Redacción El País
En muchos países de Occidente, la menopausia se vive como una etapa cuesta arriba: sofocos, insomnio, cambios de humor, pérdida de energía. Pero al otro lado del planeta, en Japón, las mujeres suelen atravesar este mismo proceso con más calma y menos síntomas. ¿Qué explica semejante contraste? Según la especialista en menopausia Lurdes Álvarez, la respuesta no está en la genética, sino en algo mucho más cotidiano: la alimentación.
Un dato basta para dimensionar la magnitud del tema. El Barómetro de la Menopausia 2025, elaborado por STADA, revela que solo en España ocho de cada diez mayores de 40 años se sienten preocupadas por su llegada. No es para menos: el fin de la menstruación implica una transformación hormonal profunda que repercute tanto en el cuerpo como en las emociones.
Mientras en Occidente el abordaje de la menopausia suele centrarse en los tratamientos farmacológicos, en Japón el secreto se encuentra en los alimentos. La clave, explica Álvarez, está en las isoflavonas, compuestos naturales presentes en la soja y productos tradicionales como el tofu, el tempeh o la leche de soja.
Estas sustancias son fitoestrógenos, moléculas de origen vegetal con una estructura similar a la de los estrógenos humanos. Cuando el cuerpo reduce su producción hormonal, las isoflavonas pueden “ocupar su lugar” parcialmente, ayudando a aliviar síntomas como los sofocos, la sequedad o los altibajos emocionales.
Los estudios respaldan su eficacia. Investigaciones médicas muestran que las isoflavonas no solo ayudan en la transición menopáusica, sino que también reducen el colesterol LDL —el llamado “colesterol malo”— y protegen la salud cardiovascular. Además, contribuyen a mantener la densidad ósea, un aspecto crucial frente a la osteoporosis postmenopáusica. Entre las más estudiadas figuran la genisteína, la daidzeína y la gliciteína, todas abundantes en los granos de soja.
Aunque su efecto es más suave que el de la terapia hormonal, las isoflavonas representan una alternativa natural y segura para quienes buscan aliviar los síntomas sin recurrir a fármacos. Y la evidencia cotidiana es clara: en Japón, donde el consumo de soja forma parte de la dieta, los sofocos y malestares severos son mucho menos frecuentes.
Más allá de la soja: el lúpulo como opción natural
La naturaleza ofrece otras fuentes de fitoestrógenos. El lúpulo, conocido por su uso en la cerveza, contiene una molécula llamada 8-prenil-naringenina, considerada el fitoestrógeno más potente identificado hasta hoy. Además de su acción hormonal, aporta aceites esenciales con efecto sedante, que pueden aliviar la ansiedad, el insomnio y la irritabilidad tan comunes en esta etapa.
Un estudio del Grupo NC Salud halló que los extractos de lúpulo pueden ser hasta 100 veces más eficaces que las isoflavonas de soja para reducir los sofocos. Tras seis semanas de tratamiento, el 90 % de las mujeres que participaron en la investigación reportó mejoras notables.
Aun así, los especialistas advierten que ningún suplemento, por sí solo, puede resolver la complejidad de la menopausia. El bienestar depende de un enfoque integral que combine una dieta equilibrada, ejercicio regular, acompañamiento médico y cuidado emocional.
En ese sentido, la experiencia japonesa deja una lección valiosa: la serenidad no es cuestión de suerte, sino de hábitos. Lo que en Japón se transmite como parte de la tradición culinaria, en otras culturas empieza a abrirse camino como una alternativa consciente y saludable. Y aunque la ciencia sigue explorando los límites de estas sustancias naturales, cada vez más mujeres descubren en ellas una forma de vivir la menopausia con dignidad, equilibrio y plenitud.
En base a El Tiempo/GDA
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