lugar en la biblioteca, cuesta menos y permite subrayar y hacer anotaciones.

¿Una librería en el exterior?
Dillon’s Bookshop, en Bloomsbury (Londres). No existe más.

¿La película más fiel a un libro?
Se me ocurren dos: El nombre de la rosa, de Umberto Eco, dirigida por Jean-Jacques Annaud; Il Gattopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, en realización de Luchino Visconti.

¿Un libro con un final inesperado?
En el culo del mundo, de António Lobo Antunes.

¿Libro favorito de la infancia?
Las novelas de aventura de Emilio Salgari.