CARRERA ESPACIAL
Sputnik, el nombre elegido para la vacuna, alude a la primera conquista espacial soviética: el lanzamiento del primer satélite artificial
Tras el anuncio del gobierno ruso sobre la creación de una vacuna contra el coronavirus, se supo que el nombre elegido para el descubrimiento científico, que podría servir para combatir la pandemia, es Sputnik V, y su nombre alude a la primera conquista espacial alcanzada por aquel país.
“Esta mañana, por primera vez en el mundo, se ha registrado la primera vacuna contra el coronavirus”, anticipó el presidente ruso Vladimir Putin y aseguró que la eficacia del descubrimiento está garantizada, pese a no haber superado la cantidad de pruebas necesarias para considerarla como la solución definitiva a la pandemia.
El nombre con el que se registró al nuevo fármaco, Sputnik V, remonta a la época dorada de a las exploraciones espaciales soviéticas.
El 4 de octubre de 1957 se lanzó el Sputnik 1, el primer satélite artificial en la carrera espacial que ubicó a la Unión Soviética (URSS) como pionera en ese rubro. Aquella construcción medía 58 centímetros de diámetro, pesaba 84 kilos, llevaba cuatro antenas y viajaba a 29.000 kilómetros por hora.
El nombre del dispositivo espacial no encerraba mayores secretos: Sputnik significa satélite, en ruso; y en estos días vuelve a mencionarse, aunque en un contexto muy diferente al de la conquista espacial.
Serguei Korolev, un superviviente del gulag considerado como el padre del sector espacial soviético (cuya identidad recién salió a la luz en 1966 cuando murió a causa de un cáncer de intestino), “retomó los fragmentos de los cohetes V2 traídos de Alemania”, recordó a la AFP Nikolai Chiganov, quien se encargaba de componer la aleación de aluminio para el nuevo cohete.
Sputnik fue el resultado de las ambiciones de Korolev, quien logró convencer al entonces mandamás soviético Nikita Khrushchev, del lanzamiento del satélite. La URSS buscaba misiles balísticos intercontinentales (ICBM) más que logros espaciales.

Minutos después de su salto a órbita (elíptica), el Sputnik 1 pronunció su primer “bip”, emitido luego cada 0,3 segundos en la banda de los 7,5 y 15 metros de longitud de onda, y comenzó a dar vueltas al planeta cada 98 minutos. Sputnik 1 tuvo sus primeros problemas el 26 de octubre de 1957 cuando se le acabaron las baterías. En total, había dado 1.367 vueltas alrededor de la Tierra y había recorrido unos 70 millones de kilómetros hasta caer en picada a la atmósfera. Pasaba sobre territorio estadounidense siete veces al día, recordándoles –siete veces– que no habían sido ellos los primeros.
Transportaba sensores de temperatura y radiación (con los que midió la densidad de la atmósfera y la propagación de las ondas de radio), unas pesadas baterías químicas, dos radiotransmisores de frecuencias diferentes y en su exterior lucía cuatro antenas con forma de varillas. “Ningún evento desde Pearl Harbor provocó tantas repercusiones en la vida pública”, sostuvo el historiador Walter A. McDougall.
El 4 de enero de 1958 se quemó al reingresar a la atmósfera de la Tierra, aunque su misión ya había sido cumplida con creces y la URSS escribió un episodio histórico en el que volvía a encumbrarse como una nación poderosa.
Sin embargo, inicialmente no cayó como una gran noticia en territorio soviético. El diario Pravda, por ejemplo, le dio poco espacio en su tapa. Eso sí: cuando se percataron del revuelo internacional y de que Nikita Krushchev se regodeaba con el tema, titularon “Gran victoria en la competición mundial contra el capitalismo”.
La respuesta estadounidense no se hizo esperar, pero vino con un fracaso rotundo. Su primer intento de poner un satélite en órbita, el Vanguard TV-3, tuvo lugar el 6 de diciembre de 1957. Pero no logró siquiera elevarse mucho del suelo. Al incidente se lo conoce como el “Kaputnik”. El éxito tardó en llegar y recién se dio el 31 de enero de 1958, cuando el satélite Explorer 1 alcanzó el espacio.
Sputnik fue el primero de una serie de espectáculos de superpotencias. Tras su lanzamiento, la URSS envió al espacio a la perra Laika, y a Yuri Gagarin, el primer cosmonauta del mundo, el 12 de abril de 1961. Fue seguido por Valentina Tereshkova, la primera mujer en orbitar la Tierra, el 16 de junio de 1963. Con todo, Estados Unidos venció la carrera: llevó a 12 estadounidenses a la Luna entre 1969 y 1972.
En aquellos años la competencia entre la URSS y Estados Unidos para demostrar su supremacía en materia espacial era reñida y ambas naciones pujaban por demostrar su capacidad científica. Mucho ha cambiado en los últimos 60 años, pero nuestra fascinación por el espacio, ya sea que se centre en colonizar planetas distantes, utilizar satélites con fines lucrativos o educativoso desentrañar patrones climáticos complejos, no muestra signos de desaceleración.
En esta oportunidad la competencia vuelve a emerger, pero esta vez enfocada en encontrar la cura a un virus inesperado, tremendamente contagioso y que tiene a todo el planeta condicionado por sus efectos desde principios de este año.
Actualmente, Rusia y Estados Unidos desarrollaban sus respectivos tratamientos contra el coronavirus, aunque esta vez fue Putin quien dio la noticia y aseguró que es capaz de ofrecer inmunidad duradera contra el virus. (Con información de La Nación)