Redacción El País
Antes, la preparación para un embarazo se entendía casi exclusivamente como una responsabilidad femenina. Sin embargo, hoy se sabe que el estado de salud del hombre previo a la concepción también deja huella en procesos clave, incluida la formación de la placenta y el riesgo de complicaciones como la preeclampsia.
Así lo explicó Patrick Jacinto, docente de Medicina Humana de la Universidad Científica del Sur, al señalar que la salud cardiometabólica, la edad y los hábitos del padre influyen en la calidad del esperma y en las señales biológicas que orientan el desarrollo placentario. En ese sentido, la paternidad responsable empieza antes del test positivo.
La idea de que el rol paterno termina en la fecundación quedó desactualizada. Hoy se sabe que el espermatozoide transporta, además del material genético, señales epigenéticas —marcas químicas y pequeños fragmentos de ARN— que influyen en cómo se organiza el embrión y cómo funciona la placenta durante las primeras semanas.
La uróloga Raevti Bole, especialista en salud reproductiva masculina de Cleveland Clinic, explicó que hábitos como la obesidad, la mala alimentación, la falta de sueño, el consumo de tabaco o alcohol y la exposición a tóxicos deterioran la calidad del semen. Ese daño puede traducirse en estrés oxidativo y alteraciones del ADN espermático, factores que afectan la implantación y el desarrollo placentario, un punto central en los trastornos hipertensivos del embarazo.
Aun así, la experta aclaró que la preeclampsia es, ante todo, un trastorno materno-placentario. La salud del padre no la determina de manera directa, pero puede contribuir en etapas tempranas del proceso reproductivo. Optimizarla mejora la fertilidad y favorece un inicio más saludable del embarazo.
Hábitos que dañan la salud reproductiva
Los especialistas coinciden en que varios factores cotidianos afectan de forma directa la salud reproductiva masculina:
- Tabaco, que reduce el recuento y la movilidad espermática y aumenta la fragmentación del ADN.
- Obesidad y trastornos metabólicos, asociados a mayor estrés oxidativo.
- Alcohol en exceso, con impacto en volumen y morfología del semen.
- Exposición prolongada al calor genital (saunas, jacuzzis, portátiles sobre las piernas).
- Falta de sueño, sedentarismo y estrés crónico.
- Dietas de baja calidad nutricional.
La buena noticia es que el esperma se renueva aproximadamente cada tres meses. Según la ginecóloga Tiziana Lenz, mejoras sostenidas en ese período pueden revertir gran parte del daño previo. Para un margen más seguro, algunos expertos recomiendan planificar cambios entre tres y seis meses antes de buscar el embarazo.
Evaluación y cuidados antes de concebir
Una preparación preconcepcional masculina incluye historia clínica completa, controles metabólicos básicos, análisis seminal y, si es necesario, estudios hormonales o pruebas avanzadas de daño del ADN espermático. También se aconseja una evaluación urológica integral.
En cuanto al estilo de vida, se recomienda una dieta tipo mediterránea rica en antioxidantes, actividad física moderada y regular —entre 150 y 300 minutos semanales combinando ejercicio aeróbico y de fuerza—, buen descanso nocturno y manejo del estrés. El ejercicio excesivo, especialmente en deportes de resistencia intensa, puede ser contraproducente si no se regula.
Algunos suplementos, como omega-3, coenzima Q10, L-carnitina o vitamina D, pueden apoyar la salud seminal en determinados casos, siempre bajo supervisión médica.
La evidencia apunta a un mensaje claro: el cuidado del futuro hijo empieza antes del embarazo y también involucra al padre. Dejar el tabaco, mejorar la alimentación, dormir bien y reducir el estrés no solo incrementa las probabilidades de concebir, sino que contribuye a un entorno biológico más favorable desde las primeras semanas.
En base a El Comercio/GDA
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