Redacción El País
El mate es mucho más que una infusión. En Uruguay y otros países de la región, esta bebida acompaña reuniones familiares, pausas laborales, encuentros entre amigos y hasta momentos de estudio en soledad. Pero, ¿qué explica la psicología sobre la costumbre de “cebar unos mates”?
Compartir un mate no es únicamente un acto de consumo: es un ritual de vinculación. Psicólogos sociales señalan que la ronda de mate funciona como un espacio de conexión en el que se refuerzan la confianza, la intimidad y el sentido de pertenencia. El mate pasa de mano en mano, se comparte el mismo recipiente, y eso genera una sensación de igualdad y cercanía.
En ese sentido, el mate puede considerarse una forma de comunicación no verbal: el simple gesto de ofrecerlo equivale a decir “quiero estar con vos” o “te incluyo en mi círculo”.
La psicología también resalta que el mate opera como una estructura cotidiana. Al ser un hábito repetitivo, brinda contención emocional y estabilidad. Para muchas personas, preparar el mate es un ancla que ordena el día, ya sea en la oficina, en la universidad o en casa.
Ese ritual, además, puede convertirse en una estrategia de autorregulación emocional: cebar un mate al comenzar una jornada laboral o antes de estudiar ayuda a concentrarse, bajar la ansiedad y activar un estado mental asociado con la productividad o la calma.
Además de lo social, tomar mate tiene efectos vinculados al bienestar individual. La acción repetida de preparar y beber la infusión puede asociarse con mindfulness, es decir, con un ejercicio de atención plena: se prepara el agua, se acomoda la yerba, se sopla la bombilla. Son pequeños pasos que obligan a estar en el presente.
Por otro lado, aunque es cierto la cafeína del mate funciona como estimulante, un estudio realizado por el Departamento de Neuropsicología del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco) de Argentina demostró que el mate también genera dopamina, la hormona del placer.
Desde la psicología, el mate puede leerse como un símbolo: representa encuentro, pertenencia, identidad y también cuidado de uno mismo. Es un hábito que condensa tanto lo individual como lo colectivo. De esta manera, cuando decimos “tomamos un mate” hablamos de algo más profundo que una infusión: hablamos de un ritual emocional que conecta a las personas consigo mismas y los demás.