Por Solange Gerona
Nuevamente tenemos oportunidad de interactuar. Esta vez, quiero compartir una mirada a la longevidad y la esperanza. ¿Nos animamos a cerrar los ojos y respirar profunda y lentamente tres veces? Esta pausa consciente activará tu capacidad de prestar atención e integrar lo que expondré.
Envejecer es un tema que ocupa a muchos uruguayos y también a buena parte de la investigación científica. La comprensión de qué es envejecer viene cambiando muchísimo, si es algo natural e indefectible o eso puede ser solo un paradigma que está siendo trascendido. La verdad es que las personas y sociedades debemos prepararnos para envejecer.
¿Prepararnos? ¿Para qué? Prepararnos para comprender que la longevidad saludable es posible. ¿Qué trae eso? ¿Esperanza o desesperanza? Reflexioná… Respirá profundo, ¿Qué pensamientos tenés al respecto? ¿Qué emociones sentís? ¿Miedo, enojo, fustración? ¿Interés, curiosidad? ¿Te acomodaste en tu silla?
Este concepto es nuevo e integra no solo longevidad (life span), sino también tiempo de vida saludable (health span), y cómo integrar las dos. Para vivir una vida plena, saludable longeva. ¿Longeva de cuánto? De 100-120 años, es lo que se calcula pasaremos a vivir.
Cómo quiero vivir mi vida
Esto trae responsabilidad, de cómo quiero vivir mi vida, cómo abro mi comprensión a dar el alimento, la nutrición que mi cuerpo requiere. Cómo integro el ejercicio físico (1) a mi rutina y con ello preservo mi musculatura, mi vitalidad, mi flexiblidad para poder disfrutar del cuerpo físico por muchos años.
De qué me alimento (2), de comida variada, suficiente pero no en demasía, manteniendo un equilibrio en mi peso, evitando el sobrepeso, disminuyendo los alimentos procesados, incentivando la comida hecha en casa, cocinada con amor, ingerida con amor y gratitud en la conciencia de lo sagrado y bendecido que soy, en cada oportunidad que tengo de alimentarme. Cenar liviano, tomar abundante agua (3) en el día e incorporar variedad de alimentos, tiende a asegurar que una nutrición adecuada.
Es oportuno incorporar el concepto que no me nutro solo de alimentos, sino también de vínculos, y proyectos (4). Es necesario nutrirme de comprensiones, actividades nuevas, como leer todos los días por lo menos 30 minutos información de calidad (5) (libros, autobiografías, cursos. Cuanto más nutro vínculos amables, creativos, diferentes, amigables, alegres, cuando mi red social es continente y variada, me preservo de la soledad y el aislamiento, dos enemigos poderosos de una longevidad saludable.
Sentido de vivir
Siguiendo en esta línea, mantener proyectos en la vida (no solo para sostener una economía familiar productiva, saneada y duradera para los años que vendrán, trascendiendo ese “límite” que sucede al creer que si me jubilo, paso a ser “jubilada de la vida” y es tan lindo ver amigas que entraron a esa fase llenas de vida, multiplicando acciones solidarias, disfrutando de su tiempo, cultivándose, algunos yendo a clase de cuentos, literatura o filosofía o gimnasia mental, otros ingresando al mundo del yoga, tai chi, pilates, baile o canto. O lo que desee o hayas soñado, un deporte que quedó pendiente, un viaje a un lugar que no conocías, intercambiar, dar y recibir (6), que es lo que mantiene el sentido de estar vivo.
Las emociones
También es muy relevante el estado emocional (7) en en que vivo la mayor parte del tiempo, a lo que agrego el estado de conciencia (8) desde el que me relaciono con ”mi universo”. Cuando llevo mi atención a lo que siento, detecto el desbalance hacia estados no agradables o que me desempoderan, no suman a mi experiencia para que sea maravillosa. En la medida que aprendo a gestionar mis estados emocionales, eligiendo orientar mi foco a lo que hay y no a lo que falta, a lo que puedo controlar y a las situaciones presentes y no que vuelva una y otra vez al pasado o proyecte temores al futuro, mi vida se expande, como si el tiempo se enriqueciera y todo cobrara color, profundidad y sentido.
Investigaciones sobre longevidad
Hay estudios que validan que el momento donde tenemos más interconexiones cerebrales ocurre entre los 60 y 80 años. Añaden que en ese período tomamos las decisiones más sabias. Tanto es así que en países como Japón, analizan extender la edad de jubilación, y no por un tema económico, sino porque estas personas son integrantes valiosos de la sociedad debido a sus aportes, perspectivas y experiencias.
Es cierto que culturalmente la sociedad japonesa respeta y cuida a los “adultos mayores” y esto ocurre más allá de Japón, también en la mayoría de las tradiciones ancestrales de oriente y occidente.
En nuestra sociedad, aunque ancestralmente el sentido de familia era muy fuerte y los mayores estaban en un lugar de respeto, poco a poco, esto se ha ido perdiendo; pero todavía estamos a tiempo.
Enriquecer a nuestra sociedad con la incorporación de los “consejos de los ancianos de la tribu”, recuperaría lo que culturas ancestrales latinoamericanas han hecho a lo largo de su historia. Mantiene la identidad cultural de una nación, sin perder la oportunidad que ofrece la globalidad de las generaciones más jóvenes.
¿Qué pasa con nuestros mayores?
Si no los “sostenemos” con cariño y cercanía o, por lo menos, respetamos sus opiniones y decisiones, su lugar en la familia y en los ámbitos sociales, fragilizamos su autoconfianza y eso también inspira al determinismo de las futuras generaciones a la decadencia y el ostracismo. Esto activa en ellos -y en el futuro también en nosotros- un estado de supervivencia que anula la circulación sanguínea cerebral en lugares claves de la anatomía. Como consecuencia, el cerebro pierde inteligencia en sus decisiones, se activa la dualidad, la defensa, la violencia o la anulación de esa persona. Eso activa en nuestra biología y en nuestra siquis el fin,
El otro aspecto clave para cualquier grupo etario, es la oportunidad de educarse para la vida, que es también comprender la muerte y con esto la oportunidad a cada instante de disfrutar de estar vivos.
Iniciarse en meditación (9), es el noveno gran pilar de una longevidad saludable. La potencialidad de bajar el estrés, profundizar en el autoconocimiento, acercarse a la espiritualidad de lo cotidiano, que no es necesariamente desde un lado religioso, sino evolutivo, aprender a entrenar el foco, la memoria, la capacidad de asociaciones nuevas, es vital para vivir el gozo de esta oportunidad, aprendiendo a vivir en el presente y entrenarse en esto, tal como uno puede entrenarse en una actividad física.
Con todo esto quiero que tomemos conciencia de la oportunidad de cambio que hay en este aspecto, la esperanza de transformar nuestra sociedad en una sociedad solidaria y sabia, inteligente para potenciar todos sus recursos de crecimiento económico y de conciencia
Solange Gerona
Es doctora en Medicina, jefa del Programa Nacional de Trasplante Hepático y del Servicio de Hepatología del Hospital de las FF.AA. Dirige el centro de formación en evolución humana Escuela de Vida
Está en Instagram, Facebook, y este es el sitio web de Escuela de Vida.
Podés ponerte en contacto a través del mail [email protected]