CIENCIA
El calor y las lluvias favorecen la aparición de “nubes de abejas” pero su comportamiento no es ofensivo
Esa abejaque vuela por la playa está buscando un lugar para ubicar su colmena. Y si ya lo encontró –en un poste de la luz, en un árbol o en una chimenea–, vuela hacia el enjambre donde batirá sus alas y hará una danza para que las otras abejas –otras 10.000 compañeras, al menos– entiendan que deben salir hacia ese nuevo destino.
Lo que para el humano es una invasión peligrosa no es más que la reproducción natural de las colonias. El término correcto es enjambrazón y es lo que ocurre cada primavera y verano: parte de la colonia se va con su vieja reina y la otra queda con una reina próxima a nacer; las que se van forman un enjambre donde protegen a su reina hasta que se dirigen a su nueva colmena.
“Me contaron que en La Balconada (La Paloma) se armó un revuelo muy grande por un enjambre; la gente revoleaba las toallas. Me hubiese gustado estar ahí para decir que no pasa nada. Incluso, si una abeja se posaba en el hombro de una persona no iba a hacer absolutamente nada”, dijo Ciro Invernizzi, profesor adjunto de la Sección Etología de la Facultad de Ciencias.
Si bien esta semana falleció un hombre de 68 años tras sufrir picaduras y un consiguiente shock anafiláctico (reacción alérgica grave) en un establecimiento rural de Maldonado, la temporada de enjambrazón no implica un aumento de los accidentes por picaduras ni un cambio en el comportamiento defensivo de las abejas.
Varios datos de importancia, según el experto: los individuos que forman un enjambre –“esas nubes de abejas o esas pelotas colgadas de un árbol”– no tienen un comportamiento defensivo. Su única labor es proteger a la abeja reina y, además, se mueven más lento porque están cargadas de néctar.
“Cuando las abejas pican es porque, de alguna manera, su colmena se vio amenazada”, explicó. Esto sucede, por ejemplo, por ruidos fuertes como el de una bordeadora o un pelotazo en una pared. Solo así saldrán a defenderse.
Por otra parte, la formación de un enjambre es temporal. “Lo más seguro es que en las siguientes cinco o seis horas ya levanten vuelo”, aclaró.
La recomendación es llamar a un apicultor que se las llevará en una caja. Es más, como sabe que no son agresivas, hasta podrá agarrarlo con la mano desnuda sin exponerse a ningún peligro. Salvo que el enjambre se haya formado en un lugar inaccesible, el docente y apicultor desaconseja el exterminio con insecticidas.
Además de la temperatura, también influyen las lluvias en el proceso de enjambrazón. Invernizzi dijo: “No me extrañaría que después de las precipitaciones (de los últimos días) aparecieran más enjambres”.
Y añadió: “Hasta diría que alguien que no es alérgico se puede acercar para ver cómo las abejas se van señalando unas a las otras a través de una corriente que hacen batiendo las alas y a través de feromonas indican el camino hacia donde deben dirigirse”. Es un fenómeno precioso”.
Obviamente, si la persona es alérgica debe mantener distancia y llevar la medicación correspondiente siempre consigo. En caso de picadura, debe recibir atención médica de forma urgente.

Subsistencia.
En Uruguay hay aproximadamente unas 550 mil colmenas asociadas a productores. Pero es inestimable la cantidad de colmenas silvestres, en particular, en las ciudades. “Basta ver cualquier jardín con flores. Hay abejas por todos lados”, señaló.
A su juicio, la presencia de enjambres es un indicador de ambientas sanos que les proveen a las abejas los recursos suficientes para reproducirse. Y eso es una buena noticia, dado que, a nivel mundial, las abejas están en agonía por la extensión de los monocultivos, la aplicación de agrotóxicos y el cambio climático. Ellas son fundamentales para la polinización y para la producción de nuestros alimentos; es decir, son esenciales para nuestra propia subsistencia.
“Dos de cada tres alimentos que consumimos dependen de la polinización por insectos y las abejas son los más destacados”, relató Invernizzi.