Melanie Shulman - La Nación / GDA
En la era del fitness y la valoración del cuidado personal, el yoga antigravity marca nuevos parámetros. Un método innovador que fusiona las nociones del yoga tradicional con pilates, acrobacia y danza, y que desafía a quienes se animan a probarlo. Diseñado para todas las edades, esta propuesta que si bien tiene algunos años, está bajo el lente de celebridades internacionales como la actriz Gwyneth Paltrow, la modelo Candice Swanepoel y de los seguidores de un estilo de vida saludable. Es que no hace más que brindar múltiples beneficios físicos y mentales. Tal como detallan los especialistas, fortalece los músculos, reduce el estrés y aumenta la creatividad.
Así como lo indica su nombre, esta actividad tiene que ver con hacer yoga suspendidos en el aire. A través de la ingravidez, se potencia la elasticidad, la fuerza, se mejora la flexibilidad y la consciencia corporal y se trabaja en la respiración consciente. A simple vista parece una práctica compleja, incluso muchos pueden llegar a resistirse, sin embargo, está pensada para todos los niveles y edades. Eugenia Montefalcone, coach en bienestar, profesora de yoga y fundadora del estudio Yoga Puro, la describe como una aliada para trabajar la destreza física de manera cuidada porque los movimientos que se ejecutan no tienen impacto.
Uno de los creadores de esta disciplina fue el bailarín, coreógrafo y director de obras de Broadway Christopher Harrison, de origen norteamericano, durante los noventa. En ese entonces, el artista fundó una compañía llamada Antigravity, compuesta por atletas, acróbatas y competidores olímpicos que se presentaban en el teatro y en diferentes eventos donde montaban shows haciendo piruetas y figuras colgados de sogas y hamacas.
Esta nueva técnica que estaba enfocada para el entretenimiento, comenzó a llamar la atención del público, razón que incentivó a Harrison a inaugurar Antigravity Fitness, una cadena de escuelas y programas para todos los que quisieran iniciarse en este método. Y tal fue su impacto, que no tardó en popularizarse y conquistar al mundo.
La práctica de yoga antigravity es noble y dinámica y propone ejercitar el cuerpo usando el propio peso. Lo curioso es que se realiza sobre una manta –también llamada columpio– que cuelga del techo y de la cual el practicante se sujeta y agarra.
Este elemento, “permite hacer posturas que tal vez alguien no las puede realizar de manera convencional porque no tiene la destreza física o porque tiene alguna patología músculo esquelética por ejemplo, una hernia de disco o artrosis”, cuenta Montefalcone. En definitiva, menciona la profesora de yoga, estas telas funcionan como aliadas para estirar el cuerpo y ejercitarlo de forma protegida, sin ningún tipo de riesgo.
Y si bien ponerlo en marcha parece una misión imposible, en el fondo no lo es. En esta técnica, “se busca ejecutar todas las posturas tradicionales del yoga, desde las dinámicas hasta las estáticas”, menciona Montefalcone. En este sentido, una clase convencional arranca con una breve meditación, le sigue una entrada en calor y luego, se empiezan a ejecutar los movimientos: “Los principiantes suelen hacer posturas estáticas y a medida que adquieren la técnica comienzan a agregarle dinamismo y flow, en otras palabras, “arman una coreografía de movimientos”, dice la profesora de yoga. La sesión se cierra con unos minutos de respiración consciente acostados envueltos en la manta.
El objetivo, dice, es desarrollar la fuerza de los músculos y potenciar la flexibilidad y la elongación. Sin embargo, también tiene un aporte mental y espiritual característicos del yoga que le permiten a la mente relajarse, conectar con el presente y tomar consciencia personal.
Graciela Rodríguez, profesora de yoga, considera que el columpio es un elemento terapéutico que hay que entenderlo como una extensión del cuerpo “al cual hay que entregarse y dejarse fluir”. Al respecto destaca dos virtudes de su uso: “Invita a que las personas que sufren alguna patología física o lesión puedan estar en movimiento y no se sientan limitadas y, al estar asociado con lo lúdico y el juego, te conecta con tu niño interior y propicia alegría”.
Liberar tensiones
Gracias a la activación del core, es decir, de la zona media, necesaria para mantener el equilibrio, se fortalece la musculatura de la espalda, se alivian los respectivos dolores y se la protege de posibles problemas. Además, “al practicar posturas invertidas suspendidos en el aire, el cuerpo se relaja, las vértebras y las articulaciones se descomprimen y se estira la columna”, expresa Montefalcone.
De esta manera, se liberan las tensiones y se reduce la presión muscular y ósea. En este sentido, la especialista recomienda esta práctica a quienes buscan distender y aflojar su cuerpo, como también devolverle una cuota de vitalidad.
Por otro lado, cuando se hacen las posiciones invertidas, que tal como dicen los expertos son las más codiciadas, “se mejora la circulación, la sangre llega a distintas zonas del cuerpo, en especial a la cabeza y las piernas se deshinchan, sobre todo para quienes tienen retención de líquidos”, detalla Javier Furman, kinesiólogo y fisioterapeuta. Y es precisamente por eso, que se potencian las funciones del cerebro como la capacidad de concentración, el rendimiento intelectual y la creatividad.
En esta actividad, la mente también se beneficiará: “Estar suspendido en el aire genera una sensación de libertad que contribuye a relajarse, a liberar el estrés acumulado, a desarrollar la confianza en uno mismo y a disfrutar”, sostiene Montefalcone. Durante la sesión de yoga antigravity se trabaja con la concentración y el enfoque en el presente, “lo que da la posibilidad de conectarse con el interior, escucharse y percibirse”, resalta la especialista en yoga.
Al respecto, Rodríguez comenta que la ventaja del columpio es que despierta los miedos e inseguridades que la gente tiene guardados: “Por ejemplo, están quienes tienen temor de caerse de la tela, entonces a esta situación se la podría relacionar con el pánico al fracaso en la vida”, cuenta la experta y agrega que esta disciplina es un proceso que busca destrabar traumas y generar seguridad.
En este camino, otro punto a destacar es la expresión corporal devenida de los múltiples movimientos, lo que favorece la propiocepción individual, es decir, tomar dimensión del cuerpo en relación al espacio. Además, Montefalcone resalta que al estar enrollados y protegidos por la tela, se evoca una sensación maternal: “Te sentís envuelto, contenido, cuidado y eso trae calma y armonía”, reflexiona.
Consultados acerca de si este método tiene contraindicaciones, los especialistas coinciden en que es apto para todos y que tanto niños como adolescentes y adultos se pueden beneficiar de su práctica. “Los asistentes son diversos, suele venir gente con problemas musculares o lesiones, otros para distenderse, pero también muchos, sobre todo jóvenes, que buscan un espacio de introspección y de búsqueda personal”, reflexiona Rodríguez.
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