Siete formas inéditas de meditar sin esfuerzo, según el experto en felicidad Tal Ben-Shahar

El error más común es pensar que meditar requiere disciplina, silencio o inmovilidad; conocé las propuestas sencillas del psicólogo referente en el mundo.

Tal Ben Shahar
Tal Ben-Shahar en una charla de Mentes Expertas.
Foto: Cortesía Mentes Expertas.

Redacción El País
Meditar no siempre implica sentarse en silencio, cerrar los ojos y concentrarse en la respiración. Para el psicólogo y experto en felicidad Tal Ben-Shahar, uno de los referentes mundiales en psicología positiva, la meditación es mucho más amplia y accesible: consiste, ante todo, en conectar con el momento presente. Y esa conexión, asegura, puede cultivarse a través de actividades cotidianas que muchos no asociarían con una práctica meditativa.

A continuación, siete formas simples —y casi inadvertidas— de incorporar la atención plena en la vida diaria, según este enfoque.

Meditación
Mujer meditando.
Foto: Freepik.

  1. Comer sin distracciones. Ben-Shahar sostiene que pocas experiencias son tan poderosas para entrenar la presencia como comer con atención plena. Apagar pantallas, evitar el celular y concentrarse en los sabores, las texturas y el olor de los alimentos permite que la mente se ancle al instante presente. Este hábito no solo calma, sino que mejora la digestión y reduce la ansiedad.
  2. Perderse en un libro. Sumergirse en la lectura también es una forma de meditación. Al enfocarse por completo en la historia o en las ideas de un texto, la mente se calma y se ordena. Ese estado de “flujo” —cuando el tiempo parece detenerse— genera beneficios comparables a los de una práctica contemplativa tradicional.
  3. Tomar algo caliente. El simple acto de sostener una taza tibia de té, café o infusión puede ser una ancla emocional. Notar el aroma, la temperatura y el movimiento del vapor invita a desacelerar. Para Ben-Shahar, estas micro-pausas brindan un descanso mental valioso, especialmente en días de mucho estrés.
  4. Escribir libremente en un cuaderno. La escritura sin estructura —volcar pensamientos sin censura ni objetivos— permite liberar tensión, organizar ideas y observar emociones. Este ejercicio, conocido como journaling, funciona como una forma de meditación activa: la persona se concentra en el flujo de palabras y en lo que emerge de su interior.
  5. Ducharse conscientemente. La ducha puede convertirse en un ritual meditativo si se presta atención a las sensaciones: la temperatura del agua, el sonido al caer, el aroma del jabón, la sensación de la piel relajándose. Cada estímulo es una oportunidad para devolver la mente al “aquí y ahora”.
  6. Hacer una caminata de color. Una de las propuestas más particulares del experto es la caminata de color: elegir un color antes de salir a caminar y buscar ese tono en el entorno —autos, árboles, ropa, carteles, edificios—. Este juego activa la curiosidad y obliga a prestar atención al presente con una mirada renovada.
  7. Lavar la vajilla conscientemente. Aunque suene improbable, lavar los platos puede ser una forma de meditación en movimiento. Enfocarse en la temperatura del agua, en las burbujas, en el tacto de los objetos y en los movimientos repetitivos genera una calma inesperada. El objetivo es transformar una tarea rutinaria en un momento de atención plena.

Para Ben-Shahar, el error más común es pensar que meditar requiere disciplina, silencio o inmovilidad. “Meditar es estar presente”, resume. Y en un mundo acelerado, integrar estas pequeñas pausas conscientes puede ser una forma poderosa —y accesible— de recuperar equilibrio, claridad y bienestar emocional.

Escribir
Escritura terapéutica.
Foto: Archivo El País.

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