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Messi gambeteó miserias políticas

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Messi gambeteó la jugada del gobierno que quiso mostrar a los campeones del mundo en la Casa Rosada. El planteo del equipo había sido claro desde un primer momento: no se prestaría a ser expuesto como trofeo político de nadie. De todos modos, el presidente ensayó jugadas para llevarlos a la sede del gobierno. Pero Messi y Scaloni las eludieron.

Con la muerte de Maradona, el oportunismo político había mostrado su calaña. Era el peor momento de la pandemia. Lo más lógico era pasear el féretro por Buenos Aires, para que la gente que quería dar el último adiós al ídolo se disperse en las calles disminuyendo los contagios. Pero Alberto Fernández y Cristina Kirchner decidieron exhibir el cadáver en la Casa Rosada, haciendo que miles de personas desfilaran por un recinto cerrado.

Por supuesto, todo terminó mal. Con incidentes que interrumpieron lo que se había armado para que el ídolo muerto y su pueblo se encontraran en la Casa Rosada.

Volvieron a intentarlo con los campeones de Qatar, pero los jugadores gambetearon la jugada política.

Mientras millones de personas demostraban que pueden movilizarse sin que les paguen ni los carguen en ómnibus para llevarlos a una concentración, el presidente, la vicepresidenta y varios ministros mostraban la política miserable.

De haber pensado sin especulación política, el presidente habría sugerido que la “scaloneta” salude a la multitud desde los balcones del Cabildo.

En definitiva, ese edificio, que también está en la Plaza de Mayo, simboliza una histórica gesta colectiva y de sus balcones nadie hace botines políticos, como ocurre con los balcones de la Casa Rosada.

Alberto Fernández fracasó en llevarlos a la Rosada. También fracasó el ministro De Pedro cuando quiso arrebatarle un abrazo y una foto a la máxima figura del fútbol mundial. Lo atajó el Chiqui Tapia y lo apartó del camino de los campeones.

Cristina Kirchner también tuvo una intervención lamentable. Lo que más rescató la vicepresidenta de lo hecho por Lionel Messi en Qatar, fue que le dijera “qué mirás bobo” a un holandés.

¿Esa es la transgresión que Cristina Kirchner considera enaltecedora? En rigor, a la hora de valorar transgresiones, la líder kirchnerista debió señalar la que no hicieron los jugadores en Qatar: un gesto repudiando la criminal represión del régimen iraní, las ejecuciones de manifestantes y la condena a muerte de un futbolista por participar en las protestas.

Ni la selección argentina, ni la de Francia ni las otras que aún estaban en Qatar el 13 de diciembre, cuando se conoció la condena a muerte de un joven futbolista iraní, dijeron nada ni hicieron algún gesto acordado.

Ellos eran los protagonistas de esos días. Qatar era el escenario más observado del mundo. El poder que hubiera tenido un gesto de esas selecciones reclamando por la vida del colega iraní era inmenso. Pero no hicieron nada.

De los funcionarios de la FIFA, incluido Mauricio Macri, no podía esperarse nada. El régimen del emir Tamim al Thani tiene buenas relaciones con el régimen de los ayatolas y, por mantenerlas, hasta soportó un bloqueo de Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos y Egipto.

No fue el único motivo por el que se aplicó el bloqueo a Qatar en junio del 2017. Acusaban al régimen qatarí de apoyar levantamientos en el marco de la llamada “Primavera Árabe”. Pero la buena relación del emirato con el régimen de los ayatolas chiitas era una de las razones.

Puesta a reivindicar transgresiones, la vicepresidenta argentina debió reivindicar la que no se hizo y quedó como una deuda de las selecciones que jugaron en Qatar. Pero reivindicó algo superficial porque le sonó maradoniano.

El elogio de Cristina Kirchner al “que mirás bobo, andá pa’ allá” fue un intento forzado y fallido de “maradonizar” a Messi. Nada menos maradoniano que el rosarino que levantó la copa de Qatar.

Messi admira al genio futbolístico al que logró acercarse más que ningún otro jugador. Pero Maradona tenía un perfil mesiánico que su heredero nunca mostró. Además, Maradona podía posar con emires ultraconservadores y también con Fidel Castro, Hugo Chávez y hasta con Nicolás Maduro. Mientras que Messi siempre eludió a los gobernantes. Y ahora eludió la jugada de Alberto Fernández para sacar rédito político de la proeza deportiva realizada en Qatar.

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Claudio Fantini

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