Dopamina y propósito: la ciencia detrás de por qué ayudar a otros es un antidepresivo eficaz

Cada 5 de diciembre se celebra el Día Internacional de los Voluntarios, una fecha proclamada por las Naciones Unidas para reconocer el aporte de millones de personas que dedican parte de su tiempo a causas sociales, ambientales y comunitarias. Pero más allá del impacto colectivo, expertos destacan que el voluntariado también tiene efectos profundos y positivos en quienes lo practican.

Contribuir a algo más grande que uno mismo genera un sentido de pertenencia clave para la salud emocional. Participar en acciones solidarias ofrece oportunidades para sentirse útil, reforzar la autoestima y recuperar la percepción de agencia en un contexto global que muchas veces genera impotencia.

Foto: ONG Huellas.

Además, realizar actividades voluntarias reduce los niveles de estrés y activa circuitos neuronales asociados a la empatía y la conexión social, liberando neurotransmisores como la oxitocina y la dopamina, relacionados con la sensación de satisfacción y propósito. Otro beneficio es la expansión de redes sociales significativas: los voluntarios suelen integrarse a grupos con valores compartidos, lo cual mejora el apoyo emocional disponible.

Para adolescentes y jóvenes, el voluntariado puede ser un espacio para desarrollar habilidades sociales y de liderazgo; para adultos mayores, una forma de combatir el aislamiento y mantener la mente activa.

Sin embargo, los expertos aclaran que el voluntariado debe practicarse de manera sana y sostenible, evitando caer en el agotamiento emocional o el llamado “burnout del cuidador”. Para ello, recomiendan elegir causas que generen motivación genuina, establecer límites claros y reservar tiempo para el descanso. También es importante que las organizaciones brinden capacitación y acompañamiento adecuados.

Foto: ONG Huellas.

En este contexto, trabajos como los realizados por la ONG Huellas cumplen un rol clave: mejoran la calidad de vida de niños que crecen en hogares, adultos mayores que atraviesan soledad y personas en situación de vulnerabilidad social, al mismo tiempo que transforman profundamente la vida de quienes deciden ofrecer su tiempo. De acuerdo a la organización, la experiencia demuestra que cuando alguien da, también recibe: conexión, bienestar y la certeza de que es posible cambiar realidades a través de la presencia humana.

Huellas impulsa espacios de acompañamiento emocional para niños y personas mayores en situación de vulnerabilidad, fortaleciendo vínculos y reduciendo indicadores de soledad y aislamiento social. Desde que comenzó a trabajar en Montevideo, más de 160 voluntarios se han sumado a las actividades y coinciden en un mismo punto: la participación les brindó una profunda satisfacción personal y un propósito renovado.

En un mundo marcado por crisis sociales, climáticas y económicas, el Día Internacional de los Voluntarios recuerda el valor del compromiso ciudadano y la solidaridad. Pero también invita a mirar hacia adentro: ayudar a otros no solo construye comunidades más fuertes, sino que también fortalece a quien ayuda. Y ese doble impacto es una de las razones por las que el voluntariado sigue siendo un pilar fundamental para el bienestar individual y colectivo.