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Problemas en el mar: Uruguay cuenta con un grupo de voluntarios prontos para el rescate

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HISTORIAS

Desde hace más de 60 años ADES Uruguay sale al auxilio de todos aquellos que necesitan una ayuda en el agua. Cuenta con seis bases en todo el país, cubiertas por gente que trabaja en forma honoraria.

El pronóstico de viento no se dio como lo esperaba y a Alejandro Abelenda no le alcanzó el combustible para llegar a Montevideo con su velero. Fue en ese momento que entró en acción ADES Voluntarios del Mar.

“Fui rescatado por ADES, de rescatado pasé a ser colaborador, después tripulante, luego ayudante de jefe de base y ahora jefe”, cuenta este cerrajero que en 2012 se sumó a esta Institución Honoraria de Salvamento que fue creada en 1955.

“Surgió tras un accidente muy grave con pérdida de vidas en el que se dieron cuenta de que no estábamos preparados para los accidentes de mar. Pasa mucho en Uruguay que estamos de espalda al mar, de espalda al campo y no sabemos de astronomía. Dónde estamos mirando, no lo tengo claro”, comenta entre risas.

Es así que con la colaboración de la Royal National Lifeboat Institution (RNLI), institución marítima inglesa de rescate fundada en 1824 que les facilitó una embarcación a un precio muy razonable, se fue armando este grupo. Luego los ayudaría también la institución similar de Alemania, creada en 1865 y con otras funciones sociales además de los rescates en el mar.

Uruguay tiene una tradición marítima, tanto mercantil como deportiva, que demanda prestar mucha atención a lo que ocurre en el agua.

“El Río de la Plata es un charco que se pone bastante bravo. Hay que conocerlo, ha tenido muchos accidentes. Hoy por hoy, con un poco de electrónica y un poco de previsión, día a día se bajan los eventos de rescate, pero siempre alguno hay”, apunta Alejandro sobre lo que ocurre tanto en el Plata como en los otros cursos de agua repartidos por el territorio.

Para ello ADES cuenta con bases en Carmelo, Juan Lacaze, Santiago Vázquez, Piriápolis, Punta del Este y Montevideo. En todas hay personal preparado por la propia institución, todos trabajando en forma voluntaria salvo dos cargos administrativos que perciben un sueldo.

“Es una gran ventaja trabajar con voluntarios porque todos vienen a dejar algo, nadie viene ‘en busca de’”, destaca el rescatista.

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Lo fundamental es que la gente esté muy entrenada. “La embarcación con la gente, la gente con la embarcación y la gente con las diferentes situaciones que puedan ocurrir”, apunta.

Para ese entrenamiento cuentan con el apoyo de, por ejemplo, los Bomberos, que dan instrucciones sobre todo lo que tiene que ver con incendios, o jubilados de la Armada Nacional o paramédicos que colaboran desde su experiencia. “Cada uno viene y aporta lo suyo, y a su vez ADES los integra dentro de un equipo de trabajo de un barco”, explica el rescatista.

Aclara que cada embarcación es diferente y que son especiales para las operaciones de rescate. “Los que llegan tienen que acostumbrarse al barco y el barco acostumbrarse a ellos”, acota.

Lo que Alejandro evalúa como contra es que las personas que más pueden dar una mano, que son aquellas que están entre los 25 y los 40 años, por lo general tienen poco tiempo disponible. “Es gente que trabaja y los eventos marítimos no tienen horario. Igual se los entrena porque hay veces que se pueden manejar varios turnos para cubrir un evento”, dice.

El promedio de edad de los voluntarios está por encima de los 45 años. Han llegado a tener candidatos de 18 años que, cuando empiezan la universidad, “desaparecen” por dos o tres años o hasta que se reciben.

Para Alejandro las mujeres son parte importante del equipo porque “allanan bastante la parte de los entrenamientos, esa otra visión que tienen colabora mucho”, señala, aunque admite que en una época el predominio masculino era muy marcado.

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Cómo contactarlos de inmediato

El teléfono de emergencias de ADES es el 1767 (1 SOS), pero también se enteran de los llamados al 911 o al 106 (emergencia de Prefectura).

La Armada Nacional es la que normalmente maneja los eventos marítimos a través del Centro Coordinador de Búsqueda y Rescate, “que es como si fuera el 911”, detalla Alejandro.

“Saben todos los barcos que están disponibles, los tiempos de demora que podemos tener en alistarnos y salir. Hoy por suerte la Armada tiene un servicio con destacamentos con el que achica montones los tiempos de reacción, pero tiene embarcaciones de mediano porte que llevan más tiempo para poder desplegarse y estar efectivas”, detalla.

Ahí es que puede entrar en escena ADES gracias a una muy fluida comunicación telefónica.

Alejandro carga con varias historias en sus 10 años de rescatista. “No tengo ningún caramelo amargo, que es perder una vida humana, pero sí tengo unas cuantas búsqueda y rescate de pescadores artesanales, que para nosotros es algo complejo porque salimos casi sin ninguna información a buscar un barquito en un charco gigante. Volvés amargado porque, por más que hiciste las cosas bien, no volvés con un resultado positivo”, comenta.

Pero prefiere quedarse siempre con otra imagen, la que ilustra el logo de ADES. “Es un marino al que no se le ve la cara. ADES no tiene nombre de persona, es un grupo que, como decimos nosotros, una vez terminado el evento solo ves camperitas rojas que se van rápidamente de vuelta a su casa”.

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Seis bases que funcionan en base a donaciones

“El gomón rápido es para cuando hay gente en el agua. Tiene muy corta acción porque consume mucho combustible y tiene un radio de actividad de una o dos horas. Las lanchas, que son más bien de búsqueda, andan en unas 20-25 horas de trabajo”, explica Alejandro Abelenda sobre las embarcaciones de que dispone ADES para los rescates.

En Carmelo hay un gomón rápido y una lancha todo clima de ocho metros y medio, donada por el gobierno alemán. En Colonia hay una lancha clase Mersey para todo clima de 11 metros y un gomón rápido. En Juan Lacaze funciona una hermana de la lancha alemana. En Santiago Vázquez trabajan dos lanchas chicas alemanas, de ocho metros y medio. Piriápolis también cuenta con una lancha alemana. Punta del Este se maneja con una lancha clase Mersey y un gomón. Y Montevideo tiene una lancha clase Mersey.

Cada embarcación cuenta con un mínimo de entre ocho y nueve tripulantes que realizan una guardia semanal y cada base tiene un destacamento de entre 20 y 30 personas. Son todos voluntarios que reciben entrenamiento sin necesidad de tener conocimientos previos en cuestiones marítimas. “La mayoría de quienes se acercan a ADES no los tienen”, reza su sitio web ades.org.uy.

En dicho sitio se pueden encontrar tanto los formularios para inscribirse como las formas de colaborar con una institución que subsiste en base a donaciones. “El Estado aporta el combustible ya que ANCAP tiene como una línea de donación que a veces se complica un poco porque dependemos de que tenga superávit. El año pasado no tuvo y estuvimos casi un año sin combustible, que es un año sin entrenamiento”, se lamenta Alejandro.

El resto de lo que se necesita se consigue por donaciones de privados. “Son gotitas que van llenando un vaso y que te deja planificar gastos. Por ejemplo, el año pasado se trajeron dos lanchas con un importe muy barato internacionalmente, pero que para Uruguay es un disparate de plata: US$ 150 mil”, cuenta.

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Miembros voluntarios con mucho para dar

ADES Uruguay es una Institución Honoraria de Salvamento fundada en 1955. Todos sus voluntarios son de carácter honorario, personas que se entrenan semanalmente para hacerse a la mar con el único fin de asistir a quién solicite ayuda. Los rescates no tienen costo alguno para los beneficiarios.

A nivel nacional ADES Uruguay forma parte del Comité Nacional de Emergencias y a nivel internacional integra la IMRF (International Maritime Rescue Federation).

Ser voluntario no implica solamente integrar tripulaciones y rescate, también se necesitan colaboraciones en áreas como mantenimiento de embarcaciones y bases operativas, mecánicos, expertos en electrónica, recaudación; tareas de toda índole, desde las más básicas a las más especializadas. ADES también está abocada a la educación en prevención y en las buenas prácticas aplicadas no solo a navegantes sino también a bañistas, deportistas y toda actividad que involucre riesgo en medios acuáticos.

“La fraternidad es una de las cosas más importantes en ADES”, destaca Alejandro Abelenda, jefe de la base Buceo, que controla desde Santa Lucía hasta Atlántida.

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