El ayuno intermitente genera muchas preguntas, especialmente en el contexto de la menopausia y la peri menopausia. Si te preguntás si es beneficioso o no, te propongo desentrañar la cuestión.
El mayor respaldo científico del ayuno intermitente radica en su capacidad para inducir un proceso llamado autofagia, un mecanismo celular que se activa durante el ayuno y funciona como limpieza interna, ayudando a eliminar células dañadas y a renovar el organismo.
El ayuno intermitente no solo se enfoca en la pérdida de peso: uno de los beneficios más interesantes es el reseteo celular que ocurre durante la autofagia, lo que podría mejorar los marcadores de envejecimiento. Esto es especialmente relevante para las mujeres post menopáusicas quienes enfrentan riesgos aumentados de enfermedades cardiovasculares, metabólicas, óseas y ciertos tipos de cáncer debido a la caída hormonal. Pero el ayuno no necesariamente es adecuado para todas, especialmente si no se lleva a cabo correctamente. Por ejemplo: hacer un ayuno de 16 horas seguidas y luego comer cualquier cosa, en cualquier cantidad puede llevar a un descontrol calórico y metabólico.
Además, es crucial entender que el problema puede no estar en cuánto se come, sino en por qué se come. Ansiedad, estrés y desórdenes emocionales pueden llevar a comer en exceso y el ayuno intermitente no los abordará.
En la perimenopausia y menopausia, el ayuno puede tener efectos contrarios a los deseados. La reducción drástica de la ingesta calórica puede activar la grelina, la hormona del hambre, y aumentar el modo ahorro del cuerpo y dificultando la quema de grasa.
Además, la falta de equilibrio hormonal puede hacer que las estrategias de ayuno resulten en que tu cuerpo almacene más grasa abdominal y otros cambios indeseables en la composición corporal.
Cuando pasas más de seis horas sin comer, tu organismo activa los mecanismos de supervivencia, aumenta tu cortisol (hormona del estrés) para ponerte en modo alerta.
Varios estudios demuestran que especialmente en peri o post menopausia el estrés de cualquier tipo es tu peor enemigo, especialmente para la gestión de la composición corporal (almacenamiento de grasa y preservación de masa muscular magra). Por eso, el ayuno prolongado (más de 12 horas) durante estas etapas es una pésima estrategia si estás buscando gestionar tu grasa.
Si decidís probar el ayuno intermitente es importante hacerlo de manera equilibrada. No se trata solo de ayunar sino de lo que comés durante las horas de ingesta. Incluir proteínas de alta calidad como queso, pescado, pollo o carne en las primeras comidas del día puede ayudar a mantener estables los niveles de insulina y glicemia. Si sos mujer mayor de 40 deberías consumir cinco porciones de proteínas al día. Una estrategia más sencilla y menos estresante es tener un descanso de 12 horas durante la noche.
Esto puede ser beneficioso metabólicamente, ayudando a tu cuerpo a resetearse sin los riesgos asociados a ayunos más largos. Por ejemplo, cenar temprano y desayunar más tarde puede proporcionar este descanso sin los efectos negativos de un ayuno prolongado.
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