La Fundación Manantiales —especializada en prevención de adicciones y contención de usuarios problemáticos— presentó recientemente un estudio realizado entre cerca de 1.000 adolescentes (entre 12 y 18 años), en el cual constató que una mayoría de los participantes del estudio admiten que el uso del smartphone en clase atenta contra su capacidad de concentrarse.
De acuerdo a un comunicado de la fundación "Uruguay expone un escenario preocupante: dos de cada tres utilizan el teléfono en clase y tres de cada cuatro reportan efectos en su capacidad de concentración".
El estudio, además, concluye que el uso intensivo del teléfono celular actual incide sobre otras facetas de la vida, fuera del aula. La investigación señala que la presencia del smartphone en el día a día del universo estudiado repercute sobre:
- Ciberacoso: 20% declaró haberlo sufrido, y la exposición crece entre quienes pasan más de 3 horas diarias en redes.
- Descanso de calidad: 41% de los encuestados declaró dormir menos por el uso de dispositivos.
- Presión de validación social: para 32% importan los “Me gusta” (con mayor sensibilidad entre mujeres: 42% vs 23% en varones).
- Identidad y vínculos: 29% dice sentirse distinto en línea que en persona.
Adrián Dall’Asta de Director del Programa de Prevención de Fundación Manantiales cuenta que parte de la organización dedicada a las "tecnoadicciones" venía notando algunos de estos fenómenos, pero no había un estudio pormenorizado de esas percepciones, por lo cual decidieron hacer uno, y añade que no se trata de conclusiones excepcionales: "No son resultados en disonancia con lo que se ve en otras partes del mundo, pero nos pareció importante ponerlos a discusión también en Uruguay".
Sí al uso académico del teléfono en clase
Para Dall’Asta, lo ideal sería que no se pudiera usar el teléfono celular en clase, ya que atenta contra el aprendizaje, con una excepción: el uso académico del dispositivo, y solo a partir de los 14 años, regulado por el o la docente. Esta recomendación, señala Dall' Asta, acompaña la tendencia internacional, que apuntan a regular cada vez más el uso de estos dispositivos en el ámbito educativo.
En el estudio se citan los casos de España, donde "varias comunidades autónomas restringen o prohíben móviles en Primaria y Secundaria desde 2014; se permite su uso principalmente con fines pedagógicos" y Chile donde este mismo año el Senado "aprobó legislar una ley que prohibirá los móviles de preescolar a 6º básico y regulará de 7º a 4º medio (hasta 2024 primaba la autonomía de cada institución educativa)".
Dall'Asta señala que desde el punto de vista práctico, lo que podría implementarse sería que los alumnos entregaran su teléfono cuando ingresan a la escuela o liceo, y lo retiraran cuando concluya la jornada educativa, con la posibilidad de acceder a ellos en algún recreo, no en todos. "Está demostrado que cuando existe la posibilidad de acceder al dispositivo, los alumnos salen desesperados a consultarlo, y no interactúan entre ellos. Este es otro afecto adverso".
Dada la ubicuidad de los smartphones en la vida de todos, regular el uso de estos parecería un obstáculo difícil de superar. Pero para este experto, esto no es así: "Lo más difícil es tomar la decisión. Pero ahí donde se ha hecho, como en países europeos y en varios estados de los Estados Unidos, se han obtenido resultados sumamente positivos".
Empezar a cambiar este estado de situación, sin embargo, requiere de algo más que normas impuestas desde arriba hacia abajo. Es necesario, también, una mayor conciencia del lado de padres. "Es necesario informarse y formarse, y empezar a ver a esta herramienta como lo que es, una herramienta de comunicación, no una fuente de entretenimiento o distracción constante", dice Dall' Asta y referencia la parte del estudio que señala la incidencia del smartphone en la vida fuera del ámbito educativo, como ciberacoso, menos horas de sueño y sentirse dividido entre la identidad digital y offline.
Solo así, cooperando entre instituciones y sociedad civil se podrá empezar a encarar esta problemática, que continúa creciendo. "En lo que hace al área de trabajo 'Tecnoadicciones' de Manantiales, notamos que en 2019, solo el 12% de las consultas que nos hacían eran referidas a ese tema, mientras que desde el año pasado las consultas por tecnoadicciones casi se han duplicado y llegan a 21% del total".