Redacción El País
Correr cinco kilómetros cada mañana puede sonar como un reto exclusivo de atletas experimentados, pero especialistas en medicina deportiva aseguran que, con la preparación adecuada, esta rutina está al alcance de la mayoría.
Más allá de la quema de calorías, el hábito de trotar regularmente genera cambios significativos en el organismo que pueden notarse desde la primera semana, siempre que se realice de manera progresiva y con cuidados básicos.
Uno de los principales beneficiados es el sistema cardiovascular. El esfuerzo aeróbico fortalece el corazón, mejora la circulación sanguínea y ayuda a regular la presión arterial. Según médicos deportivos, correr de forma constante aumenta la eficiencia del sistema circulatorio, incrementa la resistencia física y, a largo plazo, reduce el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas. Se trata de un entrenamiento integral que protege al corazón y lo hace más eficiente.
Los efectos también alcanzan a músculos y huesos. Al correr, las piernas, glúteos y abdomen trabajan de manera continua, lo que favorece la tonificación y la ganancia de fuerza. A la vez, el impacto controlado de cada zancada estimula la densidad ósea, un aspecto clave en la prevención de la osteoporosis y otros problemas asociados al debilitamiento de los huesos. El resultado es un cuerpo más fuerte, con mayor capacidad de sostener la actividad física cotidiana.
El sistema respiratorio no queda atrás. Mantener un ritmo constante de inhalación y exhalación durante la carrera fortalece los pulmones y aumenta su capacidad de oxigenación. Gracias a ello, los tejidos reciben más oxígeno y la persona experimenta niveles más altos de energía durante la jornada. Con el tiempo, la respiración se vuelve más eficiente y el rendimiento físico mejora de manera notable.
Los beneficios se extienden también al bienestar mental. El running estimula la liberación de endorfinas, conocidas como las “hormonas de la felicidad”, que generan sensación de placer y reducen los niveles de estrés y ansiedad. Quienes mantienen una rutina diaria de cinco kilómetros reportan mejoras en la concentración, la memoria y la calidad del sueño. Correr, en este sentido, se convierte no solo en una actividad física, sino también en una herramienta para cuidar la salud emocional.
Sin embargo, los expertos advierten que no se trata de lanzarse a correr cinco kilómetros de un día para el otro. Para evitar lesiones es necesario avanzar de forma gradual, utilizar un calzado adecuado, mantenerse bien hidratado y acompañar el ejercicio con una alimentación balanceada. Escuchar al cuerpo resulta fundamental: respetar los tiempos de descanso y no ignorar molestias permite prevenir esguinces, sobrecargas musculares o problemas en las articulaciones.
Correr cinco kilómetros cada mañana no solo impacta en la condición física, sino que también transforma el bienestar emocional y la calidad de vida. Con constancia, planificación y cuidado, este hábito se convierte en una práctica integral que fortalece el cuerpo, despeja la mente y ofrece beneficios sostenibles desde la primera semana.
En base a El Tiempo/GDA