HISTORIAS
Cada país es un mundo y en algunos vacunan en supermercados y bibliotecas; testimonios sobre los manejos que cada gobierno hace para controlar la pandemia
Patricia González vive en Halifax, la ciudad canadiense más grande de Nueva Escocia. Todavía no se ha vacunado porque no abrieron los cupos para su edad. Ahora le toca a los mayores de 55 años. Hay tres opciones: Pfizer, Moderna y AstraZeneca. La última “trajo algunos inconvenientes”, dijo. Esta estaba indicada para entre 60 a 65 años pero por los casos de trombosisse la pasó a administrar para la franja de entre 55 y 65. Se calcula que toda la población de la provincia –unos 980 mil habitantes–?estará inmunizada entre setiembre y octubre. Aclaró que la ciudadanía no está del todo satisfecha con el manejo de la pandemia que ha hecho, por un lado, el gobierno de Nueva Escocia y, por otro, el gobierno federal. “El impacto de la vacunación no es muy claro porque han aumentado los casos y se han impuesto más restricciones”, relató. Una de estas es el reciente cierre de fronteras para las provincias donde han aparecido las variantes del virus. Otro punto conflictivo es que se cambió el plan original. Se aplazó la segunda dosis para cuatro meses después de la primera en vez de administrarla a las tres semanas. Esto se debe a retrasos en la compra de las vacunas por parte del gobierno federal. En materia de lugares, las personas pueden acudir a hospitales, farmacias, centros comunales y escuelas.

Lo de la farmacia no es extraño. En un local de la cadena CVS en San Juan de Puerto Rico se vacunó Dante Filosi; y Horacio Mayer, hizo lo mismo en Miami, EE.UU.; en concreto, fue a “una farmacia a cinco cuadras” de la casa. Dante, de 42 años, se rió al dar este dato: en la isla vacunan en supermercados. “Es en el Costco. Es como si vacunaran en el Géant”, bromeó. Él ya recibió las dos dosis de Pfizer. Su esposa, quien se vacunó en un estadio, recibió la segunda dosis el miércoles.
Ambos se inscribieron por una aplicación y debieron llenar un formulario sobre antecedentes médicos y el consentimiento. Dante ingresó en el grupo 1B que comprendía a los mayores de 65 años y trabajadores del transporte, gastronomía y sistema educativo. Su esposa, Diana, entró en el grupo 1C por su afectación de tiroides que tuvo que justificar con la medicación.
Dante añadió: “En mi trabajo se vacunaron tres con Johnson & Johnson y no pudieron ir a trabajar por dos días; los tumbó por completo. Los que se vacunaron con Pfizer hablan de dolor en el brazo, mareos y escalofríos después de la segunda dosis. Parece que pega más que la primera”.

Por su parte, Horacio ya recibió las dos dosis de Pfizer. “Hice solo una llamada. Fui a la farmacia y, entre todo el trámite, demoré 30 minutos, incluyendo los 20 de espera por si tenés alguna reacción. En EE.UU. la vacunación está marchando con mucha agilidad”, dijo a El País, a pesar de que se suspendió la vacuna de Johnson & Johnson. Con 77 años, Horacio señaló que la primera dosis le provocó cansancio y la segunda le exacerbó algunos síntomas de otros padecimientos pero 72 horas después se sentía como nuevo.
América Latina.
Ivo Ferreira y Raquel Oliver esperan ser vacunados en sus países de residencia: México y Argentina, respectivamente. A pesar de que él es oftalmólogo, todavía no accedió a la vacuna porque el gobierno priorizó al personal de salud del ámbito público y no del privado. “Es algo totalmente dantesco. Más allá de que sea público o privado, estás en contacto con pacientes. No es que solo la primera línea (de atención) implique que estás en la batalla contra la COVID-19 sino que estás viendo pacientes crónicos”, denunció. Colegas han decidido vacunarse en EE.UU. “La gente de poder adquisitivo medio y alto se está yendo”, apuntó.
A Ivo tampoco le corresponde aún la vacuna por edad. Tiene 40 y solo se ha autorizado a los mayores de 65 años. “La vacuna está siendo muy mal distribuida. Es un desastre. Se han enviado a zonas donde la gente las ha rechazado y se han vencido. Está siendo muy difícil el acceso y muy lento”, dijo.

Por su parte, Raquel, de 44 años, ya está anotada para vacunarse en la provincia de Buenos Aires, aunque ella vive en Capital Federal. La razón es que sus padres viven en Luján y allí está abierta la inscripción sin límite de edad. En capital, recién se comenzó a agendar a las personas de entre 60 y 69 años. Hasta ahora solo se vacunó su papá, de 67, y lo hizo en un polideportivo. Le tocó “la china”, la Sinopharm. Si viviera en Capital Federal hubiese sido Sputnik o AstraZeneca. “Todo el mundo que se vacunó te cuenta lo mismo: te llega un mail con la citación, vas, entrás y salís por un tubo. Es todo muy puntual. De eso no se queja nadie. Sí de que está siendo medio lento en general”, relató.
Europa.
Desde el Viejo Continente llegan diferentes cuestionamientos a la vacunación. Rafael Porto, residente en la ciudad alemana de Hamburgo, todavía no sabe cuándo le tocará la primera dosis. “Acá se toman el orden muy en serio. Por tanto priorizaron a los mayores y les llevó mucho rato. Llevó mucho pasar a los maestros y médicos”, contó. Su esposa, quien es infectóloga, recién recibió la primera dosis de AstraZeneca y no tiene fecha para la segunda. Su suegro, de 70 años, se vacunó la semana pasada porque tuvo que esperar que vacunaran a los mayores de 80 y luego a quienes tienen entre 75 y 80, a pesar de que tiene una capacidad pulmonar de tan solo el 20%. “Los alemanes se jactan de estrategia y eficiencia pero, al final, lo hicieron súper complicado y todo lleva más (tiempo) de lo necesario. Así que, en definitiva, no sé cuándo me toca, pero seguro tendré que llenar mil papeles al santo botón y pasar un laberinto kafkiano antes de vacunarme”, apuntó.
Carlos Caballero, de 75 años y radicado en la capital de Noruega, ya recibió las dos dosis de Pfizer. Tenía fecha para enero pero como estaba de visita en Uruguay reagendó para marzo. No obstante, sostuvo que el proceso “viene lento”. Si bien se abrieron muchos vacunatorios, por ejemplo, en escuelas, “no hay vacunas suficientes de Pfizer y se paró la AstraZeneca”.
También en Luxemburgo la vacunación está demorada, a pesar de que se inició en diciembre y que el país solo tiene unos 650 mil habitantes. María Dupin dijo que la lentitud responde a dos motivos: uno es que Luxemburgo accede a las vacunas a través de un mecanismo de compra de la Comisión Europea que las distribuye de acuerdo a la densidad poblacional; el otro es que “la población no ha respondido como en Uruguay” y quienes han recibido por correo la invitación para vacunarse de acuerdo a edad y vulnerabilidad “se están agendando a un ritmo mucho más bajo del esperado”.
“Mi marido, de 39, y yo, de 35, estamos comprendidos en la última fase (de 16 a 54 años), así que no hemos recibido la invitación, pero ya podemos anotarnos para un lote de AstraZeneca que ha tenido muy baja aceptación y que liberaron para quienes quieran postularse”, dijo. Si la vacunación en un supermercado es extraño, Luxemburgo tiene otro hecho inédito. Hasta el verano, los escolares y liceales deben realizarse autotest cada semana en su clase para evitar brotes en los centros educativos. “Se trata de swabs nasales fáciles de realizar, incluso por niños, ya que no es necesario insertar el hisopo muy adentro, sino solamente unos dos o tres centímetros”, explicó María, madre de cinco hijos. El resultado tarda 15 minutos.
Carolina Bellocq, de 33 años y residente en Roma, todavía no se podido vacunar; tampoco lo pudo hacer Martín Muro, de 51 años, quien vive en la ciudad sueca de Växjö. No coincidieron cuando se les preguntó por la situación de cada país. “En Italia solo han vacunado al personal de salud, a los veteranos y a los docentes con la primera dosis. La situación está mal. El gobierno pone medidas de zona roja para no moverte de un lado al otro. Sí se usa la mascherina pero la Vía del Corso está repleta de gente y los bares, que cierran a las 18, también. No sé cuál va a ser el final”, lamentó. El panorama de Suecia, según Martín, es más alentador: el 23% de los mayores de 18 años ya cuenta con la primera dosis; el 8% ya fue completamente inoculado. “Suecia es muy ordenada y planean bien las cosas. Se vacuna en escuelas y hasta en bibliotecas. No hay despelote”, señaló.
Israel
Beatriz Mitelman, de 61 años, recibió la primera dosis de Pfizer el 25 de diciembre; el 16 de enero recibió la segunda. Vacunada vino de visita a Montevideo y vivió una situación “chocante”. “No puedo entender como los restaurantes y shoppings estén abiertos. Acá, el que quería tomar un café, como máximo, tenía que ir a una estación de servicio por una máquina con monedas”, comparó.
Por su parte, Guy Rudomin, de 34 años, quien trabaja en el centro médico Sheba Tel-Hashomer, explicó que los hospitales enviaron SMS a cada uno de los habitantes de acuerdo a su edad para agendar su cita. “Se empezó con los mayores pero el proceso fue muy rápido y se bajó a los jóvenes. Había suficientes vacunas”, comentó. La vacunación ha cambiado el panorama. “Después de un mes ya vimos que hay menos enfermos, menos graves y menos presión en los hospitales”, concluyó.
Israel: caso de éxito.
Las tasas de infección y mortalidad por COVID-19 en Israel, el país que más personas ha vacunado en el mundo, disminuyeron gracias a la campaña. Por eso Beatriz Mitelman, de 61 años, afirmó que “ha sido un éxito total”; mientras que Guy Rudomin, de 34 años, aseguró que “casi se volvió a la normalidad”. En mayo, se comenzará a vacunar a los chicos de 12 años en adelante, convirtiéndose en el primer país en abarcar esta población.