Con un aspecto parecido al jengibre, la galanga es una raíz originaria del sudeste asiático que históricamente ha sido muy valorada por sus propiedades digestivas y su sabor característico. Entre sus principales propiedades se encuentran sus efectos sobre el sistema digestivo, su papel como afrodisíaco natural y su capacidad para aportar energía al organismo.
A través de las rutas comerciales establecidas durante la Edad Media, la galanga fue introducida en Europa y alcanzó gran popularidad. Los textos médicos medievales la recomendaban para tratar dolores de estómago, fatiga, congestiones respiratorias e incluso melancolía. Su presencia durante siglos da cuenta del aprecio que generó como remedio natural, incluso frente al avance de la medicina moderna.
Su cultivo principal se concentra actualmente en países como Tailandia, Vietnam, China e Indonesia, aunque también se ha extendido a zonas tropicales de América Latina, África y Oceanía. Existen diferentes tipos de galanga, cada uno con propiedades particulares. Entre ellas, destacan:
- Galanga mayor (Alpinia galanga): más común en la cocina.
- Galanga menor (Alpinia officinarum): de sabor más fuerte y utilizada con fines medicinales.
- Galanga china (Kaempferia galanga): conocida por su aroma y uso para molestias digestivas y respiratorias.
- Galanga negra (Curcuma caesia): empleada en la India con fines terapéuticos y rituales.
La parte más usada de la galanga es su tallo subterráneo, que visualmente se asemeja al jengibre. Tiene una forma nudosa, una piel delgada de un tono marrón claro y una pulpa interna de un tono que puede ir del blanco al rosado pálido, dependiendo de la especie y la madurez en la que se la extrae.
El sabor es otro aspecto distintivo. Aunque ambas raíces comparten un toque picante, “su aroma a cítricos, pino y alcanfor la convierte en un condimento único e inconfundible”. A diferencia del jengibre, la galanga ofrece un perfil más fresco y seco, con un retrogusto mentolado.
Además, su composición química es diferente, lo que la hace destacar en otras áreas. Contiene cineol, galangina, alpinenos y eugenol, compuestos con efectos antiinflamatorios, antioxidantes y antibacterianos. Estudios científicos señalaron su potencial frente a cepas bacterianas resistentes a antibióticos y su utilidad para aliviar náuseas, estimular la digestión, reducir la acumulación de gases y mejorar la circulación.
Protagonista en la cocina asiática
En la gastronomía del sudeste asiático, la galanga cumple una función esencial. Su presencia es infaltable en recetas tradicionales como la sopa tailandesa tom kha gai, que combina leche de coco, pollo y esta raíz aromática. También aparece con frecuencia en curries, caldos y salsas de la cocina indonesia, vietnamita y malaya. Se puede utilizar fresca, en polvo, seca o congelada, aunque esta última pierde parte de su intensidad.
En algunos países asiáticos, la raíz también se integra a bebidas medicinales y tónicos naturales. En Indonesia, es un ingrediente tradicional en las fórmulas herbales jamu, diseñadas para fortalecer el sistema inmune y prevenir enfermedades.
Además de sus usos culinarios y medicinales, la galanga se emplea en la elaboración de licores y tónicos digestivos en algunos países asiáticos. Aunque su distribución fuera de Asia puede ser limitada, es cada vez más común encontrarla en tiendas especializadas, mercados étnicos o supermercados gourmet, en sus versiones deshidratada o procesada.
La Nación/GDA