La motivación es el impulso interno que inicia, dirige y mantiene un comportamiento para lograr un objetivo. Es la fuerza que nos empuja a actuar para satisfacer una necesidad o deseo, para lograr una meta o buscar la satisfacción personal.
Los teóricos sostienen que la motivación puede ser intrínseca, cuando proviene de un interés personal (por ejemplo la búsqueda de satisfacción de aprender), o extrínseca, cuando se basa en recompensas o estímulos externos (como el reconocimiento o premios). El punto es qué sucede cuando desaparecen dichos incentivos, saber si el niño seguirá motivado.
En realidad, el tema es cómo motivar a tu hijo para que sea capaz de automotivarse. Por esta entendemos a darse un motivo o causa para la acción, encontrar en uno mismo un motor para la misma.
Para que tu niño pueda automotivarse tiene que creer que puede, que es capaz. De esas creencias se derivan pensamientos positivos como: intentaré, pruebo y si me equivoco aprendo, y sentimientos placenteros como estoy feliz o satisfecho porque fui capaz de intentar.
Motivar es encontrar en el interior de cada uno un sentido para la acción, no es ganar. Todos conocemos personas jóvenes y adultas que luego de un intento que no salió como querían, desisten; pero también sabemos por relatos que las personas de éxito cuentan todas las veces que tuvieron que probar, cambiar y mejorar para lograr lo que aspiraban.
Pistas
Te propongo poner en práctica las siguientes estrategias para motivar a tu hijo.
1- Fomentar la iniciativa, no solo los logros. Muchas veces los padres, por sus temores, frenan iniciativas que solo deberían ser frustradas si hay un peligro real, no uno imaginado. Además, los logros deseados pueden venir luego de varios intentos. Si tu hijo es capaz de automotivarse podrá intentar otras veces. Es animarlo, sin empujarlo; es confiar en tu hijo sin presiones ni exigencias.
2- Involucrate con tus hijos. Conocé a tu hijo sin proyecciones propias y así podrás estimularlo a realizar tareas. El padre tiene que mirar a su descendencia para conocerlos tal cual son y estimularlos a actividades a su alcance. En muchas oportunidades los adultos presionan para la realización de acciones o la ida a lugares donde el niño la pasa mal y esto los desmotiva.
3- Iluminar los recursos personales del niño. Todos tenemos recursos, la clave es conocerlos. Es importante que el niño conozca sus cualidades y también acepte sus limitaciones. Un joven al que no le gusten los deportes, no debería ser obligarlo a realizarlo porque lo frustra. Esto no lo motiva y fomenta la creencia limitante de que no puede, no sirve o es un tonto, y esos son los cimientos para la construcción de una baja autoestima.
Hay que observar al niño real, el que está enfrente tuyo no el que deseas que sea. Este es un paso importante para no obligarlo a realizar tareas que no le gustan. La pregunta es de quién es el deseo, si del adulto o del pequeño.
4- Transformar el error en aprendizaje. Cuando un hecho no sale según los objetivos planteados y seguimos con el mismo repertorio, lo transformamos en fracaso. En cambio, si aceptamos con consciencia plena los desaciertos si es un aprendizaje. Si aprendo, me motivo para intentar otras veces con nuevas herramientas.
La pregunta es qué podés hacer para mejorar tus próximos intentos. Este es un cuestionamiento motivador, que aprende de los errores sin que eso quite la frustración ni el dolor. Está en cada persona transformarlo luego en algo pasajero y aprender e iluminar otros caminos para lograr las metas. El padre le puede mostrar otros caminos en base a lo que no funcionó.
La próxima vez tu hijo no se caerá, tropezará, pero lo importante es que podrá recuperarse para no quedar atascado en el error, estará motivado para nuevo intento con cambios.
Lo que no
Alentar el intento, los procesos y no los resultados es importante para motivar. Por eso es fundamental evitar algunos comportamientos.
1- No obligar ni presionar a tus hijos a realizar tareas que no quieren, eso es como tirar una semilla para que crezca una creencia limitante. Es bueno preguntarle, sin presión, qué le pasa con esa actividad, amigo o lugar. Así se sentirá comprendido.
2- No castigar si no logra sus objetivos.
3- No criticar. Es preciso evitar frases tales como “te dije, ¿por qué no me haces caso?”.
Cada vez hay personas menos motivadas y más exigidas. El deseo motiva, la exigencia desmotiva.
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