Redacción El País
Tomar refrescos varias veces a la semana no solo suma “calorías vacías”, sino que también provoca alteraciones metabólicas y fisiológicas que afectan distintos órganos y sistemas del cuerpo, según alertó el secretario de Salud de México, David Kershenobich, durante una conferencia de prensa.
Entre las consecuencias más importantes del consumo de estas bebidas en la salud, destacan:
- Aumento de peso y obesidad. Una lata de refresco contiene entre 35 y 45 gramos de azúcar, equivalentes a casi 10 cucharaditas. Consumirla tres veces por semana introduce un exceso calórico que se acumula como grasa, principalmente en la zona abdominal. Además, al no generar sensación de saciedad, favorece el consumo de más alimentos y acelera la ganancia de peso.
- Riesgo de diabetes tipo 2. El exceso de azúcar obliga al páncreas a producir insulina de forma constante, lo que puede llevar a la resistencia a la insulina, condición que precede a la diabetes tipo 2. Incluso un consumo diario de refresco aumenta significativamente las probabilidades de desarrollar esta enfermedad.
- Deterioro dental. Los azúcares presentes en los refrescos alimentan bacterias que producen ácidos dañinos para el esmalte dental, favoreciendo caries. Además, los ácidos añadidos, como el fosfórico y el cítrico, erosionan los dientes, provocando sensibilidad, fragilidad y mayor riesgo de fracturas a largo plazo.
- Desmineralización ósea. El ácido fosfórico altera el equilibrio de minerales en el organismo, haciendo que el cuerpo extraiga calcio de los huesos. Esto disminuye la densidad ósea y aumenta la probabilidad de osteoporosis y fracturas, especialmente en mujeres que consumen estas bebidas de manera frecuente.
- Problemas renales y cardiovasculares. El exceso de azúcar eleva la presión arterial, los triglicéridos y genera inflamación crónica, factores que incrementan el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Simultáneamente, el ácido fosfórico contribuye a la formación de cálculos renales, afectando la función de riñones y corazón a largo plazo.
Kershenobich enfatizó que subestimar el consumo regular de refrescos puede tener consecuencias graves, que van desde problemas metabólicos inmediatos hasta daños crónicos en huesos, dientes, riñones y el sistema cardiovascular.
En base a información de El Universal/GDA