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Gota de saliva y un celular: prueba uruguaya para detectar el COVID-19 sin hisopado

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Hisopado para evaluar presencia de coronavirus. Foto: Leonardo Mainé

CIENCIA URUGUAYA

En seis meses a un año estará listo un prototipo de testeo rápido y no invasivo diseñado por investigadores del Institut Pasteur de Montevideo

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Para el hisopadonasofaríngeo se introduce un hisopo en las dos narinas a una profundidad aproximada de cinco centímetros y se gira unos 10 segundos para recoger una muestra de mucosa que pueda contener una partícula viral. Otro hisopo se introduce en la boca hasta llegar al final de la cavidad bucal y tocar la faringe. Se gira por otros 10 segundos para recolectar la muestra. Si esta descripción le erizó la piel o le provocó náuseas extreme los cuidados para no pasar por esta prueba para detectar COVID-19.

Pero viene la buena noticia: en seis meses a un año, Uruguay contará con un detector mucho más simple y más rápido sin ningún hisopo que sea una amenaza: solo bastará con una gota de saliva.

Menos invasivo.

Las llamadas pruebas PCR (“Reacción en Cadena de la Polimersa”, por sus siglas en inglés) son el método de diagnóstico estándar en diferentes crisis de salud pública relacionadas con enfermedades infecciosas. Se usa desde el primer día para detectar el SARS-CoV-2. Lo que permite es identificar un fragmento del material genético del virus. El proceso tarda aproximadamente dos horas a las que se suma el traslado de las muestras del hisopado y la utilización de un equipo sofisticado por un técnico entrenado. Pero por la gran cantidad de testeos puede tardar días.

El objetivo es crear un test rápido y portable y, en particular, mucho menos invasivo que el hisopado, porque bastaría solo una gotita de saliva para detectar si la persona está infectada por el coronavirus. “Si uno logra abaratar los costos y la complejidad del proceso vamos a aumentar enormemente la cantidad de testeos”, indicó Sergio Pantano, del Laboratorio de Simulaciones Biomoleculares del Institut Pasteur de Montevideo, y responsable del proyecto Diagnóstico de un dispositivo óptico para el diagnóstico rápido y portable de SARS-CoV-2 con proteínas ingeniererizadas junto a Leonel Malacrida y Cecilia Abreu.

Esto controlará de forma fácil a más personas sin que estas hayan estado en contacto con un infectado o porque ya tengan síntomas. “Nadie se hace un hisopado porque sí”, justificó Pantano. Además, puede ser periódico.

La prueba con la gota de saliva y la proteína ingenierizada tarda media hora en arrojar un resultado. Pero, ¿qué significa que es una proteína ingenierizada? Es una proteína construida o modificada por científicos. En este caso, se toma la proteína que reconoce específicamente el SARS-CoV-2 pero solo una pequeña porción de esta, la que es adherida a una placa a la espera de la saliva “donde la carga viral está al máximo”.

La imagen que propuso Pantano es la siguiente: una cerradura y una llave. Una parte encaja solo en la otra. El virus en cuestión tiene las proteínas espiga o proteínas S (identificadas en las imágenes como rojas), que permiten que este se una a las células del pulmón con las proteínas que tienen una forma complementaria. Pero lo que se le deja para la prueba es “una especie de mascarón que le muestra al virus lo que está buscando” sin ninguna otra función, es decir, un pedacito de proteína con la que va a interactuar de la misma manera como si fuera una célula humana. “Es una especie de engaño”, resumió el científico.

¿Y dónde entra el dispositivo óptico? Este no es más que la luz del flash de un smartphone y una aplicación informática. El virus, si está presente en la muestra de saliva, se adhiere a la proteína y cambia la señal de la luz, lo que es detectado por la cámara.

El proyecto de Pantano, Malacrida y Abreu toma métodos de detección similares desarrollados para otros virus pero que no tienen uso comercial como se proponen con esta idea; además, no hay ninguno para el SARS-CoV-2 con estas características.

El desarrollo uruguayo, aun en etapas iniciales, comenzó por la modificación de la proteína. Pantano estimó que, en total, el prototipo estará listo entre seis meses y un año. “Uno no se puede dar el lujo de tener un proyecto para dentro de tres años. Tiene que dar una respuesta rápida”, comentó.

Para esto consideró que es indispensable contar con financiamiento. En este caso, parte de los fondos provienen de los Premios de la Fundación Manuel Pérez de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República y otra parte, del extranjero.

Al igual que con la espera por una vacuna contra el nuevo coronavirus, que desde el inicio de la pandemia se hablaba de entre 12 a 18 meses y se ha preguntado qué sucedería si el virus es controlado antes, Pantano sostiene que “la generación de conocimiento nunca termina siendo una cosa desperdiciada” y eso mismo sucederá con el dispositivo óptico y las proteínas ingenierizadas. “(La investigación) siempre redunda en beneficios. Ya queda el conocimiento para el próximo virus”, apuntó.

hisopado
Hisopado para el diagnóstico del coronavirus.

El estándar: así se hace una prueba de PCR.

Los tests de PCR que se están utilizando para identificar la infección por coronavirus se emplean desde la década de 1980, son muy fiables y tardan unas horas en ofrecer resultados. El PCR evalúa la presencia de SARS-CoV-2 porque detecta el fragmento del material genético propio del virus, por tanto la presencia del virus en el organismo.
También se utiliza para determinar paternidades, identificar cadáveres y detectar otras enfermedades. Esta prueba tiene una fiabilidad superior al 90%, por eso es considerado el estándar.

El proceso es el siguiente: el ARN del virus que se extrae de la muestra se purifica y se mezcla con una enzima llamada transcriptasa inversa, que convierte el ARN de una sola cadena en ADN de doble cadena. El ADN vírico se añade a un tubo de ensayo junto con cebadores –secciones cortas de ADN diseñadas para unirse al virus–, nucleótidos –los bloques de construcción que componen el ADN– y una enzima constructora del ADN. La máquina PCR calienta la mezcla. Esto hace que el ADN de doble cadena se desenrede y el cebador pueda unirse al ADN a medida que se enfría, proporcionando un punto de partida para que la enzima constructora de ADN lo copie. Este proceso continúa a través de repetidos calentamientos y enfriamientos hasta que se han creado millones de copias del ADN.

Para detectar el virus entran los colorantes fluorescentes, añadidos al tubo de ensayo mientras se copia el ADN. Se unen al ADN copiado, lo que aumenta su fluorescencia haciendo que emitan más luz, que permite confirmar la presencia del virus. La fluorescencia aumenta a medida que se producen más copias y, si cruza un cierto umbral, la prueba es positiva. (Agencia SINC)

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