Qué pasa si comemos bizcochos a diario y cómo sumar este alimento a la dieta sin dañar la salud

Especialistas en nutrición entienden que la clave para mantener la salud física y mental está en la frecuencia, la cantidad y el contexto de la dieta.

Bizcochos, medialunas, croissants
Bizcochos en una cesta.
Foto: Freepik.

Redacción El País
El bizcocho es uno de los protagonistas indiscutidos del desayuno en muchas mesas uruguayas. Su textura hojaldrada y su sabor lo convierten en un alimento difícil de resistir, pero los especialistas advierten que su consumo frecuente puede tener efectos negativos sobre la salud metabólica.

Los bizcochos, al igual que los croissants, contienen harinas refinadas, azúcares simples y grasas saturadas o incluso trans, sobre todo cuando son industriales. Este cóctel provoca subidas rápidas de glucosa en sangre y una respuesta insulínica elevada, que a largo plazo puede favorecer la resistencia a la insulina, el aumento de grasa visceral y alteraciones en el perfil lipídico.

Nuestro organismo no está adaptado a la ingesta frecuente de productos energéticamente densos y pobres en micronutrientes, lo que hace que el consumo diario de bizcochos sea potencialmente perjudicial.

Bizcochos.
Bizcochos.
Foto: Archivo El País.

El problema central radica en la combinación de harina refinada, azúcares añadidos y grasas saturadas/trans, que contribuye a inflamación de bajo grado, aumento de colesterol LDL y riesgo cardiovascular. El colesterol malo elevado favorece la formación de placas de ateroma en las arterias, aumentando la probabilidad de infarto, ictus y enfermedad arterial periférica.

No obstante, el consumo ocasional no representa un riesgo significativo. La clave está en la frecuencia, la cantidad y el contexto de la dieta. Un bizcocho es compatible con un estilo de vida saludable si el resto de la alimentación incluye alimentos frescos, ricos en fibra, antioxidantes, grasas saludables y proteínas de calidad. Además, permitirse ciertos alimentos contribuye al bienestar psicológico, evitando ansiedad o conductas desadaptativas en torno a la comida.

Un desayuno equilibrado

Expertos recomiendan que el desayuno incluya una fuente de proteína —como yogur, huevos o kéfir— junto con grasas saludables y carbohidratos integrales ricos en fibra. Este tipo de combinación ayuda a regular la glucosa, modula la inflamación sistémica y favorece la comunicación intestino-cerebro, traduciéndose en más energía, mejor atención y estado de ánimo durante la jornada.

En base a El Tiempo/GDA

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