Redacción El País
La caminata afgana es única, porque permite ejercitar cuerpo y mente al mismo tiempo. Se trata de una forma de caminar en la que uno sincroniza sus pasos con su respiración, lo que aumenta la resistencia física y calma la mente. Además, es una técnica sencilla y puede hacerse en cualquier momento y lugar.

Pero, ¿por qué 'afgana'? El término lo acuñó Édouard G. Stiegler, un hombre francés aficionado al senderismo que prestó atención a la manera en la que los nómadas afganos caminaban decenas de kilómetros sin parar. La idea comenzó a difundirse a partir de su libro: Régénération par la marche afghane ("Regeneración mediante la marcha afgana").

La clave de esta forma de caminar es que los pasos marcan el ritmo de la respiración. Este ritmo se desarrolla a lo largo de ocho pasos:

1. Inhalá durante tres pasos.
2. Retené el aire durante el siguiente paso.
3. Exhalá durante otros tres pasos.
4. Retené la respiración con los pulmones vacíos durante el siguiente paso y volvé a empezar.

Otro dato no menor es que la respiración debe ser a través de las fosas nasales, y no por la boca. La respiración nasal tiene múltiples beneficios, como ayudar a regular el metabolismo, aumentar la resistencia física y oxigenar el cerebro.

Si el trayecto de la caminata es por un terreno con pendiente, la pauta básica de ocho pasos puede modificarse para adaptarla al esfuerzo. Si la pendiente es muy intensa, puede suprimirse la retención de la respiración y solo inspirar y espirar, sin pausas, durante un paso, dos o tres, de acuerdo a cómo pueda mantenerse el ritmo.

Al sincronizar los pasos con la respiración, aumenta la resistencia física, lo que habilita a caminar durante más tiempo sin cansancio, activar el metabolismo de forma más eficaz y quemar más calorías.

A su vez, mantener la atención en la respiración ayuda a alejar la mente de las preocupaciones y los pensamientos negativos. Y el hecho de que ésta sea rítmica aporta equilibrio al sistema nervioso, dando lugar a un estado de relajación.