También conocido como huáng qí o milkvetch, el astrágalo es una hierba originaria del norte y este de China, donde sus raíces se utilizan hace siglos para proteger el “qi” o energía vital y tratar afecciones como resfriados, alergias y fatiga. Estudios han demostrado su efecto inmunoestimulante y antiinflamatorio, su impacto en la salud renal y cardíaca y su rol en la regulación del azúcar en sangre.
Aunque hay más de dos mil especies de esta planta, solo dos de ellas —el Astragalus membranaceus y el Astragalus mongholicus— se usan, por su composición química específica y seguridad comprobada. Los principales compuestos activos son los polisacáridos, las saponinas y los flavonoides.
“Son estos los responsables de sus beneficios para la salud, como la protección celular, la reducción de la inflamación y el apoyo inmunológico”, señala la nutricionista Milagros Sympson, y amplía sobre el rol de cada compuesto:
- Polisacáridos: estimulan el sistema inmunológico, promoviendo la actividad de macrófagos y linfocitos. Tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.
- Saponinas: aportan efectos cardioprotectores, inmunomoduladores y antiinflamatorios. Pueden mejorar la función celular y proteger contra el estrés oxidativo.
- Flavonoides: actúan como antioxidantes, protegiendo las células del daño causado por radicales libres. Contribuyen a propiedades antiinflamatorias y antienvejecimiento.
- Triterpenoides: apoyan la salud cardiovascular y hepática. Tienen efectos antioxidantes y pueden modular la respuesta inmune.
Sympson también hace referencia a la presencia de aminoácidos y oligoelementos, como el hierro, el zinc y el magnesio, que apoyan funciones metabólicas generales; y de fitoesteroles, que ayudan a regular los niveles de colesterol y tienen efectos antiinflamatorios.
Entre los beneficios asociados al consumo del astrágalo constatados en estudios científicos, la nutricionista destaca:
- Fortalecimiento del sistema inmune. Investigaciones publicadas en los National institutes of Health (NIH) sugieren que el astrágalo tiene propiedades antimicrobianas y antibacterianas. Esto se debe a la presencia de flavonoides y polisacáridos, compuestos activos que apoyan el sistema inmunológico, estimulando la producción de glóbolus blancos (responsables de prevenir enfermedades) y suprimiendo el crecimiento de microorganismos dañinos.
- Protección cardiovascular. Estudios publicados en los NIH realizados en pacientes con insuficiencia cardíaca han asociado el consumo y administración por intravenosa de distintas dosis de esta planta con mejoras significativas en los síntomas. “Reduciendo el estrés oxidativo, puede mejorar la función endotelial y disminuir la presión arterial”, observa Sympson.
- Apoyo a la salud renal. Al mejorar el flujo sanguíneo, el astrágalo podría mejorar los marcadores de laboratorio de la función renal. Se ha demostrado, por ejemplo, que el astrágalo mejora la proteinuria (la presencia anormal de proteínas en la orina, que puede indicar daño renal o un funcionamiento anormal de los riñones) en estudios en personas con enfermedad renal.
- Propiedades antienvejecimiento. Las propiedades “antiage” del astrágalo son especialmente populares en el mundo del wellness, y hay cierta evidencia que confirma este beneficio. “Los astragalósidos han sido estudiados por su capacidad para activar la telomerasa, una enzima que protege los telómeros y podría retrasar el envejecimiento celular“, explica Sympson. ”Aunque los estudios en humanos son limitados, investigaciones en animales sugieren un potencial antienvejecimiento”.
La forma más recomendada de consumir astrágalo es en suplementos (cápsulas o tabletas) debido a su biodisponibilidad y dosificación precisa, explica Sympson. La raíz seca —que concentra gran parte de sus compuestos bioactivos— es una buena opción para quienes prefieren un enfoque más tradicional. En este caso, se prepara en decocción, hirviendo la raíz en agua durante 30 a 60 minutos.
Sol Valls, La Nación/GDA
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