Redacción El País
La idea de que pensar mucho adelgaza es un mito persistente. Una investigación de la Universidad de Monash en Australia, liderada por la neurocientífica Sharna Jamadar y publicada en Quanta Magazine, analizó el gasto calórico del cerebro durante tareas de alta concentración para determinar si el esfuerzo mental contribuye significativamente a la pérdida de peso.
El cerebro: un órgano de alto consumo (pero estable)
El cerebro humano es un gran consumidor de energía: representa el 20% del metabolismo en reposo, quemando entre 250 y 350 kilocalorías diarias solo para sus funciones básicas. Durante tareas cognitivas intensas, como resolver problemas complejos, este gasto energético puede aumentar, pero de manera mínima.
El experimento: concentración vs. descanso
El estudio comparó dos grupos: uno realizando tareas cognitivas en computadoras y otro en reposo. Los resultados fueron reveladores:
· Ambos grupos utilizaron casi la misma cantidad de energía.
· La única diferencia significativa fue un consumo extra de aproximadamente 200 calorías en el grupo activo, pero esto ocurrió después de finalizado el esfuerzo mental.
Los expertos atribuyen esto a que la concentración intensa reduce los niveles de glucosa en la sangre, lo que puede aumentar el apetito posteriormente, compensando cualquier caloría extra quemada.
Conclusión: el esfuerzo mental no es una estrategia para adelgazar
Aunque pensar mucho consume energía y puede duplicar temporalmente el gasto calórico cerebral, el aumento total es insignificante: equivale a menos de una caloría por minuto. Para lograr un gasto calórico importante que impacte en el peso, es indispensable la actividad física.
En resumen: el cerebro es metabólicamente costoso, pero su consumo energético es notablemente estable. Pensar intensamente no adelgaza; el esfuerzo mental no puede sustituir al ejercicio para quemar calorías de manera efectiva.
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