Guía para el recorte presupuestal del gobierno

A la hora de analizar qué programas cerrar, es clave hacer un estudio del costo-efectividad de cada programa. En Londres cerraron el 30% de los “clubes juveniles”, programas públicos de apoyo liceal fuera del horario escolar. Se ahorró dinero en primera instancia. Pero a la sociedad le costó tres veces más (en términos de peores resultados educativos y delincuencia).

Varios países —entre ellos Uruguay— han desarrollado clubes juveniles en horario extraescolar, financiados con fondos públicos, pero sus efectos no habían sido estudiados con profundidad hasta este momento.

Hasta hace algunas décadas, las políticas públicas apenas prestaban atención al tiempo extraescolar. Hoy existe un interés creciente en verlo como una oportunidad para que niños y adolescentes desarrollen habilidades que complementen la educación formal.

Con esa idea surgieron los clubes liceales, fomentando la participación regular, y garantizando la supervisión adulta del tiempo libre. La teoría sostiene que estas actividades ayudan a los jóvenes a aprovechar mejor sus recursos propios y del entorno, reducen riesgos de conductas problemáticas y favorecen el desarrollo personal.

Las investigaciones previas destacan varios mecanismos por los que estos programas podrían ser positivos para los jóvenes: los clubes juveniles ofrecen espacios seguros, apoyo académico, actividades enriquecedoras, vínculos positivos con pares y mayor participación de los padres. También se subraya que proporcionan más o mejores oportunidades de aprendizaje que el centro educativo y el hogar por sí solos, al aumentar el tiempo de estudio y mejorar el rendimiento académico gracias a la supervisión profesional.

En síntesis, las teorías psicopedagógicas sugieren que los programas extraescolares pueden mejorar la conducta juvenil y los logros educativos.

Carmen Villa (Universidad de Zúrich) se enfoca en los clubes juveniles de Londres. Son espacios comunitarios gratuitos para niños y jóvenes que tienen entre 10 y 19 años de edad. En el club se organizan actividades deportivas y talleres, y se ayuda a hacer los deberes domiciliarios que indican en el liceo. Para tener una idea de la magnitud de estos programas, van estos números: en 2009, el 40% de los niños y jóvenes residentes en Londres asistían semanalmente a estos clubes juveniles. En 2010 empezaron los recortes presupuestales. Entre 2010 y 2019, el gasto en servicios para los jóvenes cayó 72%.

La citada investigadora identificó dónde estaba localizado cada uno de los clubes juveniles de Londres. Además, consiguió datos de las pruebas educativas de todos los niños de esa ciudad y los registros de todos los delitos que hace la Policía Metropolitana de Londres. Esto le permitió a Carmen Villa medir la conducta delictiva y resultados académicos de los jóvenes que vivían en lugares donde se cerraron los clubes juveniles. Y los comparó con los jóvenes que sí podían asistir a clubes juveniles.

Se constató que, ante el cierre de los clubes juveniles gratuitos, los niños y jóvenes de esas zonas tenían poca o ninguna opción para hacer algo estructurado con su tiempo libre. Cayó su rendimiento académico (obtuvieron peores calificaciones en las pruebas nacionales). Los más perjudicados fueron los niños que vivían en contextos de pobreza o mostraban mayor ausentismo escolar: estos vieron descender sus calificaciones aún más.

El cierre de los clubes juveniles también llevó a que aumentara el número de jóvenes que se involucraban en la delincuencia y el número de delitos cometidos por cada joven que vivía en esa zona. Los mayores aumentos delictivos se dieron en los delitos contra la propiedad, aunque también se registraron incrementos en drogas y violencia.

¿Por qué el cierre de estos espacios para niños y jóvenes puede haber sido tan negativos para los resultados educativos y para el comportamiento en el barrio? Una explicación posible es que es muy difícil sustituir lo que el club brindaba al niño. Por ejemplo, la investigadora sistematizó datos de encuestas posteriores a los cierres de los clubes y encontró que los niños pasaron a usar su tiempo libre en más videojuegos, televisión y redes sociales.

El estudio de la investigadora de la Universidad de Zúrich también detectó que -luego del cierre de estos espacios juveniles- niños y jóvenes pasaron a dedicar menos tiempo a hacer las tareas domiciliaras que indica habitualmente el centro educativo. Además reportaron una mayor dificultad para concentrarse.

También, señala la investigadora, es posible que el cierre de los clubes juveniles haya afectado negativamente la visión o compromiso que tienen los jóvenes con su barrio y su comunidad.

En suma, hay bastantes indicios de que el cierre de estos espacios para jóvenes no fue sólo un problema en términos de tiempo que los niños pasan a estar sin hacer nada y metiéndose en problemas, sino que también hay bastantes pistas que sugieren que el cierre de los clubes afectó negativamente el desarrollo propio del niño, sus habilidades cognitivas y no cognitivas. Se perdieron espacios de aprendizaje.

Londres quiso recortar gastos y cerró el 30% de los clubes juveniles. Pero, por cada libra esterlina que se ahorró, aumentaron en 2,65 libras esterlinas los costos sociales. En definitiva, hubiera sido una mejor opción conseguir fondos y mantener estos espacios extraescolares abiertos. Es clave evaluar científicamente el impacto de los programas y hacer análisis costo-efectividad antes de tomar decisiones presupuestales.