Redacción El País
Encontrar alternativas ricas y nutritivas para niñas y niños con intolerancia al gluten puede convertirse en un verdadero desafío para las familias. En ese camino, algunas recetas se vuelven aliadas fundamentales. Así lo cuenta Natalia Amacoria, experta en plantas medicinales y cofundadora de Biofamilias, quien compartió en redes sociales la preparación que —según afirma— “salvó la infancia” de su hija.
“Esta receta salvó la infancia de mi hija que no podía comer gluten”, relata Amacoria en un video reciente. “Se trata de los chipá, y la receta la saqué de Jacinta Luna Lussich, cuando el pediatra, al ver la dermatitis y el trastorno del sueño que tenía mi hija, me recomendó su libro de recetas”.
La recomendación pediátrica no es casual. En muchos casos, la intolerancia o sensibilidad al gluten puede manifestarse con síntomas dermatológicos, trastornos digestivos, irritabilidad e incluso dificultades para conciliar el sueño. Frente a este panorama, lograr una dieta libre de gluten que sea nutritiva, accesible y, sobre todo, aceptada por los niños es clave para mejorar su calidad de vida.
El desafío de cambiar la dieta familiar
La transición hacia una alimentación sin gluten suele ser difícil para madres y padres. Implica revisar la despensa, aprender nuevos ingredientes, leer etiquetas con más atención y adaptar recetas tradicionales. No se trata solo de reemplazar la harina: es reeducar la cocina del hogar.
A esto se suma el impacto emocional. Muchos niños con intolerancia al gluten sienten frustración cuando no pueden compartir las mismas comidas que sus amigos en cumpleaños, meriendas o eventos escolares. Por eso, contar con opciones ricas y fáciles de preparar se vuelve fundamental para acompañarlos en el proceso sin que experimenten aislamiento o diferencias innecesarias.
En ese contexto, recetas como los chipá —naturales, sin gluten por definición y con ingredientes sencillos de conseguir— pueden convertirse en un puente entre el cambio de dieta y la vida cotidiana.
La receta de chipá de Jacinta Luna Lussich
Ingredientes:
- 500 g de fécula de mandioca
- 350 g de queso rallado tipo parmesano
- 3 huevos
- 1/2 taza de aceite de oliva, ghee o manteca
- 250 ml de agua, leche o bebida vegetal
- 1/2 cucharadita de sal
Preparación:
- Precalentar el horno a 200ºC.
- Hervir el agua con el aceite y la sal.
- Colocar la fécula en un bowl y sumar la mezcla de agua hirviendo; entreverar.
- Dejar enfriar la mezcla durante 10 minutos mientras se ralla el queso.
- Agregar a la masa los huevos y el queso y mezclar con las manos.
- Formar bolitas con las manos o una cuchara (si la masa está muy pegajosa, humedecer o aceitar las manos).
- Colocar las bolitas en una asadera engrasada y hornear durante 20 minutos, hasta que apenas se doren y aumenten de tamaño.
Intolerancia al gluten: qué deben saber las familias
La intolerancia al gluten —que puede incluir desde sensibilidad no celíaca hasta la enfermedad celíaca— afecta a un número creciente de niños y adultos. Si bien el diagnóstico siempre debe ser indicado por profesionales de la salud, la adaptación posterior suele recaer en la familia.
- Reemplazos accesibles. La fécula de mandioca, como en esta receta, es económica y versátil. También pueden incorporarse harinas de arroz, maíz o almendras para variar preparaciones.
- Organización de la cocina. Separar utensilios, tablas y espacios para evitar contaminación cruzada. Es una de las principales dificultades, pero también una de las más importantes.
- Etiquetas: leer siempre. Muchos productos que “parecen” libres de gluten pueden contener trazas. Revisar envases previene reacciones y evita malestar.
- No centrarse solo en lo que “no pueden comer”. Acompañar a los niños resaltando las opciones ricas que sí tienen ayuda a disminuir la sensación de restricción.
- Preparar recetas que puedan compartir. Llevar chipá, galletitas caseras o muffins sin gluten a cumpleaños o salidas escolares permite que los chicos participen sin sentirse diferentes.
- Consultar con profesionales. Nutricionistas especializados pueden guiar en la construcción de un menú equilibrado, evitando carencias nutricionales comunes en dietas mal planificadas.
Para Amacoria, los chipá no solo fueron una solución práctica, sino también un símbolo de acompañamiento y contención. Con pocos ingredientes y una preparación sencilla, lograron devolverle a su hija el placer de compartir comidas sin dolor ni molestias. Recetas como esta recuerdan que la cocina también puede ser un espacio de cuidado y encuentro.
-
Cuáles son los efectos de una dieta basada en ultraprocesados y qué nutrientes aportan los alimentos reales
Vitel toné, un clásico de la cocina italiana y argentina pero con una receta más saludable
El aceite de oliva es el más saludable según la ciencia, así es el ranking completo de los aceites vegetales