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Tomó licor adulterado en la madrugada de Navidad y así fue cómo logró sobrevivir

"Se me subió el ritmo cardíaco tenaz, las manos se me pusieron super rojas, la cara, los pies, me hinché, sentía mareo, falta de oxígeno y sudaba mucho”, describió el joven afectado.

Alcohol en Navidad.
Alcohol en Navidad.
Foto: EL TIEMPO (GDA)

Era el año 2019. Se acercaban las fiestas de fin de año y la familia de Manuel decidió alquilar una finca en Girardot (Colombia) para celebrar la Navidad. Todos estaban muy emocionados de poder compartir tiempo juntos en un lugar cálido, pues son originarios de Duitama, Boyacá.

Llegaron a zona rural de Girardot el 23 de diciembre, donde todo transcurrió en total normalidad hasta la madrugada del 25 de diciembre, cuando a Manuel, que en ese entonces tenía 20 años, se le inflamaron las manos y el rostro, se puso rojo y mostró dificultad para respirar.

En la mesa había comida y botellas de licor, entre ellas, una de whisky que le habían regalado a uno de los tíos de Manuel.

Sobre las dos de la mañana, el abuelo de la familia decidió abrir el whisky y, desde una de las sillas del comedor, les ofrecía a todos cuando pasaban por su lado, pero nadie le recibía. En vista de que nadie quería tomar con el adulto mayor, Manuel se conmovió y decidió aceptarle una copa.

“Ese trago fue el que me puso a mí súper mal. De inmediato me hizo reacción, se me subió el ritmo cardíaco tenaz, las manos se me pusieron super rojas, la cara, los pies, me hinché, sentía mareo, falta de oxígeno y sudaba mucho”, le contó Manuel a El Tiempo.

El joven no entendía lo que le estaba pasando, era la primera vez que tenía una sensación similar en el cuerpo. Todos a su alrededor también estaban muy confundidos y asustados, no sabían qué había pasado ni cómo reaccionar. Al ver lo que pasaba, el abuelo decidió no probar la copa que se había servido.

En medio de los gritos y la consternación, uno de los primos de Manuel tomó el control de la situación y le dio un trago grande de aguardiente: “Un primo me dijo que me tomara un ‘shot’ grande para que hiciera acto reflejo y vomitara todo, sacara todo del cuerpo”.

Por fortuna, así fue. Manuel vomitó y, aunque seguía mareado y respirando con dificultad, su cuerpo se fue estabilizando poco a poco. Sin embargo, lo más recomendable en estos casos es acudir de inmediato a un hospital.

El Tiempo contactó al médico toxicólogo, Edgar Velandia, quien explicó que, si bien el etanol es el antídoto del metanol, las personas no deben consumirlo a la ligera, pues es un médico quien debe dar un diagnóstico y recetar un tratamiento con base al cuadro clínico del consumidor de alcohol adulterado.

“Es peligroso que una persona se haga sola un tratamiento, pues se debe consultar al médico, quien es el encargado de decir realmente si hubo intoxicación o no y de indicar un tratamiento porque esto no se soluciona con un trago grande de aguardiente y ya”, precisó el profesional del Centro de Información de Seguridad sobre Productos Químicos (Cisproquim).

La familia de Manuel era consciente de la importancia de llevarlo a un centro de salud, pero dada la fecha y lo retirado que quedaba la finca del pueblo, decidieron cuidarlo y esperar al día siguiente. Lo llevaron hasta una de las habitaciones para que reposara y comiera: “Obviamente la fiesta se acabó y me pusieron a comer empanadas y todo lo que fuera de masa para que me ayudara a absorber lo malo”.

En este punto, el doctor Velandia desmintió que exista algún alimento que absorba el alcohol del cuerpo, independientemente de que sea adulterado o no.

“El licor una vez en el tracto digestivo se absorbe muy rápidamente y tiene muy baja probabilidad de ser absorbido por algún elemento como el pan. Una vez consumido prácticamente a la media hora ya no encuentras licor en el tracto digestivo”, aclaró el experto.

La lección

Ya con la luz del día, los tíos y los primos de Manuel decidieron comparar la botella de whisky de la que había tomado su familiar con una que habían comprado en un almacén. Los hombres lograron evidenciar que la bebida estaba adulterada, pues las etiquetas no coincidían y la densidad del alcohol era diferente.

“Nos dimos cuenta que la densidad del líquido era distinta, las etiquetas eran distintas, la tapa también era diferente. Cambiaban muchas cosas, pero como era de noche y estábamos en familia, nadie se puso a revisar eso, sino hasta que me enfermé”, relató.

Aunque lo más conveniente es hacer la verificación de un producto antes de consumirlo, si una persona reconoce que presenta una sintomatología poco usual tras tomar una bebida embriagante, al instante debe revisar la botella para confirmar o desmentir si se trata de una intoxicación por alcohol adulterado y llegar con esta información al centro médico.

“No hay que pensarlo más, la persona que esté más sobria hace el análisis de las estampillas rápidamente y, si hay algún indicio de que el alcohol está adulterado, el paciente debe acercarse urgentemente al centro hospitalario porque es allí donde pueden definir su cuadro clínico y el tratamiento”, advirtió el profesional de Cisproquim.

Una vez comprobaron que el whisky que le regalaron al tío de Manuel era adulterado, el 26 de diciembre, lo primero que hicieron fue llevar al joven, que aún se sentía débil, al hospital. En el centro médico, los galenos lo atendieron y le realizaron un lavado de estómago.

“Me tomaron exámenes, pero ya no encontraron mayor cosa. Pero sí fue una experiencia horrible”, recordó Manuel.

Finalmente, el 27 de diciembre salieron de Girardot de regreso a Duitama, donde Manuel volvió a hacerse revisar de los doctores, quienes le dijeron que el haber vomitado ayudó a que el alcohol no alcanzara a estar mucho tiempo en su cuerpo y, por tanto, no debía preocuparse por los efectos posteriores.

Desde entonces, incluso en contextos familiares, Manuel revisa detalladamente el trago que se va a tomar, pues no quiere repetir el susto de aquel 25 de diciembre, cuando una fiesta navideña casi termina en tragedia.

“Yo reviso muy bien todos los tragos porque yo siento que esa vez estuve al borde de un paro cardíaco. Yo sentía una cosa rara en el brazo izquierdo, el cuerpo no me reaccionaba igual, la sudoración, mis ojos estaban re perdidos”, expresó el joven.

Además, la otra lección que aprendió la familia de Manuel fue la de inspeccionar los regalos que reciben, especialmente, si se trata de alimentos y bebidas para constatar que no tengan ninguna alteración o que estén vencidos.

En esa misma línea, el doctor Edgar Velandia señaló que por la temporada de fin de año también se debe tener especial cuidado con los productos lácteos, cárnicos y embutidos, pues pueden intoxicar a quien los ingiere ya sea porque están caducados, se rompió la cadena de frío, se cocinaron mal o eran productos fraudulentos.

“Si los compramos directamente tenemos que ver las características del producto: el color, el olor y la misma textura. En caso de que sea un producto empacado, adicionalmente tenemos que ver la fecha de vencimiento, las etiquetas y el estado del empaque”, explicó el profesional.

En ese sentido, puede identificar que un alimento perdió la cadena de frío y no es apto para el consumo cuando hay escurrimientos y olores desagradables. Y, en el caso de las latas, cuando presentan oxidación, hendiduras o inflamiento.

¿Qué es el licor adulterado?

El toxicólogo Velandia explicó que el término hace referencia “a una bebida cuyos componentes sufrieron alguna alteración, modificación o degradación parcial o total, es decir, que incluye un elemento químico o un agente químico que no corresponde al original”.

“En el caso del licor adulterado, el etanol es reemplazado o combinado con metanol, un alcohol tóxico que es utilizado en muchos procesos industriales, pero usan algunos fabricantes porque es mucho más económico y puede hacer rendir el líquido, pese a que conocen que es peligroso para la salud”, destacó el experto.

Velandia añadió que una dosis letal de metanol en estado puro es de 1,26 mililitros por kilo: “Es decir, una persona de 70 kilos necesitaría de aproximadamente 88 mililitros para poder fallecer o, mejor dicho, para tener la potencialidad de fallecer”.

Sin embargo, el metanol en un licor adulterado no está puro y su concentración puede variar, de tal forma que se necesita un poco más de 70 mililitros para provocar un envenenamiento. De hecho, según el profesional, las intoxicaciones más graves se presentan por la ingesta de 60 a 240 mililitros de metanol al 40%.

“Pero no nos confiemos, se han visto casos en los que solo fueron necesarios 15 a 30 mililitros para que una persona viera afectada su salud y altamente comprometida su vista. Algo así como dos o tres sorbos”, anotó Velandia.

¿Cómo identificar un licor adulterado?

El médico toxicólogo Edgar Velandia señaló que un paso muy importante para reconocer una botella de alcohol adulterado es revisar el exterior: observar detalladamente el tipo de envase y la integridad de la tapa, la cual no debe estar floja y debe tener sus respectivos sellos. Igualmente, se inspeccionan las etiquetas, que deben incluir el nombre del trago, la casa productora, el volumen de alcohol que tiene la bebida y el registro Invima.

“No nos vamos a quedar solamente con la lectura, sino que vamos a tocar esa etiqueta, verificar que este muy bien arraigado. Desconfiemos cuando ese sello no está bien pegado, cuando se suelta fácilmente o la tinta se corre al pasarle el dedo”, recomendó el profesional.

Finalmente, es importante subrayar que los síntomas que provoca la ingesta de licor adulterado no siempre son iguales, pues dependerán del grado de metanol de la bebida y del organismo de quien lo consumió.

JESSIKA D. BONILLA BRAN
EL TIEMPO (GDA)

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