Redacción El País
El tejocote, una pequeña fruta originaria de México, no solo tiene un lugar privilegiado en la cocina tradicional, sino también en la medicina natural. Conocido científicamente como Crataegus mexicana, crece en zonas montañosas y forma parte del repertorio de ingredientes típicos de la temporada invernal. Sin embargo, su valor nutricional lo convierte en una opción saludable para todo el año.
Uno de los principales beneficios del tejocote es su alto contenido de hierro, un mineral fundamental para la formación de hemoglobina, la proteína que transporta oxígeno en la sangre. Cuando hay una deficiencia de hierro, pueden aparecer síntomas de anemia como cansancio, debilidad y falta de concentración.
El consumo regular de tejocote puede ayudar a prevenir estas carencias. Pero no es solo su aporte de hierro lo que lo vuelve eficaz, sino también su contenido en vitamina C, que potencia la absorción de ese mineral en el organismo. Esta combinación lo transforma en un alimento especialmente útil para personas con riesgo de anemia o que necesitan reforzar su sistema inmunológico.
Además, el tejocote contiene otros nutrientes esenciales como calcio, potasio y pectina, una fibra natural que favorece el tránsito intestinal y contribuye al equilibrio digestivo.
Presente en la tradición culinaria mexicana
El tejocote tiene una fuerte presencia en la cocina típica del invierno. Es uno de los protagonistas del clásico ponche navideño, donde se mezcla con frutas como guayaba, tamarindo y caña de azúcar. Esta bebida caliente no solo reconforta, sino que también aporta energía, minerales y antioxidantes.
También es común encontrar el tejocote caramelizado como parte de la oferta de dulces típicos. Si bien esta forma de consumo es muy sabrosa, lo ideal es optar por preparaciones con poco o nada de azúcar añadida para mantener sus propiedades nutricionales.
En otras recetas, el tejocote puede utilizarse en conservas, salsas o incluso acompañando carnes. Su sabor ligeramente ácido y dulce lo hace versátil para platos tanto dulces como salados.
Un fruto con historia y beneficios múltiples
Desde tiempos prehispánicos, el tejocote ha sido usado en la medicina tradicional mexicana. Además de su efecto positivo sobre la anemia, se lo ha utilizado como remedio casero para mejorar afecciones respiratorias, fortalecer el sistema inmune y promover la circulación sanguínea.
Su consumo también se asocia con la reducción del estrés oxidativo, gracias a su contenido de antioxidantes que ayudan a combatir los radicales libres. Esto puede traducirse en una menor predisposición a enfermedades crónicas, incluyendo problemas cardiovasculares.
Por otro lado, su fibra natural contribuye a regular los niveles de glucosa y colesterol, convirtiéndolo en una fruta útil para personas con diabetes o quienes buscan mantener una alimentación equilibrada.
Cómo incorporarlo a la dieta
El tejocote puede conseguirse fresco durante los meses de otoño e invierno, aunque también está disponible deshidratado o en conserva a lo largo del año. Para aprovechar mejor sus propiedades, se recomienda consumirlo al natural, solo o en ensaladas de frutas.
Otra opción es hervirlo para suavizar su pulpa, lo que permite usarlo en infusiones o preparaciones más elaboradas. Sea cual sea la forma elegida, el tejocote se presenta como una fruta funcional: rica en sabor y en beneficios.
Aunque en Uruguay no es una fruta común, el tejocote representa una muestra clara de cómo la tradición y la nutrición pueden ir de la mano. Si tenés oportunidad de probarlo, vale la pena incorporarlo a la dieta como un recurso natural para fortalecer la salud y prevenir la anemia.
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